
No la recordaba tan larga, ni tan simple. La tenía por más compleja, en las relaciones entre los personajes, en la trama hacia el dinero, en su planteamiento estético. 150 minutos son muchos para tan poca sustancia. Ni siquiera la crueldad está bien matizada, bien expresada, es sencilla, vulgar, basta, como de andar por casa, todo muy normal. La cotidianidad del mal, podríamos decir. Me he fijado en Eli Wallach con detenimiento, y este tipo de papeles le van estupendamente, están hechos para él. La música, todo un clásico, y la estática general muy lograda, en su género, pero lograda.
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