domingo, 2 de febrero de 2025

§ 3.676. El ídolo caído (Carol Reed, 1948)

Le escuché al Fiscal de los Cowboys que esta película era una joya olvidada, o escondida. Era en una sección, El Cofre del pirata, que luego desapreció. Se trataba de recuperar películas interesantes que habían pasado desapercibidas en su momento pero que verdaderamente eran magníficas.
Generalmente las películas con niños no me gustan, me parecen artificiales y difíciles de comprender. Nunca sé muy bien cuál es el términos adecuado para verlas, si desde su óptica o desde la del adulto con el que se relaciona. Si son cintas en donde sólo intervienen niños directamente no la veo. 
Esta verdaderamente es magnífica. Tierna y delicada. Con una trama sugestiva e interesante, rodada con verdadero tino y sensibilidad. Sólo como lo hace un grande como lo es Reed. 
Ralph Richardson está espléndido, íntegro, lleno de energía contenida y cautivador. Michèle Morgan es su amante, una actriz que le he visto menos. Y la tercera en discordia es Sonia Dresdel, que no la recuerdo en ninguna película (sólo participó en diez).
El niño es Bobby Henrey, que tampoco le recuerdo en ninguna cinta, porque sólo hizo ésta cinta.
Me ha gustado mucho. Puede pasar por un gran clásico. Escenario, atrezo, guión, música, fotografía y esa vaporosa atmósfera que sólo las grandes películas consiguen. Los planos y encuadres son magníficos, el tono de sinceridad del niño, de verdadera inocencia, encaña a la perfección con el esfuerzo que hace el protagonista para ocultar su idilio con la querida. Es una verdadera ternura. 
El descubrimiento de la verdad le hará crecer a toda velocidad, dejando de ser quien es

§ 3.675. Cartas boca arriba (Jesus Franco, 1966)

Cinta de la época francesa del tío Jess en donde ya comenzaba a desparramar. Argumento loco, loquísimo, producto de una imaginación desbordante para el cine, sobria puesta en escena, a veces parodiando las películas de 007, otras las clásicas de cine negro americano, con actores de segunda fila, excepción hecha de Fernando Rey (que no aparece mucho, no tiene muchos minutos de películas), y un metraje siempre muy civilizado.
Me gusta la forma en que expone el argumento, el blanco y negro tan sobrio y nítido, pero la película es prescindible, totalmente prescindible.
Por más que prestes atención, que quieras que te guste, tanto la trama como la puesta en escena terminan aburriendo y cansando. 
Bonitas escenas de la costa mediterranea, al más puro estilo James Bond, aunque con un tratamiento que a veces parece ser Cuba o cualquier otro país caribeño. El actor principal es Eddie Constantine, que le he visto muy poco. La actriz principal es Françoise Brion, una de tantas francesas de la que también he visto muy pocas cosas, otras de Franco y el bodrio aquel de Preminger, índigno de él que se llamaba "Desafío al mundo (Rosedub)", de 1975.
Robot del mismo grupo sanguíneo, planes para apoderarse del mundo, organización en la sombra siempre servida por pérfidos malignos que se rodean de chicas guapísimas. Un poco delirante todo. Así hay que intentar verlo, desde la pura y barata diversión más plana y simple. No hay de dónde agarrar.

sábado, 1 de febrero de 2025

§ 3.674. El valor de un cobarde (León Klimovsky, 1969)


Ladrones del oeste, traidores, tiros, algo de amor, un punto de película conocida ya muchas veces vista y noventa minutos. Es lo que tiene la película.
Embuste y traición. Pero entretiene. Cosas del Spaguetti Western, que no es un género menor, ni mucho menos. Tiene cosas y una de ellas es lo prolífico que resulta el género, la cantidad de obras que ha producido, el volumen de directores, actores, escritores y cineastas que han trabajado en él.
La historia tiene su aquel, entretiene, deja que pase el tiempo y sirve al propósito que pretende. 
Bien caracterizados los personajes bien narrados, bien trabajados. 
Me ha gustado mucho Sarah Ross, actriz que sólo hizo cinto películas, todas ellas entre 1968 y 1969. También tiene su aquel Diana Sorell, que tampoco hizo muchas más, once en total, siempre en aquellos años.

§ 3.673. Las bicicletas son para el verano (Jaime Chávarri, 1984)

Tenía muchas ganas de ver esta película. Verdaderamente mítica. Basada en una obra teatral de Fernando Fernán Gómez, un artista descomunal, magnífico, longevo y dedicado a varias artes. El cine, como director y como actor, director de teatro, escritor. No me extrañaría que también hubiese compuesto música o actuado como mimo.
Aunque el tema de la guerra civil me cansa, me cansa desde hace poco. Entiendo perfectamente que cuarenta años después de la guerra, y apenas nueve desde el final de la dictadura, la sociedad, la gente, el pueblo, la política tuviese necesidad de revisitar el conflicto. Además, si se hace con el estilo de esta película el éxito está asegurado.
Pero ahora, tras casi noventa años no parece que la necesidad de revisión sea tan acuciante.
La idea de postergación de la vida por la Guerra  es, seguramente, la mejor metáfora que puede hacerse sobre el conflicto entre hermanos. Las cosas que se dejaron de hacer, el tiempo que se perdió en otras cosas, estériles y estúpidas, malsanas y dañinas. Cuando acontece una circunstancia -personal, médicas, vital, etc.- de tal calibre que no te deja pensaren otra cosa. Y esas reflexión -en realidad constatación de una experiencia- vale tanto para las personas como para los colectivos y las sociedades.
Una pena, una infamia que supone que perdiéramos el tren de la modernidad Europea. Conviene no olvidar esa realidad.
España tuerce su rumbo con la guerra. Y tarda mucho en recuperarlo.
La cinta tiene varias lecturas. Evidentemente la familiar es la primera, apreciar hasta qué punto se deterioran las relaciones intrafamiliares por el alzamiento y la posterior guerra, pero también pueden apreciarse otras. El crecimiento de las personas a toda velocidad cuando las dificultades arrecian; la inquietud que se instala en la ciudad de Madrid; la necesaria revisión crítica del planteamiento que ante el conflicto tuvo la población civil, etc.
El reparto es espléndido: Amparo Soler Leal, sobria y tensa, en su punto; Agustín González, verdaderamente brillante; Victoria Abril, una verdadera diosa, dominando a la perfección todos los códigos de la interpretación: seductora, pícara, bella, guapa, moviéndose como si el terreno fuese conocido; y Gabino Diego, un chiquillo que empezaba y que también sobrevuela el escenario con total solvencia.

