martes, 29 de enero de 2019

§ 1.542. A crime (Manuel Pradal, 2006)


Después de ver a Joan Crawford o a Bette Davis hacer de mala, cualquier otra chica haciendo de mala es una aprendiz... Esta chica directamente no es mala, es que hace mal de mala, que es cosa distinta.
La chica es Emmanuelle Beart, que aunque la he visto en alguna otra película no es muy conocida. Un prototipo de belleza francesa delicada y misteriosa. Norman Reedus es, sin más, un actor limitadísimo, intranquilo, inseguro y poco expresivo. Lo de Harvey Keitel en esta película no tiene el más mínimo sentido. Es, seguramente, el gancho comercial que justifica el presupuesto y la entrada en circuitos no comerciales de la cinta y el director. Pero qué quieren que les diga, me parece una interpretación estereotipada, como creíble y sumamente forzada.
El guión es poco creíble en una personal que no ha tenido antecedentes de locura. No se explica cuál es la razón de la obsesión por el vecino, ni por qué está dispuesta a hacer lo que hace, una auténtica aberración personal para alguien que pretende conquistar a un chico. Él, por su parte, puede no ser muy listo, pero es que hace de tonto. Y Keitel, pues, en fin, no puede ser que no dude por un momento por qué una chica monísima, guapa, joven se enrolla con un taxista alcoholizado, con problemas de adicciones, pobre, desequilibrado, viejo y con una casa que es una podredumbre.
Hay algo en la historia que no funciona, que chirría. Y, además, chirría desde el primer minuto, no funciona bien en ningún momento.
La música para ser de Ennio Morricone tampoco juega un papel protagonista, está sin molestar demasiado, sin destacar, como si pretendidamente se hubiera querido que fuese algo muy menor.
La película, en fin, es totalmente prescindible.

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