jueves, 8 de mayo de 2025

§ 3.815. Inuyashiki (Shinsuke Sato, 2018)

Cine japonés, de autor desconocido.
Quiero ver más cine Japonés. Y quiero ver autores que no haya tratado ya. Acabé con Kurosawa hace tiempo, tengo bastante controlado a Ozu, este mismo mes he visto lo mejor de Kobayashi, me queda profundizar en Mizoguchi... y descubrir cosas nuevas.
No sé si la mejor forma de empezar con este propósito es ver cine fantástico, pues no es un género que me motive especialmente, pero experimentar en vacío tiene su gracia. Ver sin saber nada del autor, del género, de los actores, etc. 
Me ha llamado la atención los efectos especiales, verdaderamente espectaculares. Bien hechos, con muchísima realidad y altamente sofisticados.
La trama no tiene muchas historia. Una hipótesis fantasmal, con episodio de aparición extraterrestre incluido, que muestra, o al menos eso pretende, las dos posibilidades que pueden desarrollarse desde lo humano. 
Una capacidad, da igual que sea humana, sobrenatural, extraterrestre -en realidad, es lo de menos- puede ser empleada o utilizada de varias maneras. Lo importante no es, en realidad, el tipo de capacidad que se tenga, sino lo que se hace con ella. Y esta es la problemática que plantea la película.
Director desconocido para mi, que debe formar parte, imagino, de la nueva hola de directores japoneses. 
Es interesante, aunque algo larga. Muy colorida, con una música que acompaña bastante bien y una cierta moraleja en su desarrollo. Pero se me ha hecho larga. 90 minutos hubieran bastado. 130 son demasiados.

miércoles, 7 de mayo de 2025

§ 3.814. Runaway, brigada especial (Michael Crichton, 1984)

Una distopía interesante, cuyo tratamiento hace treinta años podía tener su chance, pero que ha envejecido fatal. Es amanerada, redundante, llena de tópicos y con una imaginación para rodar que no escapa de lo convencional. Policía del futuro que se dedica a perseguir máquinas que se han descontrolado, muy en la línea de Asimov y sus predicciones sobre el mal uso de la tecnología. 
Un director de pocas películas. Únicamente siete, de éxito moderado, pero gran escritor extraordinariamente prolífico, cuyas obras han sido llevadas al cine infinidad de veces. 
No me ha llegado la cinta. Subordinada a las estrellas del momento, especialmente Tom Selleck, guapo y musculoso, pero limitado en sus virtudes actorales. No es Burt Reynolds, que sí que tiene más guapo. Se acompaña de Cynthia Rhodes, que me suena ligeramente.
No es una gran cinta. Además, aunque no lo parezca por el metraje, se extiende demasiado, se hace larga.

§ 3.813. Touch (Paul Schrader, 1997)

No acabo de cojerle el punto a Schrader. Tiene cosas serias, verdaderamente brillantes, bien tratadas, con seriedad y pasión. Pero tiene otras como "tomadas a la ligera", en todo de comedia o de "chanza", que ni me parecen alimenticias, ni de 'contrato', ni hechas en periodos de reflexión o menor actividad. Simplemente, como es en este caso, no sé qué me quiere decir. Sin más. 
Parece una sátira de los 'santones', de los curanderos, de las iglesias neuróticas desperdigadas por todo EE.UU., de esas que, en realidad, se dedican a hacer dinero, a destruir personas y a engañar a la gente. 
Es una especie de comedia de los horrores, un muestrario de colgados y neuróticos que exponen sus mierdas a la pantalla para regocijo de los demás. No la he entendido, no me ha gustado y no creo que el tono sea ni siquiera el apropiado.
No hay falta hacer El fuego y la palabra (Richard Brooks, 1960), pero el tono excesivamente ligero reduce la trama a una especie de colección de anécdotas sin demasiado sentido u operatividad. 

martes, 6 de mayo de 2025

§ 3.812. Rebelión (Masaki Kobayashi, 1967)

No creo que hay más películas de su director editadas que las cuatro que tengo. 
Un drama familiar en toda regla, con toda la estética y ceremonial japoneses. Un enfrentamiento entre concubinas cuyo desenlace se resuelve como se resuelven estos desenlaces entre espadachines japoneses.
Perfectamente rodada, con unos planos medios y un blanco y negro precioso, unos encuadres simétricos y un zoom que potencia significante la expresividad de las caras.
Es de una elegancia estética inconmensurable. Dulce y delicada cuando lo requiere, pero con una ventolera rayando en huracán cuando las tornas cambian y la violencia es la única solución a los problemas. 
La trama está a la altura de cualquier drama convencional europeo.
Emocionalidad a flor de piel, vestiduras rasgadas, amores no comprendidos, y una fuerza de la naturaleza desbocada y salvaje capaz de cualquier cosa por ver el amor de su hijo y de su nuera. Una verdadera oda al amor en tiempos de convencionalismos máximos.
Una verdadera obra de arte.

