jueves, 4 de julio de 2024

§ 3.464. La terrorífica noche del demonio (Jean Brismée, 1971)

 

Tiene unos diez primeros minutos verdaderamente interesantes. Imaginas lo que puede ser y pasas toda la película pensando cuál es la conexión con el resto de la trama. Única película de su director, probablemente relacionado con el cine aunque no en los meollos de sus círculos más internos.
Un erotismo naif digno de mejor causa, que no se sabe muy bien a qué viene y para qué sirve intenta adornar una historia que promete, pero que no consigue arrancar del todo. A la media hora consigues entenderlo todo, pero transita por lugares comunes y trillados y  carece de imaginación.
La protagonista, la mujer que hace de súcubo es realmente espectacular. Se llama Erika Blanc, y es de una belleza despampanante, mayúscula, mastodóntica. Pelirroja, alta, con cadera y pecho, una piel blanca y una piernas largas. Una mujer guapísima.
La cinta es lenta, y le sobran 20 minutos. En un metraje de 80 minutos estaría perfecta. Tiene algo de cinta de culto, la idea de unir los pecados capitales con asesinatos es interesante. Y aunque probablemente Seven no está inspirada en ella, siempre te quedará la duda de si Fincher la vio y, de alguna manera, le dio claves interpretativas para montar su película, bastante mejor que esta, no creo que hay a ni que decirlo.
Le falta la gracia y los lugares comunes y conocidos de las de vampiros de nuestro "Fantaterror", que es un género verdaderamente interesante. Se queda a medio camino entre una película solemne, seria y una frívola. Y más allá de las deficiencias técnicas y de guión, lo que lastra la cinta es la ausencia de ritmo, de pulso. Puedes suplir con un buen montaje la falta de talento actoral, pero si montas mal la cinta, la cosa no funciona. Es una regla que supongo todo el mundo sabe o conoce, a mi, al menos, me parece básica. Un buen montaje te arregla una mala película, pero un mal montaje puede destrozarte una buena película. Ésta quizá nunca fue una "buena" película, pero el montaje destroza todo lo bueno que pudiera tener. La música, además, es infame, entre neogótica negra y electrónica.
Deficiente película. Me ha decepcionado. Esperaba más de ella. No sé por qué, pero esperaba más de ella.


miércoles, 3 de julio de 2024

§ 3.463. El puente de Waterloo (Mervyn LeRoy, 1940)

 
Un clásico de amor de toda la vida, restaurado y en formato Rayo Azul. Un banco y negro precioso, brillante y definido.
Un melodrama en toda regla en el que brillan con luz propia Robert Taylor, tan guapo como siempre, y Vivien Leigh, una actriz al que tengo manía. Nunca le he visto la gracia. Será una actriz estupenda, pero la tengo atragantada. En todas las películas suyas que veo me ocurre lo mismo, la veo como Escarlata.
Con Taylor me pasa lo que no me pasa con las actrices bellas. Que no le tomo en serio. Es tan guapo, tan perfecto, tan sumamente varonil, tan canónicamente ortodoxo que su porte y distinción me resta su crédito actoral. Eso no me ha pasado con ninguna actriz. Con ninguna. Sin embargo con él sí me pasa. Y es injusto. Es un muy buen actor.
La estructura del melodrama es clásica, ortodoxa. Circular y en una estructura retrospectiva. Bonita, delicada, emotiva por momentos. Sentimental y efectiva, pero eficaz. 
Me ha gustado mucho.


martes, 2 de julio de 2024

§ 3.462. Alma perdida (Dino Risi, 1977)

Subyugante historia oscura y cerrada que juega a ocultar pasados perversos en vidas formalmente impecables. Seguro que a Buñuel le gustaba. Tiene esa mezcla de formalidad e hipocresía.
Un perverso, aunque solemne, Vittorio Gassman es el epítome del burgués: falso, malo, con todas las virtudes sociales pero todas las perversiones personales. La familia es un juguete con el que entretenerse, la mujer el objeto de la sumisión que proclama en todo momento a su voluntad. Severo, nada bondadoso, malsano en sus relaciones de dominio y terror sordo.
Catherine Deneuve, siempre tan bella, tan mujer, tan contemplativa, en este caso tiene un aíre de loca, de persona que ha perdido la cabeza. No definitivamente, no se trata de que esté enferma hasta esa punto. Es que, sencillamente, la vida le ha conducido a caminos para los que no estaba preparada.
Me ha gustado el tono oscuro y perverso de la historia. Me recuerda a la Nicolas Roeg, Amenaza en la sombra, de 1973.


 

§ 3.461. El muelle de las brumas (Marcel Carné, 1938)

No he visto nada de Carné, y tenía ganas. Un representante del realismo francés, muy entonado antes de la IIGM, con gran prestigio y con cintas de culto. Probablemente un antecedente inmediato de la Nouvelle Vague, aunque es sólo una reflexión, ni tengo información ni es una conclusión que he sacado por mi mismo.
Tiene es punto del primer King Vidor, basando, como el americano, todo el peso dramático en el realismo de la trama. Tiene algo de enseñanza de la vida, de argumento moral, de presupuesto de actuación futura. Me obliga a una reflexión, moral, ética y estética, que no siempre me agrada. No veo cine para 'aprender', sino para disfrutar. Y este tipo de películas, como las de Renoir, por ejemplo, o como las de Rossellini, me provocan una cierta animadversión inicial. Son lentas, duras, secas, a veces rancias. Y, sin embargo, luego, al terminar de verlas, descubres que son estupendas, maravillosa, ejemplares, y con los años las recuerdas y su rememoración te agrada y satisface.
Está muy bien rodada, el guión es una fábula de un desertor y su encaje en la sociedad. Me ha gustado mucho, tengo que visitar más a Carné.

§ 3.464. La terrorífica noche del demonio (Jean Brismée, 1971)

  Tiene unos diez primeros minutos verdaderamente interesantes. Imaginas lo que puede ser y pasas toda la película pensando cuál es la conex...