lunes, 30 de septiembre de 2019

§ 1.704. La muerte no tiene sexo (Massimo Dallamano, 1968)

Baratija obra más C que B. Una mezcla de erotismo barato, emocionalidad policial y malos que comercian con droga y se hacen muy ricos.
Pastiche de cine industrial para muy conformistas, que no es mi caso. Producto de la época en la que ya había terminado el gusto por las del oeste, las bélicas y el melodrama y se imponían otros gustos en el público, otras modas, otras historias. 
Protagonizada por John Mills (actor mediocre pero muy conocido que, la vedad, de policía de Nueva York sí pega), y Luciana Paluzzi (chica Bond de Operación Trueno), también de El tigre de Esnapur (de Lang), alguna de Vadim, El Griego de oro (J. Lee Thompson) que fue su ultima película..., luego casada con un magnate de la industria del cine. La lucha interpretativa entre ellos tiene su gracia, pero no aguanta la totalidad de la cinta.
Es infame película, totalmente prescindible, sin nada que aportar. Es una especie de Telefilm en donde el policía tiene unos inagotables celos por su mujer, guapísima mujer mucho más joven que él. Pero todo avanza sin gracia, sin mucha certidumbre, con un deslavazado fraccionamiento de las escenas quizá porque pretendía hacer una película más largo y luego la corto, o simplemente porque no es un buen director.
El guión no es precisamente el fuerte de la cinta. Pero sí es cierto que produce un efecto enigmático, una cierta atracción. Se puede ver, no es buena, pero tampoco es especialmente mala. Simplemente es mediocre.

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