§ 3.811. En nombre de Caín (Brian De Palma, 1992)

De Palma ha ido, lenta pero inexorablemente, perdiendo facultades, haciendo películas cada vez menos interesantes y planas, a veces manteniendo una cierta gracia, otras no tanto. Siempre bajo un aparente escenario Hitchock, con música siempre muy estilizada y apropiada al suspense, pero con resultados cada vez menos interesantes.
Su primera etapa, la fundacional, caracterizada por experimentaciones fílmicas, temáticas de comedia (negra, grotesca, etc.) y formas de rodar algo innovadoras. La segunda, la mejor a mi juicio, por la recreación de todo el imaginario Hitchock que tenía acumulado en su vida. La tercera, después de convertirse en un directo de fama, éxito y taquilla, la peor de las tres, en las que rueda obras comerciales que pretenden emular sus éxitos anteriores, sin conseguirlo en absoluto.
Esta cinta tiene un desarrollo de guión de lo más complicado, con un personaje que tiene triple desarrollo de la personalidad (interpretado en sus tres papeles por un John Lithgow que hace lo que puede, sin conseguirlo).
Más allá del interés por conocer lo obvio del desarrollo de la historia, la película no tiene mayor interés. El tema de fondo tiene su miga, y el director ya había abordado algo parecido en algunas otras películas suyas, pero no consigue en ésta provocar un interés verdaderamente grande. 
No es de lo mejor de De Palma. Ni mucho menos.

lunes, 5 de mayo de 2025

§ 3.810. La condición Humana III. La plegaria del soldado (Masaki Kobayashi, 1961)

No me cabe duda de que Kibayashi era un pacifista, y que pretendía en sus películas, especialmente en ésta, no tanto en Harakiri, exponer ese ideal al crisol más fuerte al que se le puede someter a ese ideal. Ser pacifista es una cosa, muy loable, serlo en un campo de concentración, en una guerra y en una huida de una guerra y una derrota es otra cosa, más dura y más difícil.
Además, esta última parte comienza cometiendo el protagonista un asesinato. Es cierto que para poder huir, pero es un acto contrario a su ideal. Por eso sus reflexiones sobre sí mismo tienen un nivel de profundidad sobre esta temática que no se aprecian en las otras dos cintas. 
La que más me ha gustado ha sido la primera, porque es la que sitúa toda la historia, presenta los personajes, muestra los ideales y conforma la iconografía de toda la epopeya.
El viaje a pie que emprenden es, en realidad, un viaje interior hacia el desencanto personal. Por la guerra, por la violencia, por el rechazo de sus propios compatriotas, por el comunismo, por el ejército, por la solidaridad humana... poco queda después de tanto sufrimiento del yo interior que inició el protagonista dos películas atrás. 
O quizá sí, sí queda algo de dichos ideales. Probablemente la respuesta a su plegaria es un encuentro con sí mismo al final del peregrinaje: todo merece la pena si te reencuentras con tu amor. Es ese sentimiento el que libera de manera catárquica al ser humano. Lo que justifica su existencia y lo que le dignifica en la tierra. Se es más hombre, en definitiva, si se ama. 
Una cambia cuando debe matar o morir.

domingo, 4 de mayo de 2025

§ 3.809. La condición humana II: El camino a la eternidad (Masaki Kobayashi, 1959)

 

Los perros de la guerra. El horror del campo de concentración en la primera parte, la bestialidad de la guerra en la segunda. Retrato descarnado, salvaje y sin pudor ni reparo sobre el funcionamiento interno de un ejército por dentro. A la brutalidad de la contienda, del enemigo, de las circunstancias del combate y del conflicto, hay que sumarle la sinrazón interna, el desprecio por la humanidad y todo lo que tiene que ver con valores cívicos, pacifistas, sensibles. sociales. No se sabe qué es más peligroso, si el enemigo o los oficiales del propio ejército. 
Como película no funciona si no se ha visto la primera parte. Pero como continuación es un retrato vitalista de una vida mísera en una guerra sin sentido que el Japón tenía perdida desde siempre, desde antes de empezar. Toda la ritualidad, todo el boato, toda la ceremonia y pompa, todo el argumentario artificioso solo tiene un propósito: mantener el poder militar aunque éste no sea necesario.

§ 3.898. Tu nombre envenena mis sueños (Pilar Miró, 1996)

Muy bien rodada. Gran guión (que procede de una novela de Jesús Leguina), excelente ambientación y diseño de producción, actores en su punto...