viernes, 18 de diciembre de 2020

§ 2.179. El Hobbit: Un viaje inesperado (Peter Jackson, 2012)

    Vamos a ver de qué va esto. Son seis películas, toda una saga con muchísimos minutos, a razón, más o menos de 180 por película, para un total de más de 1000 minutos de un mundo peculiar, una obra fantástica.
    Veremos. No es, en principio, el cine que más me gusta.
    No sé qué decir. Obviamente es una obra magnífica, una cosa magistral, preciosista, un sueño hecho realidad, una epopeya, una imaginación prodigiosa, un relato elevado a la categoría de cine de aventuras estupendo.
    Rodrigo y yo tenemos la pretensión de ver todas las películas, las seis como si fuera una serie. Una detrás de otra. Hoy terminamos la primera y empezamos la segunda, y así encadenamos unas y otras hasta el final.

§ 2.178. La silla del testigo (George Nichols Jr, 1938)

    85 años nada más tiene la película. Y sigue pudiéndose ver, perfectamente.
    Suicidio para encubrir un homicidio, falta de testigos, malversación de dinero, gran compañía, secretaria abnegada...
    Guión prodigioso, buen resultado...

§ 2.177. Un instante, una vida (Sydney Pollack, 1977)

    Una película intermedia de Pollack. No es de las más conocidas y se encuentra entre dos suyas excelentes: Los tres días del Cóndor (1975) y El jinete eléctrico (1979).
    Un corredor de Fórmula 1 decide no continuar compitiendo con su coche hasta que el equipo no le diga qué le pasó al de su compañero de equipo para producir un fatal accidente. La muerte de su compañero de equipo le ha afectado, así cómo la tetraplejia de otro competidor. No sólo a nivel competitivo, sino también físico y sobre todo mental. Los años pasan, se encuentra en Europa no en su casa -EE.UU.- no tiene contacto con su familia, madre principalmente, su hermano le visita en París para intentar cerrar con él un problema legal referido a las tierras de sus padres y no le hace mucho caso... vive con una amiga en París.
    Conoce a una mujer cuando va a visitar al amigo que se ha roto el cuello en la carrera en que murió su compañero de escudería. Viaja con ella desde el hotel hacia la Milán, pero pasean por la costa italiana y francesa, conduciendo, por la carretera del mar. Se enamoran, como es natural. Es el argumento de la película. Ella es complicada, y él pretende descifrarla, sabe de ella, quién es, por qué se muestra distante y fría, pero a la vez vitalicia y reservada. Está enferma. Esa es la razón por la que se comporta así, o quizá no y sea simplemente una careta, un disfraz, una forma de ocultarse. La película es lenta, no parece llevar a ninguna parte. Deslavazada, con esa calma propia de las películas lentas y pausadas... no parece el ritmo adecuado para la temática. Desde Al no parece el actor propicio para este papel. No le veo como corredor de Fórmula 1.
     No ha envejecido bien la cinta. No mantiene la tensión y los ademanes, la tensión y su desarrollo han quedado anticuados. La música no acompaña y las escenas de coches son menos de las que debiera en una temática como esta. En todo caso se deja ver, más, también, por acabar con todo lo suyo que porque efectivamente sea una gran cinta, que no lo es.
    Al Pacino es el piloto, y Marthe Keller la seguidora. Él me es sumamente conocido, claro. Ella no tanto. Ha trabajado en muchas películas europeas, y la recuerdo por Fedora (Billy Wilder, 1978).
    La filmografía completa de Pollack es esta: Una vida vale más (1965), Propiedad condenada (1966), Camino de la venganza (1968), La fortaleza (1969), Danzad, danzad malditos (1969), Las aventuras de Jeremiah Johnson (1972), Tal como éramos (1973), Yakuza (1974), Los tres días del Cóndor (1975), Un instante, una vida (1977), El jinete eléctrico (1979), Ausencia de malicia (1981), Tootsie (1982), Memorias de África (1985), Habana (1990), La tapadera (1993), Sabrina (y sus amores) (1995), Caprichos del destino (1999), y La intérprete (2005).
    También es el codirector de El nadador (1968) con Frank Perry y de unos cuentos documentales.
    Diecinueve películas. Algunas estupendas, otras no tanto, pero una carrera magnífica, llena de éxitos de público y crítica, premios y reconocimientos. Un gran cineasta.