viernes, 31 de enero de 2025

§ 3.672 Hasta donde los pies me lleven (Hardy Martins, 2001)

 
El director sólo dirigió esta película y otra en 1998 titulada "La gruta del ámbar" que en Filmaffinity no tiene ni un solo voto. Ésta tiene bastantes, más de 3000, y aunque eso no significa gran cosa sí es cierto que concreta si la película es muy vista.
De una manera u otra confirmo lo que vengo defendiendo desde hace muchos años, que a las películas le sobra metraje, que son demasiado largas, innecesariamente largas. Es una cinta que se va a las dos horas y media, cuando se podía contar la misma historia en noventa minutos. Quizá en 120. Pero encomendarse a más de 150 es una auténtica temeridad, sólo al alcance de los directores más valientes, más dotados y más capaces. Y no se trata de juzgar la entrega y la competencia de Hardy, que la tiene, sino de entablar un diálogo razonable con el espectador. Se rompe la magia totalmente. La historia parece más de telenovela que de pantalla grande y hubiera podido durar igualmente 180 o 220 minutos. Da igual. 
Al parecerla película tiene como base el libro de Josef Martin Bauer "Tan lejos como los pies me lleven" (1955) que narra las peripecias reales de un soldado alemán, Clemens Forell, que escapó realmente de un Gulag soviético. Supongo que todas las naciones, incluso las derrotadas, quizá especialmente éstas, necesitan héroes a los que encomendarse en tiempos de zozobra moral. Y en el año que se publicó la novela era de necesaria atención en ese sentido.
El actor principal es Benhard Bettermann. El nombre verdadero del héroe alemán es Cornelius Rost. El protagonista tras regresar a su país redactó su historia, pero al estar algo deslavazada el editor de la novela le puso en contacto con un escritor profesional (Bauer) que le dio forma y consiguió que el relato tuviera una estructura lógica y organizada.
Tiene puntos emotivos y una gran fotografía, especialmente en campo abierto, un gran color.
Se deja ver, y no funciona mal, pero mi apreciación iniciales correcta. Me parece muy larga.

§ 3.671. Crepúsculo en Tokio (Yasujiro Ozu, 1957)

Te hacen daño las cosas que cuenta Ozu. Te arañan, te hiere, te horada, te zahiere, te molesta, te culpa, te importuna, te hace sentir profundo y trascendente. Bajo la aparente sencillez de unos
planos que no se mueven, que no hacen espectáculos circenses ni travelling, ni nada parecido, se esconde un profundo dominio del plano, de la imagen, de la centralidad de lo visual en el lenguaje cinematográfico.
Me encanta la cara de Setsuko Hara, una musa de Ozu. Y también me gusta mucho Chishu Ryu, otro habitual. Si no recuerdo mal son los dos protagonistas de Primavera tardía, una de las mejores de Ozu que he visto, por no decir que es la que más me ha gustado suya. Más que ésta quizá. Cuentos de Tokio, siendo buena, no me acabó de llegar.
Intimista, melodramática, pero alejada de la lágrima y la emoción epidérmica. Parece un film maduro. Es difícil cogerle la dinámica. Parece un corte trasversal de la vida de las gentes. Podría haber grabado este episodio en la vida de esta familia u otro anterior. No es el qué, es el cómo. Y ese "cómo" lo domina a la perfección. Un cineasta de los más interesante. 


jueves, 30 de enero de 2025

§ 3.670. Tata mía (José Luis Borau, 1986)

Me ha gustado mucho todo lo que he visto de Borau. El tratamiento del campo y de los "señoritos" es peculiar, desde una perspectiva servicial, de débito. Una visión antigua, de una sociedad ya pasada, caduca, antigua, pero seguramente muy vivida por el director. 
Las relaciones con el pasado no siempre son idílicas. Antes al contrario, suelen ser complicadas. 
El guión está perfectamente organizado. Todo funciona a la perfección. Bien puede ser la mejor película de Borau. Desde luego a la altura de Furtivos, que a mi parecer es la canónica suya.
Me ha gustado mucho Imperio Argentina. Y también Carmen Maura que hace un papel estelar, estelar de verdad. Por supuesto Alfredo Landa y Xabier Elorriaga, que hace mucho que no le veía en alguna película. También Miguel Rellán, claro, aunque no es un actor que nunca me haya hecho mucha gracia. También interviene Marisa Paredes y Enma Suárez. Un reparto estelar.




§ 3.893. Exorcismo (Juan Bosch Palau, 1975)

  Al calor de la moda impuesta por el éxito internacional (y sin precedentes) de la película de William Friedkin El exorcista (1973), la ind...