domingo, 29 de enero de 2023

§ 2.921. Jubal (Delmer Daves, 1956)

 
Me ha gustado mucho. Es la segunda vez que la veo. Todos los tópicos de una película de este género conviven en ella.
Glen Ford como siempre está magnífico. También Borgnine (sobre todo en la segunda parte), pero no tanto Steiger, que le he viso en mejores películas. Está soso, sin alma, fuera de sus registros más certeros, que son aquellos que le acercan al histrionismo, a la marginalidad, a la rareza. No era un actor para hacer papeles de hombre corriente.
Un tratamiento muy cercano a los melodramas de celos y venganza. El resentimiento es el motor de la venganza. 
El arquetipo de Western perfecto. Varios tópicos del género se nos muestran, aunque de manera algo fría y desinteresada.
Vaquero (Glenn Ford) contrato por terrateniente (Ernest Borgnine) que está casado con una mujer muy guapa que se le insinúa al nuevo recién llegado. Se va situado como hombre de confianza y levanta los recelos de los otros vaqueros, especialmente de uno (Rod Steiger) que ya había tenido en el pasado un affaire con ella. Todo marcha bien hasta que se convierte en capataz y estalla la guerra soterrada de celos, amarguras, traiciones y venganzas.
Es acusado injustamente de cometer adulterio, provocado en gran parte por la actuación de la mujer que deja entrever falsamente esta circunstancia y el patrón intenta asesinarle. Otro vaquero le ayuda a defenderse dándole un arma y el desenlace fatal era lo previsible. Nada hace presagiar que el resto de trabajadores y demás pobladores no le ahorquen pero al final en un requiero del propio destino consigue aclara las cosas y abandona el rancho con una mujer que pertenece a una caravana que había estado varias días en un arroyo de la finca con permiso del patrón.

§ 2.920. Gritos y susurros (Ingmar Bergman, 1972)

 

Estupendo ensayo sobre la incomunicación y el afecto. Difícil de ver, como todo Bergman, pero muy interesante. Los prototipos de personajes están perfectamente matizados. 
El color rojo, en sus varias tonalidades, lo preside todo. El amor y el sexo, pero también la muerte y el dolor. 
Tres hermanas con sus diferencias y su semejanzas viven la agonía en el cáncer terminal de una de ellas recordando sus vivencias y su vida en común. Duelo actoral del que claramente sale vencedora Liv Ullmann. No solo es guapísima, sino que destila clase, estilo, personalidad, potencia. Es, claro, el papel más brillante de todas ellas. Frívola y muy sensual. Harriet Andersson es la hermana enferma y verdaderamente es su suplicio verla respirar y llorar de dolor, además de que está siempre en cama y muy desmejorada. Y el personaje de Ingrid Thulin, la hermana más firme y seca, probablemente la de vida menos satisfactoria, tiene la dificultad de empatizar con el espectador.
Al parecer está muy bien considerada dentro del ranking de las películas de Bergman. No es de las que más me han gustado, aunque ciertamente es muy impactante. Fue un éxito de crítica y público, algo no del todo usual en el director.

sábado, 28 de enero de 2023

§ 2.919. Una vela para el diablo (Eugenio Martín, 1973)

Una versión spanish kitch del terror de toda la vida. Pero realmente muy bien hecho. Entre drama religioso y terror gótico plantea perfectamente la cuestión, y narra las consecuencias de manera magistral. Si en vez de estar rodada en España fuese inglesa estaríamos hablando de una cinta mítica. Estoy convencido. Siempre he entendido que el mejor terror es el británico, esa mezcla de barroquismo en la puesta en escena y sobreentendidos tan típicos y clásicos. Esas elipsis, esta forma de contar sin decir, de hacer ver sin exponerlo claramente.
Funciona a la perfección. Expone perfectamente las angustias y los temores de las hermanas, con un toque de lesbianismo y frustración personal importante. Hay un punto de fervor religioso que pretende sustituir a la sensualidad que está muy bien conseguido.
La película está rodada en Ronda. En un momento dado una turista dice: "La piscina está en el Parador". Por un momento pensé que podía ser Arcos de la Frontera, pero es Ronda. Al menos eso he leído en un blog. 
Me ha gustado mucho Aurora Bautista, que es quien de verdad da miedo. Lleva el peso de la cinta en todo momento. Lo que ocurre alrededor de ella es la trama.
El resto de actores están decentes, pero no imponen su sello dramático como sí lo hace ella. Además es una mujer muy guapa.

§ 2.918. Como en un espejo (Ingmar Bergman, 1961)

 

Una película difícil. La última que me quedaba por ver de la trilogía El silencio de Dios (las otras dos cintas son: El silencio y Los Comulgantes). Es la primera de las tres. No sé muy bien por qué se llama así. En las otras dos sí es cierto que hay un alto componente místico y religioso.  Pero en ésta no se aprecia tanto (tampoco en El Silencio), más allá de las alucinaciones de la hija.
Hay algo de imposibilidad del hombre para situarse en el mundo, para comprender su lugar y a qué se dedica, por qué está en él. Y, sobre todo, en las tres, pero en esta especialmente, lo que se aprecia claramente son las dificultades para situar al hombre en relación con sus seres queridos. Sobre todo con los hijos. Si todo autor, si todo creador deja algo autobiográfico en todo lo que hace, es evidente que Bergman tenía serio problemas con sus hijos. Qué era un auténtico 'utilizador' de mujeres, por no emplear una palabra más fuerte, era conocido. Pero el aspecto relacionado con sus hijos no lo conocía. Es evidente que sufre por ello, porque lo deja más que claro con varias cintas. Ésta, por ejemplo, Saraban, etc.
También es llamativa la frecuencia con la que sus personajes sufren enfermedades mentales, esquizofrenia particularmente. Es evidente que le llama mucho la atención y que es más que un recurso estético o estilístico. Es algo que le atormenta y le hace sufrir. No sólo que le llama la atención. No es un recurso, es un hijo conductor en toda su obra.
Los personajes de la cinta son interpretados por Harriet Andersson, Gunnar Björnstrand, Max von Sydow, y Lars Passgard. Los tres primeros son actores de la 'troupe' de Bergman. Mucho conocidos y grades actores. Me ha encantado Gunnar, en el que me he fijado con cierto detalle. 
Me ha gustado. No es de lo que más me ha gustado de Bergman, pero debo reconocerle una gran capacidad de sugestión.