§ 2.176. La torre de los ambiciosos (Robert Wise, 1954)

    Película en la que tengo grandes expectativas. Un director estupendo y un reparto impresionante: William Holden, June Allyson, Barbara Stanwyck, Fredric March, Walter Pidgeon, Nina Foch, Shelley Winters...
    El guionista es Ernest Lehman, uno de los más grandes escritores de cine, con éxitos inconmensurables.
    Una factura impecable, con un blanco y negro visualmente perfecto, un sonido perfecto, un guión de fábula, una película magnífica. Me gusta este cine, es, de hecho, el que más me gusta.
    La ambición de los que rodean a un hombre poderoso. Unos pretenden heredar su puesto como Presidente de la compañía, otros mercadean con sus propias acciones para especular en el mercado de la bolsa, y una mujer pretende deshacerse de las acciones que posee de la compañía porque el dueño no le hace caso. 
    Es viernes por la tare, el dueño de una compañía ha sido atropellado y se ha muerto en plena calle. Había convocado una reunión con sus directivos sin orden del día. Nadie de los convocados, todos vicepresidente de la compañía, sabe que ha fallecido. Sólo lo sabe un directivo, no convocado a la reunión, que ha presenciado el atropello desde el balcón. Este directivo llama a la mujer que pretende vender sus acciones porque no le hace caso el presidente.
    Una vez que se conoce el fallecimiento, todos se cargan de razones para desear la presidencia. Unos más que otros. Unos aluden a su competencia técnica y profesional, otros a los años de servicios, los de allá a la cercanía personal con el fallecido. Todos tienen razones para aspirar a ello.
    Todo parece decantarse a favor de un oscuro Vicepresidente, eficaz pero desalmado. El ingeniero, el que parece más familiar y más apegado al interés de la fábrica y a los trabajadores, no parece albergar propósitos presidenciales. Y sin embargo parece que puede ser una alternativa. Pero en cuanto aspira a la presidencia pierde su encanto.

jueves, 17 de diciembre de 2020

§ 2.175. La maldición de Damien (Don Taylor, y Mike Hodges, 1978)

    La anterior película termina con una imágenes del enterramiento de los padres del niño. El niño está con alguien a quien llaman Presidente. Es interesante la insinuación de que la maldad proviene de la política, del ejercicio de lo público. Seguramente el final tan abierto pretendía no cerrarse las puertas a ningún tipo de segunda parte. Es más que probable que se redactasen varios guiones sobre la continuidad de la serie. Estoy convencido de ello. Esta segunda parte es una derivación posible, aunque pueden existir otras diferentes.
El niño se va a vivir con el hermano del padre. Han pasado siete años, Demian tiene 13 y es un cadete joven y resuelto. Vive junto con su primo, el hijo de su hermano, el hijo de su primera mujer.
    Junto con ellos vive una hermana mayor del padre de niño y del padre muerto de Demian. Pretende la señora mayor que ambos niños se eduquen separadamente. La señora fallece tras el advenimiento de un cuervo en su habitación le augure lo final.
    El sacerdote que vivía en Jerusalén acude a Estados Unidos para unas cuestiones relacionada son sus museo y pretende entrevistarse con el padre del niño y tío de Damien.
    La película, como todas las segundas de las sagas, tiene un óbice importante, el que procede de la comparación con su original.
    Aunque Holden es un actor excelente, no es Peck para este equipo. Tampoco Lee Grant es Lee Remick, ni mucho menos.  Entiéndase bien, no digo que Holden y Grant no sean excelentes actores, especialmente el primero. Digo que este tipo de sagas funcionan con la continuidad de sus personajes. También interviene (la gran) Sylvia Sidney como la hermana mayor que fallece al comienzo de la película después de advertir a su hermano sobre el comportamiento de Damien.   También hay una periodista que intenta avisar a la familia del mal que se avecina, pero es asesinada por los cuervos, que la sacan los ojos y es atropellada por un camión en la carretera, después de que misteriosamente se le parase el coche después de avisar a al mujer del tío de Damien.
    Me ha gustado menos que la original, aunque se deja ver. Tiene interés y siempre está el atractivo de ver a William Holden, probablemente el actor que más me gusta. Un hombre que hizo de todo, absolutamente de todo.

