martes, 12 de febrero de 2019

§ 1.556. El discreto encanto de la burguesía (Luís Buñuel, 1972)


El cine experimental es inclasificable. En esta cinta, la verdad, más que un discurso mordaz o cínico o una sátira a la sociedad, es una ejemplificación del caos como orden del mundo, la casualidad, lo no previsto, lo anecdótico, lo singular, lo imprevisible, el caos como movimiento de la vida y sus protagonistas. Con algún aspecto o particularidad onírica, tiene dos elipsis relacionadas con militares, sueños recurrentes quizá, figuras totémicas que le torturaron en el exilio probablemente, que tienen un claro significado para él, pero que cada espectador construye de forma diferente, distinta. Y en las dos recurrencias la madre forma parte de anhelo del militar, el niño y el adulto.
Los militares en casa del protagonista contando sueños de niños que echan de menos a sus madres.
La burguesía no es un status social, es más un motor de casualidades que mueve el mundo, de circunstancias encadenadas que desencadenan acontecimientos imprevisibles.
Me ha gustado, pero reconozco que disonar este tipo de cine cansa y no llena. Puedes ver una o dos cada cierto tiempo, pero es agotador hacerlo muy a menudo. Anoche Tarkovsky, hoy Buñuel, mi cuota de cine no convencional ha acabado. Mañana Ford, Wyler...

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