miércoles, 19 de junio de 2019

§ 1.661. Sin piedad (John Badham, 1999)

El carácter es el caracter. En cualquier situación se manifiesta con energía. Cuanto más carácter, más energía. La injusticia es una percepción que tienen determinadas personas en algunas situaciones de forma nítida. Y si tienen carácter son capaces de comprometerse con todas las consecuencias, para cualquier momento, en toda situación.
Un Westher de venganza, de empecinamiento en la determinación, en la capacidad de uno mismo para sobreponerse a cualquier desgracia.
La muerte de su mujer, las palizas a sus trabajadores, el maltrato a sus caballos, auténticos sementales sometidos por un abusador propietario a trabajar como bestias de carga.
Este tipo de Westher que pretenden continuar la tradición más auténtica del género siguen siendo importantes. Quedan muchas del Oeste por rodar. La trama es interesante, los personajes están bien caracterizados, la música es muy buena y los paisajes son una belleza sin igual. Nevados, riscos, agua, sol y caballos, uno de los elementos imprescindibles en todas las del Oeste. Pensar que todavía hay paisajes como estos, tan preciosos, tan vírgenes, tan poco frecuentados por el hombre estremece y emociona.
Se hace raro ver a John Cusack de vaquero. No le pega demasiado bien. No es mal actor, ni mucho menos, pero no es un vaquero ideal.
Lo que queda inexplicado es la razón por la que el terrateniente se comporta tan cruelmente, con los caballos y con las personas. Y tampoco la maldad del tratante de caballos es razonable. No es una cinta muy verosímil, aunque, al parecer, está basada en un relato real. En el comienzo del Estado de Wyoming, en una lucha entre los que pretendían que se constituyese como un Estado y aquellos que querían que las cosas siguieran siendo como hasta siempre habían sido.
La capacidad de aglutinar hombre para su causa es una virtud auténticamente política, faceta no muy bien explotada, que tenía mucho más recorrido.

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