jueves, 4 de abril de 2019

§ 1.605. Murmullos en la ciudad (Joseph L. Mankiewicz, 1951)

Joseph L. Mankiewicz es, sin lugar a dudas, uno de los mejores cineastas de todos los tiempos.
Lo tiene todo: góticas El castillo de Dragonwyck (1946) y El fantasma y la señora Muir (1947), cine negro: Solo en la noche (1946); y Odio entre hermanos (1949); clásico y de época: El mundo de George Apley (1947), Carta a tres esposas (1949), Eva al desnudo (1950), Julio Cesar (1953) La condesa descalza (1954), De repente el último verano (1959), Cleopatra (1963), y Mujeres en Venecia (1967); temática social: Un rayo de luz (1950) y Murmullos en la ciudad (1951); de espías: Operación Cicerón (1952); musicales: Ellos y ellas (1955); de interior y diálogos consigo mismo: El americano tranquilo (1958) y La huella (1972), y un Wester muy singular: El día de los tramposos (1970).
Es una carrera impresionante. Una de las mejores de todos los tiempos. Es capaz de dar profundidad y emotividad a sus obras con una facilidad a la que sólo llegan los mejores, los más dotados, los imprescindibles.
Esta es una magnífica película, no de sus mejores obras, pero estupenda.
La búsqueda de aspectos escabrosos del pasado en cualquier persona puede deparar consecuencias impredecibles. Y la mediocridad de los que difunden bulos e insidias por doquier tienen el poder de destruir, la vida, la hacienda, el honor, el crédito, la honra, la seguridad en uno mismo y todo aquellos por lo que el hombre lucha, la proyección de su yo...
El desconocido pasado del médico protagonista genera envidias, insidias y recelos en los mediocres: comienza la caza de brujas. No sé si realmente es un trasunto de la auténtica "caza de brujas". No sé realmente cuál es la posición de Mankiewicz a este respecto. Pero no creo que no pretende en realidad trasponer la problemática a la gran pantalla. En cualquier caso es un tema de siempre, clásico, fácil para organizar en un esquema moderno, en este caso el de un médico sin pasado. La modernidad del planteamiento del médico es tan actual que puede considerarse incluso excesivamente progresistas. Un médico que se casa con su paciente que ha pretendido suicidarse por estar embarazada por otro hombre. Eso no es una terapia, ni es ser bondadoso, es otra cosa. Acoger al padre de ella tiene un pase, pero el misterioso amigo del médico, que tiene miedo a ser fotografiado. No sé qué quiere mostrar, no sólo no sabemos quien es, sino que además oscurece a propósito todo lo relacionado con él.
El juicio al que le someten es un trasunto de la inquisición, no sólo tiene que responder de su pasado, sino incluso del de su amigo, Sorensen, acusado de asesinato...
Lo de Cary Grant es para nota, da una profundidad emocional a su papel maravilloso. Es elegante, varonil, apuesto, sereno y seductor. La compañera es Jeanne Crain actriz que ya trabajó con el director en otras ocasiones: Carta a tres esposas, por ejemplo.

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