martes, 6 de febrero de 2024

§ 3.291. Salomón y la reina de Saba (King Vidor, 1959)

 

Última película del absolutamente genial director King Vidor. Un grande, un grande verdad. Autor de una decena larga de obras maestras del cine, entre las que se encuentra una de mis películas favoritas, El Manantial (1949).
Una macroproducción en la que brillan tres estrellas: Yul Brynner (con pelo), Gina Lollobrigida (tan guapa como siempre) y George Sanders (ya algo mayor y cansado de vivir, aunque viviría más de diez años más). También interviene Marisa Pavan, gran actriz, muy reconocible, un modelo fino de mujer que contrata con el modelo de diosas italianas de mucho pecho, caderas poderosas y boca esférica que era capaz de succionar toda la virilidad de cualquier hombre con pupilas dilatadas.
El relato bíblico convertido el película tiene su mérito. Sirve de excusa para organizar toda la capacidad artística del Hollywood clásico que se negaba a extinguirse. Qué grande fue el cine. Porque en los sesenta la industria ya hizo otras cosas. Maravillosas cosas, pero otras.
El atrezo, los trajes, los caballos, las batallas, incluso el cartón piedra se ven con una mirada indulgente en este tipo de películas. 
El ritmo, la cadencia, la sensualidad de la vida cotidiana, el desarrollo de la vida ordinaria, la fuerza de la naturalidad. Todo encaja en la obra. Todo se muestra con esa cierta impostura tan propia del cine clásico, pero el desarrollo de los planos confirman la gran obra que es. 
Me ha gustado mucho, pero en mi juicio estoy condicionado por dos circunstancias. Me encanta Vidor, y me encantan las películas de cine clásico.

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