Se volvió al director original, al que inventó la fórmula, al que hizo una película bastante decente. Ésta, siendo mejor que las partes II, III y IV, no es, tampoco aquella.
Recupera, como todas, material de las anteriores sagas, y lo sitúa bastante bien en el escenario emocional de la historia, pero es una fórmula agotada. No da para más.
En cada una de las de la saga se enfrenta a uno de los miedos humanos, en cada película a uno distinto: en la II a sí mismo y sus posibilidades de volver a tener suerte; en la III a un enemigo indestructible que recuerda mucho a él, pero sin su bondad, en la IV al doping y la tecnología, y en esta a las lesiones y el miedo a lesionarse de por vida.
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