jueves, 15 de diciembre de 2022

§ 2.871. Crónica de un ser vivo (Akira Kurosawa, 1955)

Es considerada un Kurosawa menor. Quizá no podía ser de otra manera tras Los Siete Samuraís del año anterior, un éxito de crítica y público que disparó su prestigio y le hizo entrar en el Olimpo de los directores más importantes. Sin ningún género de dudas uno de mis cinco directores favoritos. 
La propuesta es interesante, abiertamente antibelicista, pero no en una película de guerra, como suele ser habitual en los escenarios más beligerantes. Es antibelicista civil, con una trama que no trata de la eliminación de la guerra, ni tonterías parecidas.
Además es evidente la lucha generacional que plantea, que, supongo, en Japón será más cruda que en Occidente Europeo bienpensante. Las tradiciones pesan más allí y el respeto a la familia se tiene más a gala.
Es interesante cómo evoluciona el tribunal arbitral sobre la pretensión del padre de familia de viajar y establecerse en Brasil. Al principio parecía que era una especie de locura y que todo se iba a decidir rápidamente. A medida que se estudia el caso, se reciben testimonios de los hijos y de él mismo se va formando una idea colectiva de que el miedo a la bomba atómica no es ilusorio o fingido, sino real. Todos en Japón experimentaron ese miedo, en mayor o menor medida. Y  eso es, precisamente, lo que quiere denunciar.
Me ha gustado mucho. No tiene la relevancia de otras cintas suyas, pero es muy interesante y, la verdad, tan buena como cualquier de las suyas. Toshirō Mifune y el gran Takashi Shimura componen el elenco principal. Casi nada. Dos de los actores que se asocian tradicionalmente a Kurosawa.

§ 2.870. En el umbral de la vida (Ingmar Bergman, 1958)

 

No tiene película tranquila este hombre. Qué cosa..., qué desgarro, que trauma, que brutalidad, qué necesidad de hacer ostentación de los sentimientos de manera tan cruda, tan bárbara. Y además sin especial finura, sin sensiblería, con toda la fealdad que el posible y legítimo en una película para ser vista en el cine, por el gran público. Esto no es un documental, es una película de cine.
La capacidad para mostrar la sensibilidad femenina es notable. Lo que dicen y cómo se comportan tiene mucho que ver con como se comportaría en la realidad. La forma en la que aprecian lo que les sucede, cómo lo muestra, lo que piensan y hasta cómo se mueven. 
Organizada prácticamente como una obra de teatro, un escenario corto y diálogos intensos de los personajes, desde el primer momento entra a saco con la temática y la problemática.
Narra tres maneras diferentes de abordar la maternidad. La culpa de la mujer que ha sufrido un aborto espontáneo y que cree que su marido no la quiere y que su matrimonio es un fracaso; el miedo por tener el niño de una relación no demasiado satisfactoria, el miedo a ser madre, en definitiva; y la desesperanza por saber que el niño que va a nacer tendrá problemas graves.
El reparto principal son cuatro mujeres. Dos muy conocida por mi, de las clásicas en las obras del director: Ingrid Thulin y Bibi Andersson, y otras dos menos conocidas por mi: Eva Dahlbeck y Barbro Hiort af Ornäs.
Es una película para pensar, como casi todas las de Bergman, que no deja indiferente, que hiere y araña, que sorprende y provoca, que lastra el alma y la hace pesada, que la recuerdas con fidelidad porque la viviste en tu cabeza muchas veces después de haberla visto por primera vez.
Me ha encantado.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

§ 2.869. Domingo negro (John Frankenheimer, 1977)

 

Las propuestas de Frankenheimer son siempre muy atractivas y su puesta en escena inicial juega un papel determinante en la historia. Y maneja siempre dos claves. En primer lugar, no muestra toda la historia inicialmente, va mostrando algunos retazos por aquí y por allá para que la cabeza del espectador trabaje en la composición de la historia. Un personaje, un lugar, una conversación, una bomba. Y, en segundo lugar, filma todo esto con planos muy cortos, a gran velocidad, sin concesiones, sin respiro. 
Luego, una vez mostrada la historia, los personajes, la trama y los roles de cada uno de los participantes empieza a rodar de forma más larga, con planos más estables, con diálogos más trascendentes y profundos. No es que se trate de dos directores diferentes, pero sí me parecen dos puntos de vista radicalmente antitéticos. 
En otras películas de él no he notado esa bipolaridad, en las antiguas especialmente. Sin embargo el otro día vi Ronin y me parece que tiene un gran parecido con esta cinta, no en la trama, claro, pero sí en la forma de rodar, en como se suceden los planos, en la manera de presentar, narrar y concluir la historia.
El reparto es interesante, con Robert Shaw como el militar y Bruce Dern como el loco carioco que organiza la masacre. La chica es Marthe Keller, una clásica belleza de los años setenta.
Hay dos cosas que lastran la película de forma seria. En primer lugar la escasa verosimilitud de la historia. No hay ninguna posibilidad de que la historia funcione. Tiene que tener mucha fe en ella. Y no funciona porque sea inviable o imposible, centenares de cintas cuentas cuentos imposibles, es inviable porque no aporta ningún elemento de verosimilitud. En la narración todo es casualidad, circunstancial o episódico. No me muestra un secundario que enganche la historia, una escena retrospectiva, una explicación secundaria. 
La segunda circunstancia que la entorpece, al menos vista desde hoy, 45 años después de ser estrenada, es su desmesurado metraje. Realmente tienes que 'sentarte' a verla. Dos horas y diecisiete minutos es una auténtica barbaridad. Para rodar más de 120 minutos tiene que ser un gran director. En esta cinta a su mitad se produce un punto mesetario del que no consigue salir más que con escenas de acción.
No ha envejecido del todo mal, pero no me parece una grandísima película. Se puede ver, entretiene y hay que verla, pero nada más.

