lunes, 13 de mayo de 2019

§ 1.631. Cumbres borrascosas (William Wyler, 1939)

Dicen que era la película preferida de Luis Buñuel. Y no me extraña. No me extraña nada. Me parece una obra de arte. Un guión perfecto, una sensibilidad muy bien conseguida y explotada sin caer en la sensiblería. No es un melodrama, no es algo almibarado. Es verdad, es real, sucede... y las personas que lo viven se manifiestan como en la película.
La libertad de querer como se quiere cuando se quiere. Encontrar en la mirada del otro algo propio, algo nuestro, algo de los dos. No hace falta tener mucho para querer. Es más, hay gente que no tiene nada y quiere. Y lo hace con normalidad, con alegría, con emotividad, con sinceridad.
Merle Oberon está soberbia. Con una luminosidad en la cara que sólo tienen las auténticas estrellas de cine, aquellas que lo son de verdad, aunque, como es su caso, sufriera un accidente que le deformara la cara. Ella es feliz en la roca, cuando el mozo de cuadra le dice que es una princesa, aquella situación que recuerda su infancia. Pero la tensión por David Niven y el mondo que le ofrece es superior a su serenidad con su amor de infancia. Es una tensión que desarrolla muy bien la película, y que los tres personajes labran como si se tratase de orfebrería.
La oferta de matrimonio le provoca una convulsión en su interior. Es algo a lo que no puede negarse. Y a la vez se niega. Pero el mozo oye lo que dice a la criada, sobre la proposición de matrimonio y se da cuenta que no puede casarse con él. Corre tras de él en una escena maravillosa con lluvia intensa que le empapan las ropas. Impresionante...!!!
Se cumplen todas las normas del drama: casorio con poco amor pero mucha serenidad, fortuna en américa del mozo que vuelve y compra Cumbres Borrascosas para ser vecino de su novia de juventud y su nuevo marido. La aparición de la hermana el marido de la niña que fue complica las cosas todavía más.
Lo de Sir Laurence Olivier es de matrícula de honor. Es capaz de desarrollar un personaje con una profundidad emocional realmente impresionante. Principe y mendigo, varonil y arrogante como todo hombre clásico podía ser, pero dulce y suave con la ternura del hombre que se ve perseguido por un amor que le consume, que le tortura y le da veneno y, a la vez, vida y energía. 
La película es de 1939, una cosecha impresionante: Lo que el viento se llevó, La diligencia, El mago de Oz, Ninotcha, Caballero sin espada, La solterona, Los violentos años veinte, Huracán, etc. Pues bien, en algunas de esas 'listas' colocan a esta cinta en el número 68. Es impresionante el ninguneo que se ha tenido históricamente con Wyler. Director más que solvente, más que maestro. Él es el cine. Siempre pensé que Willer era el imprescindible, Lang el enérgico, Preminger el elitista, Sirk el sentimental y los americanos los que conocen el asunto... pero Wyler es otra cosa: es "el imprescindible".
Me parece una película estupenda, una obra de arte. Lleva razón Luis Buñuel, es una obra de arte.

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