§ 2.174. La profecía (Richard Donner, 1976)

    Una de las más míticas películas de miedo de todos los tiempos. Un planteamiento sencillo, por eso lo aterrador. Un embajador de carrera es trasladado de Roma a Londres y se llevan, naturalmente, al niño de ambos. Niño que no es propio, porque el suyo murió al nacer y en el hospital le dieron, tal cual, a otro niño que no tenía familia y cuya madre murió en el parto. El padre sí sabe que no es propio, pero la madre no lo sabe.
    El cuadro que se dibuja en el primer cuarto de hora es idílico, familia asentada emocional, económica y con triunfo social contrastado. Todo se empieza a trastocar cuando la niñera se suicida en una fiesta de cumpleaños de Demian, tirándose de un balcón con una soga al cuello en presencia de todos los invitados a la celebración, mayores y menores, adultos y niños. La niñera dice que se suicida por Demian, por el niño, a grito pelado mientas el niño le hace unos gestos a un perro agresivo, un Rodwalier.
    Un reparto fabuloso encabezado por Gregory Peck, y Lee Remick, varonil él y muy femenina ella. David Warner es el periodista, y Billie Whitelaw es la nueva niñera, aquella que sustituye a la que se ha suicidado. La niñera se ha presentado sin que nadie se lo haya pedido, ni el padre del niño ni la madre. La agencia, dice ella cuando se le interpela sobre ello. El niño es el actor Harvey Stephens, que sólo ha intervenido en esta película. Y el sacerdote es Patrick Troughton.
    La nueva niñera le comenta a la señora que el niño no debe ir a la iglesia, pero la madre insiste. Cuando llegan el niño experimenta una excitación impropia, se descompone y agrede a la madre dentro del coche. Pero el padre comienza a hilar fino. Aprecia que el niño nunca ha estado enfermo, nunca. La niñera tiene al perro dentro de la casa y el niño se comporta de forma extraña en el zoo, huyéndole los animales, que no soportan su presencia. La escena de los mandiles es aterradora, veoviendo cómo se abalanzan sobre el coche en marcha en el circuito del zoo.
    La madres comienza a experimentar un desequilibrio evidente, un miedo a su propio hijo y a las cosas que le ocurren, a lo que le pasa... El padre le entrevista en Londres y le dice que es el hijo del diablo y que debe morir, señalándole el nombre de un sacerdote experimentado en hacer morir a este tipo de niños, además de decirle que su mujer está embarazada, cosa que es cierta. El sacerdote muere alcanzándole el pararrayos de una iglesia. La mujer le comenta que está embarazada y le dice que no puede llevar a buen puerto el embarazo. Ella le comenta, al marido y al psiquiatra al que visita, que el hijo no es suyo, y que es malo. Él se opone al aborto que ella sí quiere. El niño con su triciclo provoca que se caiga y pierde el niño que llevaba dentro. Algo extraño empieza a suceder en el entorno del marido. Todo lo comienza a ver de forma diferente. Incluso la cara de Peck es más dura y afilada, con algunas sombras, arrugas y bolsas en los ojos. Su transformación no es sólo mental, sino también física.
    Ella le pide que no deje que el niño la mate. Ese es el momento en el que la película vira definitivamente hacia una cinta de terror, minuto 52 de un metraje de 110 minutos totales.
    El periodista se reune con él y le explica las sospechas que tiene sobre el sacerdote. El sacerdote tenía recortes de prensa del nacimiento del niño el 6 de junio, del sexto mes, a las seis de la mañana. El embajador no entiende nada, pero está dispuesto a averiguarlo mientras la esposa permanece en el hospital. Él vuelve a Roma, a hacer averiguaciones con el periodista. Todo parece indicar que el niño ha nacido exactamente con los los presagios bíblicos que señalan el advenimiento del anticristo. Todo parece cerrado. La búsqueda de los orígenes del niño aleja la atención del niño y de la madre, que siempre es más agobiante y le da a la película una sensación de credibilidad, de realismo. Las "cosas" malas que hace el niño son pocas, y por eso creíbles.
    Muy interesante cuando el sacerdote le dice que el anticristo vendrá desde la política, y que el 666 es el número de la triple maldad: el demonio, el anticristo y el falso profeta...
    Las imágenes del cementerio y los perros, los de la misma raza que el que tiene el niño en Londres, es desgarradora y muy potente. 
  La película tiene un guión estupendo, muy bien trazado, que mantiene la atención del espectador y crece en intensidad poco a poco. La dirección es brillante, con un color gráfico muy bonito y unos encuadres nítidos, limpios y sin innovaciones técnicas. Excepto en las escenas de maldad, en donde la cámara gira sobre sí misma y da vueltas y vueltas, con una música atropellada y atónica, sin melodía, mero ruido... No son muy numerosas las escenas de miedo o pánico, de terror. Se concentrar en varios momentos y en la mayoría de la ocasiones no son especialmente efectistas. Cuando su mujer es asesinada por la niñera arrojándola por el balcón del hospital toma una determinación firme: acudir al sacerdote que le dijeron que se encargaba de estas cosas, que resulta que fue un exorcista del siglo XVII, estando la ciudad en Jerusalén, en un sitio bíblico. Allá se van, tanto el periodista como el embajador, a ver una tumbas en el desierto y encontrar al exorcista en la ciudad en la que comenzó el cristianismo.
    Es de las pocas películas de miedo que han trascendido su estricto ámbito de atención. Es un genero que gusta mucho a quien lo visitan. Pero no suele ser el tipo de películas que gustan a los cinéticos más convencionales. Junto con ellas quizá pueda incluirse a El resplandor (1980) de Kubrick y La semilla del diablo (1968) de Polansky.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

