domingo, 2 de febrero de 2025

§ 3.675. Cartas boca arriba (Jesus Franco, 1966)

Cinta de la época francesa del tío Jess en donde ya comenzaba a desparramar. Argumento loco, loquísimo, producto de una imaginación desbordante para el cine, sobria puesta en escena, a veces parodiando las películas de 007, otras las clásicas de cine negro americano, con actores de segunda fila, excepción hecha de Fernando Rey (que no aparece mucho, no tiene muchos minutos de películas), y un metraje siempre muy civilizado.
Me gusta la forma en que expone el argumento, el blanco y negro tan sobrio y nítido, pero la película es prescindible, totalmente prescindible.
Por más que prestes atención, que quieras que te guste, tanto la trama como la puesta en escena terminan aburriendo y cansando. 
Bonitas escenas de la costa mediterranea, al más puro estilo James Bond, aunque con un tratamiento que a veces parece ser Cuba o cualquier otro país caribeño. El actor principal es Eddie Constantine, que le he visto muy poco. La actriz principal es Françoise Brion, una de tantas francesas de la que también he visto muy pocas cosas, otras de Franco y el bodrio aquel de Preminger, índigno de él que se llamaba "Desafío al mundo (Rosedub)", de 1975.
Robot del mismo grupo sanguíneo, planes para apoderarse del mundo, organización en la sombra siempre servida por pérfidos malignos que se rodean de chicas guapísimas. Un poco delirante todo. Así hay que intentar verlo, desde la pura y barata diversión más plana y simple. No hay de dónde agarrar.

sábado, 1 de febrero de 2025

§ 3.674. El valor de un cobarde (León Klimovsky, 1969)


Ladrones del oeste, traidores, tiros, algo de amor, un punto de película conocida ya muchas veces vista y noventa minutos. Es lo que tiene la película.
Embuste y traición. Pero entretiene. Cosas del Spaguetti Western, que no es un género menor, ni mucho menos. Tiene cosas y una de ellas es lo prolífico que resulta el género, la cantidad de obras que ha producido, el volumen de directores, actores, escritores y cineastas que han trabajado en él.
La historia tiene su aquel, entretiene, deja que pase el tiempo y sirve al propósito que pretende. 
Bien caracterizados los personajes bien narrados, bien trabajados. 
Me ha gustado mucho Sarah Ross, actriz que sólo hizo cinto películas, todas ellas entre 1968 y 1969. También tiene su aquel Diana Sorell, que tampoco hizo muchas más, once en total, siempre en aquellos años.

§ 3.673. Las bicicletas son para el verano (Jaime Chávarri, 1984)

Tenía muchas ganas de ver esta película. Verdaderamente mítica. Basada en una obra teatral de Fernando Fernán Gómez, un artista descomunal, magnífico, longevo y dedicado a varias artes. El cine, como director y como actor, director de teatro, escritor. No me extrañaría que también hubiese compuesto música o actuado como mimo.
Aunque el tema de la guerra civil me cansa, me cansa desde hace poco. Entiendo perfectamente que cuarenta años después de la guerra, y apenas nueve desde el final de la dictadura, la sociedad, la gente, el pueblo, la política tuviese necesidad de revisitar el conflicto. Además, si se hace con el estilo de esta película el éxito está asegurado.
Pero ahora, tras casi noventa años no parece que la necesidad de revisión sea tan acuciante.
La idea de postergación de la vida por la Guerra  es, seguramente, la mejor metáfora que puede hacerse sobre el conflicto entre hermanos. Las cosas que se dejaron de hacer, el tiempo que se perdió en otras cosas, estériles y estúpidas, malsanas y dañinas. Cuando acontece una circunstancia -personal, médicas, vital, etc.- de tal calibre que no te deja pensaren otra cosa. Y esas reflexión -en realidad constatación de una experiencia- vale tanto para las personas como para los colectivos y las sociedades.
Una pena, una infamia que supone que perdiéramos el tren de la modernidad Europea. Conviene no olvidar esa realidad.
España tuerce su rumbo con la guerra. Y tarda mucho en recuperarlo.
La cinta tiene varias lecturas. Evidentemente la familiar es la primera, apreciar hasta qué punto se deterioran las relaciones intrafamiliares por el alzamiento y la posterior guerra, pero también pueden apreciarse otras. El crecimiento de las personas a toda velocidad cuando las dificultades arrecian; la inquietud que se instala en la ciudad de Madrid; la necesaria revisión crítica del planteamiento que ante el conflicto tuvo la población civil, etc.
El reparto es espléndido: Amparo Soler Leal, sobria y tensa, en su punto; Agustín González, verdaderamente brillante; Victoria Abril, una verdadera diosa, dominando a la perfección todos los códigos de la interpretación: seductora, pícara, bella, guapa, moviéndose como si el terreno fuese conocido; y Gabino Diego, un chiquillo que empezaba y que también sobrevuela el escenario con total solvencia.

§ 3.675. Cartas boca arriba (Jesus Franco, 1966)

Cinta de la época francesa del tío Jess en donde ya comenzaba a desparramar. Argumento loco, loquísimo, producto de una imaginación desborda...