domingo, 14 de mayo de 2023

§ 3.038. Los crímenes del museo de cera (André De Toth, 1953)

 

Me parece de una modernidad sorprendente. Tiene ese toque de las películas de siempre, de aquellas que no pasan de moda, o, por mejor decir, de aquellas que marcan la moda, los estilos, las formas de hacer las cosas.
No sólo en el color, que es estupendo, sino en la forma de abordar la sucesión de historias dentro de la principal. Encajan absolutamente, con facilidad y sencillez. Incluso la música acompaña de verdad.
Que el protagonista es una antecedente de Fredy Kruger no parece que sorprenda a nadie, pero si nos fijamos en su ropa apreciaremos el estilo que tiene, pudiendo ser perfectamente actual: el color negro, el sombrero de ala ancha, la capa a mitad de camino entre una capa española y un gabán argentino, de esos que sirven para cuidar vacas.
Las sombras de la noche, los cambios de ritmo, la profundidad de cámara, y los ruidos y sonidos hacen que la sensación en los momentos climáticos sea agobiante, experimentando desasosiego, intranquilidad y un cierto malestar. Supongo que al lado de las películas de terror actuales, llenas de sangre, sustos y efectos dramáticos el miedo de ésta queda anticuado, casi vintage, incluso infantil y melodramático, pero la cinta está perfectamente organizada, no pierde su interés en ningún momento y es de las recordadas por años.
Me ha encantado.

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