martes, 15 de enero de 2019

§ 1.529. R.P.M. Revoluciones por minuto (Stanley Kramer, 1970)

Ambientada en una Universidad Americana narra las vicisitudes de un profesor (de sociología) progresista al que le obliga la junta directiva a asumir un rol de mediador con unos alumnos que se han sublevado y exigen el cambio de algunas actitudes del sistema universitario. Muy de la época. Particularmente me llega, pero eso no tiene mucho mérito, es mi trabajo y me ocupa muchas horas al año.
Los debates entre los profesores son muy superficiales, nada creíbles.
Tres puntos de los doce no parecen que puedan ser admitidos por el claustro de profesores. La capacidad de que los universitarios participen en la separación y contratación de profesores. La posibilidad de que intervengan en la toma de decisiones con respecto a los títulos académicos.
Paco, que es adorado por los alumnos, comienza la negociación consiguiendo nueve propuestas de las doce. Peor los alumnos no se fían y él empieza a dudar de sus capacidades para llevar el asunto a buen puerto. Sobre todo porque los alumnos desconfían de él.
Quién encarna al profesor es Anthony Quinn, que intenta dar al personaje una intensidad razonable, aunque falta de empaque, no consigue conectar con la realidad de quién pretende ser. No es veraz. La chica con la que convive, que es veinticinco años menor es la guapísima Ann-Margret en versión pelirroja.
Al comienzo de la cinta ella le dice a él que va a probar un sustitutivo del sexo mucho más potente: el poder. Él que siempre había reunido de tenerlo aprecia cómo sus teorías sociológicas sobre el comportamiento humano fracasa en su intento de convencer a los alumnos en que cese la huelga de estudiantes.

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