lunes, 23 de septiembre de 2019

§ 1.700. El intendente Sansho (Kenji Mizoguchi,1954)


Me ha parecido una película excelente. De una factura elegante y sobria, con planos muy abiertos que dejan que las circunstancias transcurran con naturalidad. El director pone la cámara y las cosas suceden, sin más, así de fácil. No parece que estés viendo una película, parece que lo que sucede en la vida es lo que ves en la pantalla. Hizo muchas películas y es considerado un maestro del lenguaje cinematográfico. No sé valorar tales grandilocuéncias, pero sí de apreciar si me emociona, gusta o entretiene. Y aunque es cierto que tanto la temática como la metodología me son extrañas y no me provocan especial simpatía, sí me motiva seguir viéndola y aprender nuevas cosas, nuevas perspectivas.
Tras el acercamiento a Kurosawa, que evidentemente es mucho más occidental que este director, me gustaría profundizar en directores orientales en general, y japoneses en particular. Éste, terminar con Kurosawa, y Ozú. Luego ya vendrán más cosas...
De una profundidad ideológica muy marcada, con un mensaje muy diáfano, todo transcurre como si fuera un cuento, de manera suave y muy inocentemente. Pero la fábula esconde un mensaje humanista y social. Todo está orientado hacia el desenlazo propicio a una epopeya homérica: imponerse al sistema y revertir la situación de desgracia en la que se encuentra el protagonista de manera injusta. Así, la consecución de su libertad no sólo es un fin del individuo, sino el reclamo de una justicia social, que más allá del egoísmo personal, de las vivencias propias pretende proyectar el yo en el nosotros. La inmolación, en su caso, para la consecución del objetivo es una mera posibilidad, una circunstancia que no tiene mayor importancia, y, por eso, el individuo es capaz de acometer su propio destino desdeñando peligros e incapacidades.
Director muy comprometido, al parecer, con la doctrina más social del marxismo ortodoxo. Muy interesado en el mundo de las prostitutas, tanto en esta cinta como en la anterior que vi suya del mismo año: La mujer crucificada.
La liberación de los esclavos es el motivo interior de la cinta, y la consecución de su objetivo el de la vida del protagonista, que vio como su familia -padre fallecido en la cárcel, mádre abandonada, hermana prostituida- caía en desgracia precisamente porque su padre siendo alcalde una ciudad trató bien a los esclavos y decretó la manumisión de todos ellos.
No sé nada de sus actores, absolutamente desconocidos para mi. En realidad más allá de Toshito Mifuné no conozco a ningún otro, ni actriz, ni actor.

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