sábado, 25 de marzo de 2017

WALSH, Raoul. Fiebre de venganza (1953)

¿Es Raoul Walsh el director más versátil de todos los tiempos?. Cuidado con la respuesta, no es tan sencillo. Está Wise, Fleischer, Hathaway...
Puede ser que le falte algún musical claro está, alguna de miedo, pero lo que es cine de género clásicos, es un campeón. Además filmó 82 películas una cifra importantísima... nada fácil de alcanzar.
No reconozco en él un director con gran clase, con mucho estilo. No es un gran encuadrador, no maneja una cámara con tráveling, ni tiene ningún toque especial en cuanto a las  tramas, los guiones, decorados o demás... pero desde luego es cine en estado puro, en estado purísimo...

viernes, 24 de marzo de 2017

SIRK, Douglas. Su gran deseo (1953)


El melodrama es el territorio preferido de Sirk. Director maravilloso, Capaz de explorar estancia recónditas del alma. Un director de emociones primarias, llorar, gritar, mirar desgarradamente, separaciones traumáticas, celos...
Barbar Stanwyck es todo una emocionalidad, todo un torrente de pasión. Una mujer de belleza singular, impropia en un mundo de bellezas superlativas. Sin embargo sus dotes para la actuación cinematográfica son excelsas, siempre desde un tono de femme fatalle...

jueves, 23 de marzo de 2017

VAN DYKE, W. S. La cena de los acusados (1934)



Se veía perfectamente. Es de 1934 y el sonido y la cinta están en perfecto estado, se ve y oye perfectamente.
Dos actores muy interesantes, Willian Powell y Myrna Loy, dos estrellas de toda la vida, un buen guión, una buena cámara, una buena trama... y un resultado brillante.

Un estudio más detenido véase en : https://www.blogdecine.com/reflexiones-de-cine/la-cena-de-los-acusados-el-comienzo-de-una-saga

miércoles, 22 de marzo de 2017

CORMAN, Roger. El palacio de los espíritus (1963)


Estas película góticas, con guiones elaborados sobre cuentos de por, o de Lovecraff, y en este caso, al parecer, de los dos a la vez son, en general, entretenidas. Como esta, que se puede ver, te mantiene el interés pero poco más. No se puede decir que sea una obra grande. Es como las demás de él de este tipo, casi todas iguales: agua, truenos, miedo escénico, chicas guapas vestidas preciosistamente, hombres con barba y mirada acuosa, con oscuros intereses y conectados con el más allá.
Su mejor película es El Barón Rojo, sin lugar a dudas, con escenas de aviación magníficas...

martes, 21 de marzo de 2017

DE VITO, Danny. Hoffa, un pulso al poder (1992)


Hace años me pareció una película my bien hecha. Ahora, quince años después de haberla visto por primera vez, la verdad, me parece una cinta normalita. Sin más. Por momentos buena, siempre interesante, y con una temática que me llega, y por eso la aprecio. Pero no es especialmente buena cinta. El guión es bueno aunque un poco efectista. Es evidente que va a suceder algo en la cafetería en donde al final desaparece. Los actores están en su sitio, sobre todo DeVito, pero Nicholson está un poco sobrepasado. Habría que conocer al personaje real, claro, para poder apreciar si su actuación es tan histriónica como parece. A lo mejor era así de excesivo, de neurótico. Me gusta Armad Assante. Es un sólido. Da credibilidad, empaque, solvencia. Es el clásico secundario imprescindible.
El resto del guión es bueno, sabes qué quiere decir y a dónde te conduce. 
Es una película solvente, que se puede ver y con la que aprendes. Eso tipo de biotip típicamente americanos.

lunes, 20 de marzo de 2017

MANN, Anthony. Cimarrón (1960)


Pues le falta algo. No sé qué es, pero le falta algo... Está bien hecha, muy bien rodada, bien trabajada, una epopeya nueva, pero para ser de quien es esperaba más, mucho más. Un título conocidísimo, pero que no corresponde con lo que se espera. Y no son los actores, ni el diálogo, ni el guión, ni los escenarios, que son magníficos, como todo Mann. Es que hay algo que no encaja. No se explica ni de dónde viene Cimarrón, ni por qué es así, ni cuál es la razón del amor que siente por la chica guapa... y no tanto por su mujer. ¿O sí?.
Es eso que hace que una película sea mítica o simplemente buena. Y esta es buena, pero no mítica.

domingo, 19 de marzo de 2017

FORD, John. Cuna de heroes (1955)