§ 2.868. Estación 3 ultrasecreto (John Sturges, 1965)

Después de La Gran Evasión (1963) era realmente muy difícil tener otro éxito cómo aquel. Y esto no es, evidentemente. No está nada mal esta película, es interesante, a medio camino entre la ciencias ficción y el thriller, temática muy de la época, por otra parte.
No camina por una senda equivocada, pero va perdiendo interés a medida que avanza. No es de esas cintas que se recuerdan, y probablemente tampoco es de esas que se vuelvan a ver. La teoría del excéntrico que es capaz de poner el mundo a sus pies porque tiene una fórmula secreta que puede acabar con la humanidad queda mejor en las cintas de 007 que en los thriller. Es tono despreocupado, desenfadado, fuera de la rigurosidad de un guión y una interpretaciones ortodoxas (aunque, sin ninguna duda, todo está perfectamente preparado) no casan bien con este tipo de cintas que tiene un propósito dramático y un fondo de verosimilitud.
Un reparto muy peculiar. George Maharis es el protagonista, un actor que también hacía discos pop. Richard Basehart, y Anne Francis, chica que intervino en alguna película de la época de ciencia ficción. Y, por último, Dana Andrews, que supongo que le da caché a la película, prestigio y empaque.
La cinta se deja ver, sin más. No tiene nada a dónde agarrarse para elevarse. Una cinta algo plana, sin demasiada vida. No la ha tratado bien el paso del tiempo.

martes, 13 de diciembre de 2022

§ 2.867. El diablo de las aguas turbias (Samuel Fuller, 1954)

Ejemplo clarísimo de por qué hay que ver las películas varias veces a lo largo de la vida. Ahora que estoy repasando toda la obra de Fuller descubro esta joya escondida. Para empezar la recordaba interesante, pero en blanco y negro. Además la tenía por una película abiertamente de guerra, no tan 'política' y de trama de espías.
La propuesta es algo simple, un científico tiene que llegar un submarino al Ártico para descubrir si efectivamente los rusos han instalado allí armas nucleares. Una simpleza, pero que como película de aventuras funciona perfectamente.
El gran Richard Widmark, tan serio y formal como siempre. Bella Darvi es la chica. Una polaca de vida disoluta que se casó varias veces y se suicidó con 42 años tras unos años de desparreme, alcohol, y matrimonios y amantes sucesivos (era abiertamente bisexual y hacía ostentación de ello) a una velocidad de vértigo.
Victor Francen completa el panorama principal.

lunes, 12 de diciembre de 2022

§ 2.866. Yuma (Samuel Fuller, 1957)

 
Es la segunda vez que la veo completa, pero seguro que he visto algunos trozos sueltos an algunas ocasiones. Me gusta más la segunda parte, lo indio y no lo confederado. Apuntada la tengo como vista en 2013, el lunes 9 de septiembre. Lo que decía allí puedo mantenerlo perfectamente ahora mismo. Un Western diferente, los indios buenos, los azules no tanto. Los Yankis son los acosadores, los que deben perder, los que pierden. Un film muy respetuoso con el pueblo indio, que muestra (algunas de) sus costumbres y no lo hace con revanchismo o caracterizando los aspecto más crueles, sucios o poco edificantes. Si alguien tenía que hacer una película así este era Fuller, hombre peculiar, que hace películas de guerra sin violencias, y del Oeste sin indios malos.
Interesante Rod Steiger, como siempre, un actor vitalista y de método, de carácter y muy racial. Una Sara Montiel tan limitada como guapa, en una de sus pocas películas en EE.UU. a la sombra de su marido, el gran Anthony Mann. El duro de Brian Keith ayuda a completar los protagonistas principales. También aparece Charles Bronson, un hombre que trabajó de lo lindo.

§ 2.865. Blackjack (Don Siegel, 1982)

La última película de Don Siegel, que es mucho decir. Toda una carrera de éxitos y grandes cintas. En esta cosa se despide con una comedia, o una comedia negra, si se prefiere. No es una trama alocada pero tiene su gracia. Carece de la fuerza de otras cintas y la trama es un poco simple, sin requiebros o golpes de efecto. Pero se deja ver. Ciertamente más por ser de él que por su valor intrínseco.
Está protagonizada por Bette Midler, muy reconocible en su papel, Rip Torn y Ken Wahl. Durante el rodaje Don sufrió un infarto y se encargó Sam Peckinpah de dirigir algunas escenas, pero sin acreditar.
Se puede ver, sin más.

§ 3.899. Estos son los condenados (Joseph Losey, 1963)

Terror británico a cargo de la Hammer, por un director estadounidense exiliado en Inglaterra porque era perseguido por sus ideas políticas e...