sábado, 7 de mayo de 2022

§ 2.688. Tiempo de amar, tiempo de morir (Douglas Sirk, 1958)

 

Melodrama del rey del género, con trazas de concordia consigo mismo. Alemán huido de su patria y exiliado en EE.UU. que al final de su filmografía hace cuentas con su país y su cultura, con su yo y su ser tras un periplo de 30 años por países extraños al suyo, principalmente EE.UU.
La temática es dura y áspera, pero necesaria desde ese necesario punto de vista con la reconciliación consigo mismo.
Me recuerda, salvando las distancias, a "Los ángeles perdidos" (Fred Zinnemann, 1949). Similar temática, parecida desolación, mismo desencanto, aunque diferente planteamiento y desarrollo.
Construir una historia de amor en esos tiempos tan difíciles es realmente una proeza guionística. Sólo la transposición de una obra de la literatura podría conseguir hilvanar sentimientos tan encontrados.
No me ha conmovido tanto como otras suyas, pero es una película excelente.
John Gavin, uno de los actores de la última época de Sirk, funciona a la perfección encarnando el papel de militar leal a su país pero no a su ejército. Del militar que duda de la guerra, del régimen naturalmente, de todo lo militar. Liselotte Pulver es la chica y creo que lo hace bien. No la conocía y no creo haber visto nada suyo con un papel protagónico. 
Las dos partes de la cinta se enlazan con facilidad, y por momentos la historia de amor te subyuga con tanta emotividad que olvidas el contexto y sus circunstancias.
Es una buena película.

§ 2.687. La tumba india (Fritz Lang, 1959)

 

Es una maravilla. Punto. Por muchas veces que la veas, y son muchas ya las que la he visto, te sigue sorprendiendo. 
Debra Paget está magnífica, pero la primera vez que la vi me sorprendió el canon de belleza europea que representa. Un tipo de mujer mucho más atractiva que lo que parece a primera vista.
Aventuras, tensión sexual, música, gran pantalla, color, tensión, países exóticos, y un director que es la historia del cine en sí mismo.
No le busques credibilidad al guión, ni lo tiene ni lo necesita. Es cine, es un discurso estético que tiene sus reglas propias, sus cánones estructurales.
A veces se critican esta tipo de cintas porque solamente tienen una pretensión: "entretener". Como si eso fuese una pretensión menor. Cuando, justamente, es un propósito mayor del cine. Es su principal objetivo. Lo demás son ínfulas de directores que, quizá, no saben entretener y no les queda más remedio que "enseñar". En fin.
De Lang sólo me faltan: Harakiri (1919), Las arañas, parte 2 (El barco de los brillantes) (1920), y La imagen errante (1920). Las he buscado varias veces y no las encuentro. Sin embargo si tengo "Las arañas, parte 1 (El lago de oro (1919).

viernes, 6 de mayo de 2022

§ 2.686. El árbol de la vida (Edward Dmytryk, 1957)

 

