sábado, 24 de mayo de 2025

§ 3.850. El techo de cristal (Eloy De La Iglesia, 1971)

Excelente película de uno de los directores más importantes de la España del cambio, de la transición. No tiene película mala. Ninguna. 
La forma de montarla, la música, la presentación de los personajes, el desarrollo argumental, los diálogos. Lo tiene todo.
Una Carmen Sevilla, absolutamente sensacional, en un rol de mujer observada, expuesta y, a la vez, desempeñando un rol nuevo para la clásica mujer española de la época. Guapa a rabiar, serena y fuerte y, a la vez, vulnerable y frágil. Me ha encantado. Hay que darle una pensada muy seria a su carrera, verdaderamente estupenda. 
No se puede confirmar, desde luego, pero Woody Allen hizo algo parecido con Misterioso Asesinato en Manhattan. Él en versión comedia, De la Iglesia en versión drama. La americana en la ciudad, en la patria en una zona rural.
También tiene algo de Clouzot, o de el propio Hitchcock. Misterio, engaño, apariencias.
Excelente presentación, magnifica puesta en escena y una ejecución perfecta.
La imagino un éxito en taquilla. Sin ninguna duda. Aunque con estas cosas nunca se saben.

§ 3.849. La diligencia de los condenados (Juan Bosch Palau, 1970)


Una más. Realmente, una más. Sin más. Sin más, ni más. Absolutamente plana, poco edificante y nada original. Almeria "way", caballos, música de armónica y alguna que otra persecución. Lo demás camina entre lo previsible y lo aburrido.  
Tiene el interés en ver a Erika Blanc, una actriz pelirroja realmente guapísima que trabajó muchísimo en aquellos años, aunque con desigual fortuna, poca siempre.
Puede leerse como un antecedente de los Odiosos Ocho (Quentin Tarantino, 2015), en el sentido de la presencia de personajes del Oeste en un lugar cerrado, en donde hay malos que controlan la situación y buenos que se encuentran secuestrados. 

viernes, 23 de mayo de 2025

§ 3.848. La venganza (Juan Antonio Bardem, 1958)

 
Profunda, espesa, sesuda, intensa... tiene esa pátina de Bergman, de trascendente, que consigue con diálogos verdaderamente trabajados, actores excelentes (Carmen Sevilla, cuidadoso con ella: qué fuerza en la mirada, qué potencia. Raf Vallone cuando era una estrella internacional. Jorge Mistral, Manuel Alexandre, y José Prada, con Francisco Rabal de narrador) y una puesta en escena que acentúa el dramatismo existencial de los personajes y de la situación del pueblo español.
La trama refleja muy bien lo que es la España 'profunda': odios ancestrales, resentimiento social, obsesiones recurrentes sobre el honor, la virtud, la hombría, la familia y todos los clichés que uno pueda imaginar, puestos en escenas con realismo y crudeza.
El tema central parece claro. Narrar una venganza. En eso se parece a cualquier otra película, americana, española o sueca. Y hay brilla como nadie Carmen Sevilla, que es el fiel de la balanza de la emociones del grupo. Destila odio y resentimiento, y condiciona a su hermano y a todos los demás participantes de la cuadrilla de segadores.
Pero también cuenta la historia de cómo se segaba en España. Un oficio duro dónde los haya, con peculiaridades sociales más que interesante -quién siega, en qué condiciones, por qué salario, etc.- que se aprovecha para narrar la situación social de una España de 'sagrado y sacristía' que atufa a post guerra civil (pleno franquismo, pues) aunque cronológicamente se sitúe en los años treinta.
Me parece una obra verdaderamente excelente. Cumbre absoluta de su director, que en sus primeras obras hizo probablemente sus mejores cosas.
Brillantísima.

jueves, 22 de mayo de 2025

§ 3.847. El Coyote (Joaquin Luís Romero Marchent, 1955)

 
Basada en las novelas de José Mallorquí (que participó en el guión, junto con el tío Jess Franco, cuando sólo se llamaba Jesús), creo que ha debido conocer varias versiones. Ésta probablemente es una de las primeras. Es de nacionalidad mexicana, aún siendo un director español, lo cual dice mucho de los escenarios en donde se rodó, la ambientación, los extras, etc.
Pues está muy bien rodada, responde a lo que se espera de una película de este tipo, tiene un metraje de lo más civilizado (75 minutos) un blanco y negro que se ve muy bien, una trama muy bien desarrollada y un sonido perfecto. Una copia excelente.
Me ha parecido muy interesante, tanto en la forma como en el fondo. Tanto en la estética como en el trasfondo moral que subyace detrás de la máscara que se forma el personaje.
Primeros planos, caras sudorosas, no nos ahorra drama, sufrimiento ni dolor. Es una versión menos edulcorada del héroe. Fuerte y decidido se oculta en una máscara de burgués acomodado a la situación que por momentos le sirve al objetivo pretendido. Dobles lecturas de todo lo que hace. Interesante.