   Este post está dedicado a Pepe Luján, que el otro día me preguntó, en la toma de posesión de D. Alfredo Montoya como Magistrado del Tribunal Constitucional, si Eastwood era un nuevo Ford. No sé si lo leerá, pero voy a intentar explicarme..
   Esta película, Cuna de Héroes (1955) es muy de Ford, y sirve bien al planteamiento que quiero hacer.
Ford no era un hombre cinematográfico, hacía películas, pero no buscaba articular discursos cinematográficos, no es Wilder, ni Wyler, no es Preminger, ni Lang... ni Hitckock, obviamente, ni es Robert Wise, ni Siomadk, ni Tournier, ni Huston... Es Ford. Y eso que significa exactamente?. Es sencillo, Ford es el cronista de lo cotidiano, no de espectaculares construcciones ornamentales poco creíbles aunque efectistas. 
   No busquen en Ford cosas excepcionales. Es el director del día a día, de las cosas comunes, de lo cotidiano, de lo ordinario. No necesita, no quiere, montar sus películas sobre suceso o acontecimientos fuera de la realidad. En ninguna película de Ford las cosas que suceden pueden no suceder en la realidad. Por eso no rodó ciencia ficción, o cintas sobre el futuro. Sus héroes, sus personajes, no son ni dioses ni antihéroes, son humanos, con errores y sufrimientos, con pasiones ordinarias, normales. No tienen el peso del mundo sobre sus cabezas, no son líderes morales que pretenden con su ejemplo contribuir a que la sociedad prospere.     
   Ni siquiera están seguros de que su obrar sea el adecuado, ni siquiera están seguros de que si se volvieran a encontrar con la situación que tienen se comportarían igual, de manera idéntica. Lo que sí tienen sus personajes es autenticidad. Absoluta y radicalmente autenticidad. Son como son las personas excepcionales en situaciones ordinarias.
   Desde ese punto de vista hay películas de Eastwood que sí pueden ser fordianas. Medianoche en el Jardín del bien y del mal, Gran torino, o mismamente Sin perdón.
   Frente a los grandísimos directores que he nombrado, que sí necesitan articular una película alrededor de sucesos extraordinarios, Ford hace una obra de arte como esta con cuatro cosas, ninguna de ellas especialmente aprovechable por los otros directores, y ninguna de ellas singularmente noticiable.
   Otra de las características de Ford, desde un punto de vista técnico es que la cámara siempre es un tercer narrador objetivo, que no se posiciona por ningún personaje y, sobre todo, que es utilizada como un instrumento narrativo. Escribe en tercera persona, narrando acontecimientos, situaciones y pasiones desde fuera, sin tomar partido. No encontraran en todo Ford un contrariado, un trávelling, un juego de sombras y luces... todo lo que hace con la cámara lo podríamos hacer cualquier humano. Poner la cámara en el sitio y abrir el obturador. La diferencia es que él ve por la cámara, mira de forma distinta y ese es su mérito...  Con la cámara te cuenta lo que ocurre, sin más.
   Desde el punto de vista emocional, su emotividad es siempre natural, siempre sobria, solemne, discreta, serena. No hay desgarros, traumas, pasiones desbocadas. Es naturalidad, tranquilidad, objetividad.
   Ford es, en definitiva, un narrador de historias cotidianas, que busca en la normalidad de las emociones su material para las películas. Huye de efectismo, de situaciones complicadas, de tramas complejas y poco creíbles en la realidad. Es naturalidad, tranquilidad, emotividad suave, serena, objetiva...
   Y claro, no lo olvidemos, es Tyrone Power, el mejor actor de su época, de largo (quizá junto con Ray Millan, obviamente) y Maureen O´Hara, dos bestias sagradas del cine.
Cuando Ford hace de Ford, me gusta, me gusta hasta los créditos de la película... 
Eastwood es, obviamente, un director magnífico. Pero simplemente no es Ford, aunque algunas de sus películas puedan ser Fordianas...
   Esta cinta en concreto me ha encantado. No la había visto. Me gustan dos cosas de ella. La determinación irlandesa de permanecer en el ejército de la mujer de protagonista, y la escena de como muere y como, simplemente, él se queda viudo. Sin más. No hay dramas más allá de la realidad. No hay desgarros, te los imaginas, pero no te los muestra. El hombre que hace de cada día su obra de arte, que simplemente de lo mejor de sí mismo en todas las circunstancias, sin pretender trascender, sin darle a su quehacer un sentido determinista es un hombre Ford. Eso te prepara, llegado el caso, y como ocurre en sus películas, a desempeñar en algún momento un papel protagonista en una determinada historia (que es, exactamente, el caso de esta cinta), pero cuando te comportas como siempre has hecho, cuando haces lo que sabes, porque lo sabes, porque lo has hecho en muchas ocasiones, no reclamas para ti ningún mérito, ningún oropel, ningún papel estelar. Simplemente lo haces porque lo has hecho. Lo haces porque es lo que tienes que hacer. Lo haces porque es lo un hombre o una mujer de su tiempo hace cuando lo tiene que hacer.
   No es, obviamente, El Hombre tranquilo, ni Escrito bajo el sol... no es una de sus mejores cintas, naturalmente... Pero es excepcional, solo un paso por debajo de ser considerada una obra de arte.

§ 3.776. Las protegidas (Francisco Lara Polop, 1975)

Una de las películas típicas de la transición.  Metraje civilizado, asuntos tórridos, sordidez estructural, un guión más o menos estructurad...