viernes, 6 de mayo de 2022

§ 2.686. El árbol de la vida (Edward Dmytryk, 1957)

 

Drama sureño con ínfulas de película de gran presupuesto y pretensiones de macro superproducción. Un directorazo, lo que se considera un director del sistema de 'estudios', imagino que un presupuesto gigantesco, y un elenco de actores absolutamente descomunal: Montgomery Clift, Elizabeth Taylor, Eva Marie Saint, Lee Marvin, y Rod Taylor, entre otros.
Si verdaderamente pretendía repetir el éxito de "Lo que el viento se llevó" no se consiguió en absoluto. Probablemente la pretensión lastró a la cinta a un cierto anonimato, porque las comparaciones con una de las mejores películas de todos los tiempos hace ensombrecer cualquier película.
La amistad entre Montgomery y Elizabeth se consolidó en esta película. En su rodaje se produjo el accidente de coche que desfiguró la cara del actor para siempre. Salía de una fiesta que se celebraba en la casa de Elizabeth y el exceso de alcohol y la impericia en la conducción produjo el desastre. Lo que hizo ella tras el accidente -prestarle los primeros auxilios e impedir que los fotógrafos hicieran instantáneas- entre dentro de la leyenda, pero parece que el grueso de la leyenda responde a la verdad.
La película es lenta, y tiene un metraje absolutamente desproporcionado, se desarrolla con mesura y pausa. Es una historia de amor singular, peculiar, algo distinta de lo acostumbrado, pero, igualmente y sin ser necesariamente contradictorio con lo dicho, tiene algo muy conocido, un triángulo amoroso clásico. Elizabeth Taylor y Eva Marie está muy planas, sin ninguna pretensión de animalidad, nada raciales, muy contenidas, sin esa belleza animal tan peculiar, sobre todo en la época de esplendor de Taylor. Eva Marie sí juega más en su rol tradicional, pero ambas mujeres están algo descafeinadas. Parece que una historia épica necesitaba algo más de empaque, de entidad, de potencia. Es cierto que a medida que transcurre la historia el enloquecimiento de la protagonista va dando forma a una mujer más oscura, desequilibrada, perturbada. En ese momento es cuando Elizabeth da su mejor tono, su mejor nivel.
La pareja Elizabeth Montgomery funciona perfectamente, tiene una química y una física más que grandilocuente, demoledora. De las 18 películas de Clift sólo me queda por ver la última, El desertor, que no la encuentro editada. Sé que la hay de segunda mano, pero a un precio prohibitivo.
Hay algo que chirría en todo el planteamiento, la premisa inicial del embarazo de la protagonista. No sé cómo sería la celebración del sexo entre adultos en aquella época, pero me parece que no era tan abierta como la película dice ser. Ahora, en el tiempo actual, no habría problema alguno, pero hace 175 años... pues no sé. Además para durar tanto narra la misma historia, no varias cruzadas, como parece aconsejar un metraje de 2 horas y media larga.
El otro problema es la obsesión con la raza. No sé si ello puede  sostener por sí mismo una historia tan compleja. Ni si esa obsesión puede llegar a pertubar realmente a una persona. Un racista es un enfermo, pero no sé si de este tipo.

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