Buena película. No me ha gustado tanto como El Abanico de Lady Wintherent, pero bueno. Es demasiado larga, y aunque el despliegue de medios, vestidos, escenarios, diálogos es majestuoso le falta alto para estar a la altura de las mejores películas de Preminger.
La historia no es tan extraña al día de hoy, visitando el día de la Mujer, 8 de marzo. La ambición a veces es el único medio para sobrevivir, no queda más remedio en algunas ocasiones que seguir y subir, continuar, progresar... Pero, al final de la historia, cuando todo termina y tiene que decidir si definitivamente su hijo marcha con su padre y su mujer a Virginia, probablemente para no volver, o hacerlo pasado mucho tiempo, ella cede. Quizá porque sabe que lo mejor para el niño es que abandone el ambiente viciado de Londres y de la corte, pero no cabe duda que hay algo de continuar en el juego en su actitud, dice llorando que es mejor que viaje con su padre, pero el espectador duda si es sincera su actitud, o si, por el contrario, ha cambiado totalmente de actitud.
En todo caso el problema sigue siendo el mismo hoy que hace trescientos años: puede la mujer dedicarse a progresar socialmente (laboralmente, que en estereotipo que plantea la película es lo mismo) si proviene de un origen poco favorecido y es madre.
La película tendría otro ritmo si el director no insistiese tan vehementemente en el amorío con el capitán corsario. Estaría más centrada en la trama principal. Pero en general es una película muy noticiable, de mi director fetiche.
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