jueves, 10 de octubre de 2019

§ 1.714. El forastero iba armado (André de Toth, 1953)

Cuando ves aparecer a Randolph Scott en la pantalla haciendo de malo sabes, con total seguridad, que la película trata de su reconversión, de su redención, de los escrúpulos que vuelven después de haber obrado mal.
Efectivamente va de eso la película.
Otra más del Oeste de un gran maestro: André de Toth, otro de los tuertos mágicos del cine, junto con John Ford, Raoul Walsh, Nicholas Ray y Fritz Lang.
La nómina de actores es impresionante: Randolph Scott,  Claire Trevor,  Joan Weldon,  Alfonso Bedoya,  Lee Marvin, Ernest Borgnine.
Se tarde en cogerle la gracia. No se sabe qué va a hacer ni como va a reaccionar. Es un poco lenta para ser tan corta, 78 minutos.
En el funcionamiento como empleado en la diligencia no se  sabe realmente si está del lado de los asaltantes, o del propietario de la diligencia. En su ambigüedad está la clave del éxito de la película. Al principio dudas, cabe vez que sucede un envío surgen las dudas con respecto, que se van disipando con el paso de la película.
De lo que se trata es de mostrar esa ambigüedad, esa falta de criterio predefinido que tanto gustan de este personaje, de este especialmente, tan proclive a desempeñar papeles sin doblez.

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