§ 3.846. La hora radiante (Frank Borzage, 1938)

 
Un drama muy típico de la época, en torno al amor y sus consecuencias. Como casi todas las comedias dramáticas de la época. 
Enamoradiza mujer que juega con sus propias contradicciones para sobrevivir de sí misma y sus sueños e ideas.
Triángulo amoroso a su pesar.
Un reparto magnífico. Joan Crawford, tan guapa como siempre. No era una mujer espectacular, no del estilo de las supernovas americanas e italianas de unos años más adelante, pero tenía su gracia, su garbo, su porte y su tesón. Sonriente, sincera y pérfida a la vez. Podía ser buena y, a la vez, ser mala, un minuto después de haber sido buena. Una cara peculiar, un cuerpo gracioso y seguramente un talento descomunal que exprimió hasta la extenuación. Era guapa a su manera, nadie era guapa como ella. 
Un buen joven Robert Young con esa cara entre niño y adulto, también peculiar y propia. 
Margaret Sullavan es otra de las actrices de siempre, no en el estrellato de Joan, pero con su forma peculiar de ver las cosas. Me gusta. Siempre me ha gustado.
El que está siempre imperial es  Melvyn Douglas, qué cosa, qué grande. Es su presencia, es su forma de ser, su manera removerse, como si verdaderamente fuera el millonario aburrido d los papeles que representa. 

§ 3.845. Maniquí (Frank Borzage, 1937)

Parece mentira la actualidad de esta película. El cine no trata de actualidad, o de angiüegdad, sino de emociones vitales, de ayer, de hoy, de siempre. Y las de esta cinta son primarias, de las que brotan a flor de piel. Progreso, salir de la calle, progresar, amar, crecer, creer en uno mismo, ser capaz de resistir, sobreponerse, luchar por los sueños de cada uno.
Un melodrama de toda regla, con una Joan Crawford en estado de gracia. Delicada y fuerte a la vez. Junto con un Spencer Tracy muy joven que a su lado parece más pequeño, menor. Es un gran actor, pero en las escenas que están juntos es ella quien brilla. No hay muchas actrices capaces de opacarle. 
El tercero en discordia es Alan Curtis. Un paniaguado que juega a mafioso pero no es tan duro como para forjar su propio carácter y determinación en la vida. Juega a serlo, sin serlo.
Un melodrama en toda regla. Amores cruzados, sueños, realidades y problemas cotidianos. Tiene algo imperecedero, intemporal, que siempre ocurre, que siempre ocurrirá. 
Hay un proverbio japonés: cuando más tarde te bajes del tren equivocado, más kilómetros tendrás que recorrer para volver a empezar.

martes, 20 de mayo de 2025

§ 3.844. Assassin Club (Camile Delamarre, 2023)

Un thriller de asesinos del todo convencional. De un director del que no había visto nada, aunque solo tiene cinco películas rodadas y una sexta en cartera a punto de estrenarse.
Todo se fía a la acción, cuyo tratamiento es interesante pero plano. Pretendidamente complejo pero sencillo. No me ha parecido gran cosa.
El estudio de los personajes es de lo más vulgar, estándar y desafecto. No tienen demasiada vida, ni matizan sus expresiones, emociones o intereses. Actores poco conocidos, al menos para mi, que se dejan llevar sin más. 
Los escenarios al aires libre son muy bonitos -París, Roma, Luibliana, etc.- y tienen su gracia. La copia se ve estupendamente, con un color magnífico y un sonido espléndido. 
Pero no consigue emocionar. En absoluto. 
Me parece que es la última película de Sam Neill, en un papel secundario pero importante, que luce estupendo, a pesar de esta enterísimo de cáncer cuando la rodó, según dicen.
El problema de la película no es de guión, sino de personajes y credibilidad de los actores principales.
Es realmente espantoso el protagonista principal, que es Henry Golding, que sólo he visto en "Los señores de la mafia" (Guy Ritchie, 2019) que me gustó bastante, pero no recuerdo al actor en su personaje.
Daniela Melchor es la otra protagonista, y también lo hace fatal. No encuentra el tono, ni dramático ni melodramático, sin sustancia, sin interés, sin énfasis, sin nada...
La idea podría haber funcionado si el tratamiento hubiera sido otro. Realmente es horroroso. Parece una mala copia de las películas de Tom Cruise y su Misión imposible, en sus varias versiones. Tecnología al servicio de encargos criminales, una lucha entre asesinos y una especie de juego mortal organizado no se sabe muy bien por quién ni para qué, ni por qué.
Como a todas las de la ahora, le sobran veinte minutos.

§ 3.896. La última señora Anderson (Eugenio Martín, 1971)

  Una acercamiento al cine de suspense británico de toda la vida. Rodada en los exteriores de Londres, supongo que con personal británico, e...