Qué cachondo el tio Jess. De los múltiples seudónimos que empleo, que fueron de lo más variopinto, éste es el que más me gusta. Clifford Brown. El magnífico trompetista que estaba llamado a ser el rey de lo suyo y que falleció en un accidente de tráfico muy joven, a los 25 años. Nunca se sabe qué hubiera sucedido si hubiera continuado tocando y componiendo, pero todavía se editan discos suyos, yo os he comprado hace relativamente pocos años, y eran copias en CD de alta calidad y mucho desarrollo.
Veo en el teléfono que tengo 9 discos suyos, algunos él solo, otros con Sonny Rollin, con Max Roach, con cantantes femeninas en un recopilatorio largo, etc. Un músico muy influyente.
La película es un espanto. Realmente un espanto. Mala de solemnidad. Una incursión en las películas de peleas de chinos. No sé ni cómo se atreve, la verdad. Es un tipo de lo más peculiar. Se atreve con todo. No es un género que haya tratado mucho, pero, desde luego, sé cuando una película es potable y cuando no. Y esta no lo es. El guión, pues vale, una venganza y demás, pero la ejecución. Un espanto. Un sinsentido plano y sin sustancia. Una pelea aquí, unos golpes allí, una riña tumultuaria, en fin... un espanto.
No sé realmente si estas películas que había como churros tenían salida comercial y si recuperaban lo invertido. Supongo que sí, porque si no fuese así no le prestarían el dinero para las siguientes. Ésta, a lo mejor tenía una segunda salida en los videoclub. Probablemente.
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