sábado, 9 de marzo de 2019

§ 1.582. El espejo (Andrei Tarkovsky, 1975)


Un cine muy personal. No es la introspección de Bergman, ni la visualizad de Kurosawa, es otra cosa. Es suyo, te tiene que gustar sin ser capaz de llegar a entenderlo del todo. Es, salvando las distancias, como la poesía, no tienes que interpretarla para ser capaz de agradarte con ella. Simplemente tienes que leerla y sentir, algo, lo que sea. Ese algo, en mi caso con esta película, desesperación, puede no ser lo mismo que siente otra persona que ve la misma cinta. 
A diferencia de otras suyas en esta cinta el guión no existe. En La infancia de Iván (1962), Andrei Rublev (1966) o Solaris (1972) sí había guión. En esta no. Se acumulan imágenes, probablemente recuerdos de su infancia, de manera aparentemente desordenada, para mostrarnos lo que él es: sus recuerdos. Si lo que filma son sus recuerdos de infancia, es evidente que no fue un niño feliz.
No sobra nada, ni falta nada. No es exactamente una película, es un ensayo fílmico.
Los recuerdos de España, con las imágenes del Madrid de la guerra y los niños llorando y la gente refugiándose de los bombardeos carece de sentido para mi, así como las ensoñaciones toreras del señor que se acuerda de Sebastian Palomo Linares viendo una corrida en al televisión. También hay imágenes de una guerra, quizá la IIGM... también una imagen del clásico hongo que se produce tras un deflagración nuclear. Y también imágenes de manifestaciones en China con el retrato de Mao.
Sus recuerdos de infancia, lo que vivió, aquello que le marcó visualmente, no puede entenderse de otra manera este ensayo fílmico.
El título se debe a la manera que tiene la protagonista de conversar con su marido, creo que militar que, o está ausente, o ha fallecido. Quizá lo primero, porque en algunas imágenes los niños le abrazan cuando le ven llegar.
Hay música de Bach y ópera, pero tampoco puede atribuirle un propósito a ello, simplemente suena.
No sé, no me gusta demasiado. Lo veo porque hay que ver de todo, pero no me parece el genio del cine al que todo el mundo debe rendir pleitesía.
Es interesante, se puede ver perfectamente, pero no pretendas verla como una película clásica, que no lo es, ni interpretar un único sentido a lo que ves, porque desfallecerás.
Dos cosas más. Los poemas, al parecer son de su padre, poeta reconocido. Y los subtítulos tienen faltas de ortografía, a veces clamorosas. Una pena la edición tan poco cuidada. A lo mejor está subtitulada en Rusia, y por ello los errores, no lo sé.
La fascinación que provoca Tarkovsky me parece exagerada. Salvando las distancias me recuerda a los que les fascina Faulkner o Kafka en sus novelas (o en los relatos breves), por ejemplo. Son extraordinariamente difíciles de leer, y encuentras una cierta satisfacción en ello, pero no creo que todos los que dicen haberlos leído hayan entendido algo más que lo superficial. En esta cine pasa algo parecido. Decir que te gusta Tarkovsky, o Terrence Malik, por ejemplo, es situarte en una especie de plano moral superior, porque se supone que eres capaz de comprender complejidades fílmicas que otros no son capaces de apreciar. Pero el cine, como la literatura no es exactamente eso. Sí hay algo de eso, pero no del todo. Tolstoy, por ejemplo, el facilísimo de leer y complejo de interpretar, justo lo contrario que Kafka. Con esta película, no con todo Tarkovsky, pasa algo parecido. Encumbrarla como una obra maestra me parece exagerado, porque la complejidad expositiva no lo es todo.

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