Típica comedia de situación, exprimida hasta la saciedad por el guionista y el director. Magistral forma de pasar el tiempo, divertida, alegre, inverosímil como pocas, graciosa y muy dicharachera.
Al final, como todo Lubitsch, muy al final de la película, cuando él está en el frenopático enfermo de autoestima ella le dice: ahora sí podemos querernos, somos libre e iguales, tanto tú como yo somos millonarios, y no dependería de ti.
Desde luego para estar en 1938 es una declaración sumamente moderna.
Al final, como todo Lubitsch, muy al final de la película, cuando él está en el frenopático enfermo de autoestima ella le dice: ahora sí podemos querernos, somos libre e iguales, tanto tú como yo somos millonarios, y no dependería de ti.
Desde luego para estar en 1938 es una declaración sumamente moderna.
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