jueves, 4 de abril de 2019

§ 1.606. El último cazador (Daniel Mettheim, 2011)

Interesante cinta, más de lo que parecía en un principio. La veía como un tostón conservacionista, pero se ha revelado como un thriller interesante sobre la búsqueda del último tigre de Tasmania. Los paisajes son magníficos, la interpretación de Willem Dafoe soberbia, muy creíble, con sombras pero con luces, con mucha luces. No se trata de luchar para la obtención de un resultado: la prueba de si el tigre está o no extinguido, pretende ser algo más profundo, la capacidad de averiguar si es posible vivir como se ha vivido, como se quiere vivir. El personaje de Dafoe acude a un reto extremo, que sabe dificilísimo, pero no acude porque crea que lo puede lograr, por dinero y prestigio. Acude porque debe hacerlo.
No es mala película, es entretenida, te mantiene alerta y atento y no aburre. No es demasiado larga y es de una temática diferente, se puede ver, aunque seguramente sólo una vez. Ya vista no tiene mucho más que apreciar. Es de un solo visitando.
Lo que no se comprende bien es por qué no se intenta averiguar la desaparición del marido de la chica, del activista. No es demasiado creíble que un hombre desaparecido no sea buscado. Y otra cosa que carece de lógica es la enfermedad que sobre la madre, no se sabe si es por una ingesta de ansiolíticos por la pérdida del ser querido, o si está trastornada por cualquier otro motivo. La posible atracción física entre ambos no cuaja en ningún momento, rompiendo uno de los cánones y estándar más usuales del cine moderno: la necesidad de crear un escenario de romance que dulcifique el mensaje.
En definitiva una película que se puede ver y que entretiene, sin más.

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