miércoles, 11 de septiembre de 2024

§ 3.488. Ave del paraíso (King Vidor, 1932)

 
En esta película, no así en otras, noto mucho que el tránsito del cine siente al sonar tuvo más dificultades de las que provoca únicamente la incorporación de la voz. Y se nota en dos aspectos. En primer lugar, en la cantidad de música, prácticamente durante toda la cinta, también cuando se habla o se articulan diálogos. Y, en segundo lugar, por la estructura de los planos, siempre fijos, con poco movimiento y en un plano medio que no juega con cambios de orientación o de zoom. Una estructura fílmica más primitiva, menos desarrollada, más primaria. Pero lo que importa, en el cine y en la vida, es si es bello o no. Y el resultado sí lo consigue. Es bello. Tiene gracia, es interesante y, en definitiva, se deja ver y es agradable. El blanco y negro es muy poco consistente, pero no está deteriorado, aunque tiene por momentos granulaciones blancas.
La pareja Dolores del Río y Joel McCrea tiene química, especialmente debajo del agua. Escena my atrevida que quizá no hubiera salvado el Código Hays que se implantó el siguiente año. 
Me ha gustado mucho y me gusta mucho King Vidor, un director claramente a reivindicar. Maestro de maestros.

martes, 10 de septiembre de 2024

§ 3.487. Sueños de príncipe (Anatole Litvak, 1936)


Un tema bonito, trillado, muy cinematográfico, bien rodado, con ritmo y fondo. Relato histórico más o menos fidedigno del Romana de un Archiduque Austríaco con una mujer, al margen, naturalmente, de su matrimonio oficial.
Queda algo ajada por momentos, no ha envejecido del todo bien. Se deja ver, tiene un metraje muy razonable. Uno de los primeros papeles de Charles Boyer, que apuntaba maneras...
Muy bonito el blanco y negro, aunque algo 'granuloso', se nota que ha habido mejores materiales. Una copia decente, sin más.
Me gusta muchos Litvak, tiene cosas verdaderamente estupendas, obras maestras del cine. Un hombre con una historia personal de los más interesante, digno de estudio.

lunes, 9 de septiembre de 2024

§ 3.486. Y Dios está con nosotros (Guiliano Montaldo, 1970)

 

Son muchas las películas sobre campos de concentración Nazis. Algunas extraordinarias, otras no tanto. Está va sobre campos de concentración en la IIGM, pero no de campos Nazis, sino de campos regidos por aliados en donde se encerraban presos militares alemanes, capturados o sencillamente desertores.
Al parecer la historia que cuenta es cierta. En un campo de concentración regido por canadienses se hace coincidir a dos desertores con el resto de militares alemanes capturados, provocando enfrentamientos y un juicio sumarísimo por traición, con naturalmente conlleva la muerte. Pero, ¿Cómo va a llevarse a cabo esa resolución en tiempos de paz y dentro de un campo de concentración?
Difícil. Es, desde luego, una problemática la que plantea complicada y extraña a la dinámica lógica del final de una guerra, pero no puede decirse que su responsable escore temas controvertidos. Parece que le encanta la polémica y los temas difíciles.
No he visto mucho más de él. Ésta y Sacho y Vanzeti, que era interesante y noticiadle, aunque no brillante. Sí buena, pero no brillante.
Ésta es dura y seca. El relato está bien filmado, quizá un poco larga. No elude las circunstancias más polémicas, a veces funcionado como un semidocumental.
Me ha gustado, es interesante, se deja ver y sirve como contrapunto al clásico relato más trillado y blandito que suele dividir a los contendientes en buenos (los que ganaron) y malos (los que perdieron).

lunes, 2 de septiembre de 2024

§ 3.485. Becket (Peter Glenville, 1964)