Drama sureño con ínfulas de película de gran presupuesto y pretensiones de macro superproducción. Un directorazo, lo que se considera un director del sistema de 'estudios', imagino que un presupuesto gigantesco, y un elenco de actores absolutamente descomunal: Montgomery Clift, Elizabeth Taylor, Eva Marie Saint, Lee Marvin, y Rod Taylor, entre otros.
Si verdaderamente pretendía repetir el éxito de "Lo que el viento se llevó" no se consiguió en absoluto. Probablemente la pretensión lastró a la cinta a un cierto anonimato, porque las comparaciones con una de las mejores películas de todos los tiempos hace ensombrecer cualquier película.
La amistad entre Montgomery y Elizabeth se consolidó en esta película. En su rodaje se produjo el accidente de coche que desfiguró la cara del actor para siempre. Salía de una fiesta que se celebraba en la casa de Elizabeth y el exceso de alcohol y la impericia en la conducción produjo el desastre. Lo que hizo ella tras el accidente -prestarle los primeros auxilios e impedir que los fotógrafos hicieran instantáneas- entre dentro de la leyenda, pero parece que el grueso de la leyenda responde a la verdad.
La película es lenta, y tiene un metraje absolutamente desproporcionado, se desarrolla con mesura y pausa. Es una historia de amor singular, peculiar, algo distinta de lo acostumbrado, pero, igualmente y sin ser necesariamente contradictorio con lo dicho, tiene algo muy conocido, un triángulo amoroso clásico. Elizabeth Taylor y Eva Marie está muy planas, sin ninguna pretensión de animalidad, nada raciales, muy contenidas, sin esa belleza animal tan peculiar, sobre todo en la época de esplendor de Taylor. Eva Marie sí juega más en su rol tradicional, pero ambas mujeres están algo descafeinadas. Parece que una historia épica necesitaba algo más de empaque, de entidad, de potencia. Es cierto que a medida que transcurre la historia el enloquecimiento de la protagonista va dando forma a una mujer más oscura, desequilibrada, perturbada. En ese momento es cuando Elizabeth da su mejor tono, su mejor nivel.
La pareja Elizabeth Montgomery funciona perfectamente, tiene una química y una física más que grandilocuente, demoledora. De las 18 películas de Clift sólo me queda por ver la última, El desertor, que no la encuentro editada. Sé que la hay de segunda mano, pero a un precio prohibitivo.
Hay algo que chirría en todo el planteamiento, la premisa inicial del embarazo de la protagonista. No sé cómo sería la celebración del sexo entre adultos en aquella época, pero me parece que no era tan abierta como la película dice ser. Ahora, en el tiempo actual, no habría problema alguno, pero hace 175 años... pues no sé. Además para durar tanto narra la misma historia, no varias cruzadas, como parece aconsejar un metraje de 2 horas y media larga.
El otro problema es la obsesión con la raza. No sé si ello puede  sostener por sí mismo una historia tan compleja. Ni si esa obsesión puede llegar a pertubar realmente a una persona. Un racista es un enfermo, pero no sé si de este tipo.

§ 2.685. Sodoma y Gomorra (Robert Aldrich, 1962)

 

La sal. La lucha por la sal. Todo lo demás es conocido. Se hace raro ver a un director tan sumamente ortodoxo como Aldrich, pero a la vez tan libre, inmiscuirse en una obra como esta, un tema bíblico aunque ciertamente un tema bíblico "raro", distinto, fuera de los asuntos más cercanos a la figura de Jesús, sus discípulos o el advenimiento del cristianismo.
Tiene todo para ser considerado un "peplum" en toda regla. El metraje, la música orquestal (de Miklós Rózsa), los extras, el atrezo, el diseño de producción, los decorados e incluso el color.
Se hace raro ver a Stewart Granger en una película de 'romanos'. Siempre le veo más cerca de las de 'capa y espada', pero juega bien sus cartas.
El resultado es un poco irregular. Comienza muy bien, fuerte, presentando los personajes, pero a los 40 minutos empieza a llanear y no da el tono. Se pierde en contar la historia de amor de Lot y no parece que sea lo más razonable. Es bonita, pero no es lo que más parece recomendarse para un 'peplum'. 
Aldrich me parece un director de lo más sólido. Tiene una filmografía espléndida, en todos los géneros, durante muchos años, con gran cantidad de actores y actrices distintos, también en televisión, obras en colaboración... Sin embargo no le tengo como un director reconocido por la crítica. Sí quizá por el público, pero no por sus iguales. Particularmente me parece un grande, uno de los que verdaderamente merecen la pena. Uno de esos cuya filmografía me llevaría a una isla desierta.