§ 2.917. La más bella (Akira Kurosawa, 1944)

 

Supongo que no se le podrá criticar a Kurosawa su falta de patriotismo, porque esto es una película abiertamente militarista, probablemente, como he leído a otros compañeros de Filaffinity, de encargo del Gobierno japonés para insuflar ánimos a una población hastiada de la guerra que estaban perdiendo. No creo que eso sea un problema para ver una película. Es más, excelentes directores han jugado a ese juego. Quizá no se trate de una opción voluntaria. Es más, es probable que no tuviera realmente otra opción.
En todo caso, y sea como fuere, la cinta no es de las consideradas grande. Tiene un propósito claro, y eso lastra tanto la estética como el mensaje. Mostrar el 'ardor guerrero' de la población civil dedicada a la fabricación de armas es realmente muy difícil. Mucho más si las protagonistas son mujeres que trabajan en una factoría de fabricación de ópticas militares de manera interna. Viven en la fábrica, allí trabajan y allí enferman. Enferman de trabajar sin descanso, pero también de trabajar sin perspectivas, sin nada por lo que luchar. Sus familias están lejos, su país sólo quiere de ellas su mano de obra. La producción es el objetivo y a su mejora se supedita todo.
Es interesante y tiene momentos emotivos, pero, la verdad, es de las que menos me gustas suyas. Con todo es una película de Kurosawa. 

miércoles, 25 de enero de 2023

§ 2.916. A las nueve cada noche (Jack Clayton, 1967)

Unachi
Clayton me parece un director solido y muy eficaz. Riguroso, canónico y tremendamente profundo. Todo lo que hace tiene sentido, tanto desde el punto de vista moral como estético. Aborda, además siempre temáticas duras, difíciles, siento ésta un buen ejemplo de ello. 
No sabría calificarle desde un punto de vista técnico, supongo que es tan bueno como cualquiera. No veo alardes en lo que importa a los planos, los tráveling, los encuadres, el color, los movimientos de cámara o la sucesión de planos. Un director eficaz. 
Sin embargo desde el punto de vista artístico le veo como un director muy dotado. Sensible y delicado, sabe darle al tono de la película un estilo basado en la emotividad (sin sensiblería) y en una exposición directa y algo descarnada de los sentimientos. No juzga o se posiciona en una parte o en otra de la confrontación de situaciones o de intereses.
Esta película es difícil de ver. Como casi todas las películas con niños no me agrada demasiado. La evolución de los niños ante el fallecimiento de la madre y cómo abordan el duelo y el resto de su vida es el propósito de la cinta. Da casi más para una serie que para una cinta. 
Los diferentes caracteres de los niños están muy bien expuestos. Una chica muy dominante, un varón claramente sádico -con sus propios hermanos-, un chico tartamudo algo retrasado y la chica mayor que ejerce de madre sustituta.
La cinta se vuelve algo tediosa. Es excesivamente lenta y morosa. Los primeros cincuenta minutos de exposición de los personajes y la trama dura demasiado. La llegada del padre de los niños sobre el minuto  55 parece alumbrar otra luz a la historia. Pero no es una luz muy potente. Por más que Bogarde le insufla calidad y madurez no consigue que la cinta remonte.
Es interesante y debe verse, pero no es una película que me llene realmente. De las que he visto de Clayton es la más floja, la que menos me ha impactado.
Seguro que a muchos espectadores les habrá parecido aterradora, sofocante y sumamente perturbadora. Pero no es mi caso. Me parece interesante, sin más. No creo que la historia tenga un propósito escondido, ni un discurso moral por edificar. Me parece que las visiones más allá de lo pretendido por el autor es pura especulación. Y esta cinta es de esas sobre las que corren ríos de tinta, estoy convencido.

martes, 24 de enero de 2023

§ 2.915. Pánico en el transiberiano (Eugenio Martín, 1972)

 
Ayer murió este director, del que no había visto nada, pero sí oído lo buena cinta que es ésta. Película singular, horror ibérico con pocos medios, pero de resultado interesante. Con un reparto más que potente -dentro de los cánones del género- con dos de sus figuras más relevantes: Christopher Lee, y Peter Cushing, a los que acompañan  un siempre característico Telly Savalas y unos cuantos actores españoles, de lo que sólo me suena Silvia Tortosa. Me he fijado también en Alberto de Mendoza, actor argentino más que interesante, al parecer un grande del cine argentino.
Una producción cuidada -trajes, trenes, pistolas, trenes, etc.- con un guión que te mantiene siempre alerta hacen el resto de una cinta con metraje más que contenido, 90 minutos que sólo se hacen largos en el último tercio, ya cansado de tanto tren.
Interesante película que supongo que con el paso de los años se ha erigido en una cinta de culto, rememorada por nuevos espectadores.
Pero le falta la magia que sólo tienen grandes obras muy reconocidas. Y esta no llega a ese nivel. Se ve porque es de un autor español y porque ha coincidido su fallecimiento ayer.