La tengo en el archivo de cintas por ver desde hace muchos años, no menos de diez. Su metraje desmesurado, dos horas y media, aconsejaban buscar el día perfecto para ello. Un día normal no es el idóneo para ello, amén de que la temática algo espesa y poco dada a frivolidades no aconseja tomarse la cinta a broma.
Debo haber elegido muy bien el día porque la película me ha encantado. Dos actores en estado de gracia, una temática inglesa que sólo un inglés es capaz de comprender en su integridad, y unos recursos estupendos concluyen una obra verdaderamente magnífica. Es estupenda, en su planteamiento, en su desarrollo, en su conclusión. Un trabajo de guión muy logrado -y no es nada fácil- trasmite la idea que sustenta la trama de forma muy fidedigna. El duelo interpretativo entre O`Toole y Barton es prodigioso. Dos personalidades muy diferentes que entienden la política, la vida, las lealtades y los afectos de forma bien diferentes. No sé si hay alguna anécdota del rodaje de esta película, pero me hubiera encantado estar presente mientras estos dos grandes bebedores trasegaban un par de botellas de whisky. Ambos tenían fama de ser unos borrachos excelsos, inagotables, oceánicos. Probablemente de los mejores de la historia del cine.
La historia camina con suavidad, se encamina hacia un desenlace previsible e inevitable.
Primera película que veo del director. Me ha gustado mucho. A la altura de las mejores de este peculiar género a medio camino entre la historia, la ficción, el relato y la leyenda.

§ 3.484. Mi hija Hildegart (Fernando Fernán Gómez, 1977)





 

Siempre me ha gustado esta historia. La he oído en podcat, he leído el libro de Almudena Grandes, y me ha llamado mucho la atención. Es como una especie de muerte oficiosa de la pedagogía de izquierdas, la asunción de la posibilidad de redimir al ser humano a través del estudio, la dedicación y el trabajo constante. Un desquicie. En toda regla, en una sola palabra.
El relato que hace Fernán Gómez es sobrio, sereno, tranquilo, sin estridencias, sin efectos circenses, sin bobadas. Directo al grano, sin pausa pero sin prisa. Nada artificioso, todo muy natural. Pero se hace un poco pesada, densa, clara en su exposición pero oscura en su desarrollo.
Me ha gustado mucho, naturalmente, Amparo Soler Leal, probablemente uno de los papeles de su vida. Carmen Roldán funciona, pero no sé qué le veo que no la encajo del todo. Es un papel difícil, claro. Carece de prototipos y, además, no es sencillo emular el modelo original.
Le sobran veinte minutos. Es una película de hora y media. Punto. Sin más.
Tengo que ver más cosas de Fernán Gómez, un gran cineasta. Mi padre dice que también escribe muy bien, que domina el relato de manera magistral, así como el tiempo y el modo de la novela.

sábado, 31 de agosto de 2024

§ 3.483. La noche de los generales (Anatole Litvak, 1967)


 

La última vez que la vi fue el 9 de julio de 2014. Creo que es la tercera vez que la veo completa. En algunos momentos he visto algunas partes sueltas. Es un estudio sobre el poder y su abuso, sobre la capacidad ilimitada del ser humano de ser malo y demostrárselo a sí mismo.

El análisis de los tres personajes principales, los tres generales, representa tres maneras distintas de afrontar la vida militar, el devenir de las batallas, y el cómo enfrentarte al problema de la guerra misma. Un punto de cinismo, un creído en el asunto pagado de sí mismo, y un pragmático. Seguramente hay más modelos, más formas, pero estas tres están muy bien narradas.

La experiencias de verla por primera vez es muy satisfactoria. Te metes de lleno en el papel de forma rápida. Los trajes, el ambiente, los coches, las conversaciones. 

Me ha gustado mucho, especialmente Donald Pleasence. Tan sobrio y tan frágil, tan dúctil y tan firme. 

Litvak, uno de los grandes.


§ 3.482. El puente sobre el río Kwai (David, Lean, 1957)

Muchas veces vista, siempre estupenda. Una obra de arte.

§ 3.491. Así acaba nuestra noche (John Cromwell, 1941)

  Una cinta casi propagandística muy en la línea del Hollywood de aquellos años en los que el cine se puso de parte del bien y contra el mal...