§ 2.684. Tetro (Francis Ford Coppola, 2009)

 

Los mejores años de Coppola habían pasado ya cuando rodó esta película, una de sus últimas cintas.
Constituye una rareza, se mire como se mire. No tanto por la temática, que puede ser más o menos convencional, pero sí por la estética y el planteamiento. Para empezar en blanco y negro en pleno siglo XXI, aunque para los sueños retrospectivos emplea el color, para continuar en la gestión de actores, un reparto muy internacional, con pocos actores de los propios, de los conocidos, para finalizar en la forma de desenlazar las cuestiones que plantea. Tengo a Coppola por un director clásico, un señor que cuenta historias de manera lineal y sin innovaciones estilísticas, y en esta no parece que ese sea el propósito. 
Me ha gustado mucho Vincent Gallo, es expresivo y le van muy bien los papeles torturados, con interiores oscuros. Quizá no sirviera para papeles clásicos, de aventuras o del oeste, mucho menos para comedias, pero en un cine más moderno, con temáticas más complejas funciona perfectamente. La última que vi suya, Buffalo 66 también hacía de hombre torturado con tensiones interiores ingobernables.
Bien Maribel Verdú, no es un prodigio de actriz pero funciona, es resultona y no hunde la cinta. Tampoco la levanta. Quiero decir que no consigue una interpretación memorable ni tampoco una muy mala. Cumple. Sin más. 
Alden Ehrenreich es el hermano pequeño de Tetro, actor desconocido para mi pero que desarrolla bien su talento el poco espacio que le queda para actuar.
Klaus Maria Brandauer está tremendamente gordo. No sé qué pinta en esta obra, pero en fin. Supongo que es trabajo y que le pagaron por ello. Carmen Maura, pues también cumple. También sin más. En un cierto papel de diva, muy de sus años, de su estatus de gran dama del cine, que lo es.
En algunos momentos mantiene una teatralidad muy del Bergman de Noche de Circo: teatro, máscaras, glan, revista, transgresión, dobles sentidos, transformismo. Estáticamente es cambiante y algo errática, no tiene un camino trazado por el que discurrir. Parece una colección de recortes, un collage. 
La historia va caminando pero no sabes a dónde. El análisis Freudiano no da para más. Es un rollo que por más que lo enrolles y desenrolles no da para más. Lo del autor torturado por cosas que pasaron en el pasado y que se reproducen veinte o treinta años después me cansa como principio. Además de no ser verdad y servir de excusa para ocultar muchas cosas, algunas ciertas y otras no tanto, en el cine está más que tratado, más que desarrollado. No tanto por lo del accidente de coche con la madre, que sí es cierto que puede llegar a ser traumático y marcar una vida, sino por la relación con el padre, oscura y barroca pero nada traumática, más allá de la falta de presencia y afecto. Circunstancias que le ocurren a millones de niños que no desarrollan traumas irrecuperables para el resto de la vida ni desgarros interiores que inhabilitan para desarrollar una vida normal y corriente.

jueves, 5 de mayo de 2022

§ 2.683. Home Run (David Boyd, 2013)

Alcoholismo y deporte profesional. Comportamientos violentos y frustraciones. Incapacidad para asumir el propio problema y decide evadirse sumergiéndose más y más en el alcohol, en el problema. 
La temática es fuerte, potente y tiene muchas posibilidades, pero el desarrollo es demasiado lineal. Tiene algo, incluso, de película juvenil, de cinta desarrolla con propósito moralizante. No está mal y se deja ver, per no es buena. 
Accidente, caída en los infiernos, redención. Tres escenarios que, como si se tratase de un trilogía clásica, sirven para estructurar la historia.
Los actores no dan la talla. Quizá pudiera faltarle una estrella para funcionar mejor. El actor que da vida al protagonista es Scott Elrod, que ha hecho alguna película pero tampoco puede considerarse que sea un estrella.

§ 2.682. La vida manda (David Lean, 1944)

 

Costumbrismo inglés de Siglo XX. No me ha convencido. Es un retrato, más o menos fidedigno, de lo que le acontece a una familia británica de clase media tras la IGM en un Londres destartalado y con necesidades de organización de todo lo necesaria para construirse en sociedad como nación, como País.
Es la que menos me ha gustado de las suyas. No le he cogido la gracia en ningún momento.

§ 3.405. Tristeza de amor (Eduardo Mallorquí, 1986)

  Recuerdo algunas noches cuando se emitía la serie y me quedaba a ver algún capítulo. La música es preciosa, la canción en realidad.  Vista...