miércoles, 26 de octubre de 2022

§ 2.808. Suspense (Jack Clayton, 1961)

Una cinta bastante conocida que hasta ahora no he tenido la oportunidad de ver. Es lo que yo denomino una película 'británica', con ese estilismo tan tradicional y clásico, en las ropas, en las casas, en los modales de los personajes, siempre con esa campiña tan singular.
La tensión entre las tensiones por vivir una vida más excitante y la rígida educación victoriana es la clave de bóveda sobre la que se edifica la exposición temática. Hay algo de confusión en la vida de los personajes, debido seguramente a su forma de apreciar algunas de las cosas esenciales de la vida. El amor, pero sobre todo el sexo, la atracción y la pulsión sexual determinan los comportamientos de los adultos. Pero lo novedoso de la historia es que esas mismas tensiones las tienen los niños, y eso es lo más aterrador, que los niños pueden tener comportamientos de adultos.
Por otro lado está la institutriz, cuya cabeza no funciona del todo bien. No se llega a saber si los fantasmas que ve sólo los ve ella, y por tanto es ella la que distorsiona la realidad, o si, por el contrario, son reales y es la única que tiene la capacidad de verlos. En definitiva, si está intrínsecamente perturbada y esa perturbación se acrecienta con el trabajo, la soledad y el trato con los niños, o si, por el contrario su perturbación es producto precisamente de la aparición de esos fantasmas que son reales. 
La temática también es muy británica, en este caso una directa adaptación de "Otra vuelta de tuerca" de Henry James, autor estadounidense de nacimiento más tarde nacionalizado británico.
El toque de clase que le da Deborah Kerr es majestuoso. Es una gran dama del séptimo arte que rezuma clase, estilo y personalidad en cada actuación que hacía. 
El resto del reparto se compone de un Peter Wyngarde para mi desconocido, y del siempre solvente Michael Redgrave, actor británico donde los haya.
También intervienen de Megs Jenkins, Pamela Franklin, Martin Stephens. No es un escenario de una obra de teatro, pero desarrolla pocos personajes.
El resultado es magnífico, una obra de arte capaz de conmover y emocionar a partes iguales. Sobre todo es interesantísimo cómo la institutriz va perdiendo, poco a poco la cabeza, cómo va enloqueciendo y desconectando de la realidad.
Una pequeña joya.

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