§ 2.173. Al límite (Martin Scorsese, 1999)

    Temática difícil donde la haya. Me llama la atención lo poco que me sonaba la película... No es de las más conocidas suyas, probablemente porque tampoco es de las mejores. Me ha llamado mucho la atención y el tratamiento que se le de a la cuestión. No me parece de Scorsese. No sé cómo decirlo, pero me parecería más propia de Fuqua o incluso de Abel Ferrara. De este tipo de director neoyorkino hasta la médula que se dedica a mostrar el lado más sucio de la gran ciudad. No es que él no lo sea, que lo es, porque nació allí. Es que no ejerce como tal. Sus películas no tiene a NY con protagonista. En esta película tampoco.
    La inhumanidad de un servicio público de urgencias en la ciudad de Nueva York por la noche. 
    Un conductor de ambulancias muy quemado con la noche y los tipos de atenciones que realizan comienza a sufrir alucinaciones. Ve a personas que ha intentado salvar en otras ocasiones, especialmente se le aparece el fantasma de una chica de 18 años. Nicolas Cage es el conductor, Patricia Arquee es la chica del padre que intentan salvar al comienzo de la plelícula y John Goodman el compañero en la ambulancia.
   Homicidios, suicidios, sobredosis, todo tipo de penurias y problemas. Toda una locura, una paranoia de intervenciones, drogas, marginalidad y psicosis de estos trabajadores. Es natural que este tipo de estrés acumulado de días y días conlleve una auténtica psicosis...
    La música es de Elmer Bernstein, básicamente retazos de canciones de rock duro. Elmer es un clásico absoluto, bandas sonoras míticas del cine llevan su sello.
    No me ha gustado especialmente. Creo que el director eligió a Nicolas Cage antes de que se construyera el guión (por Paul Schrader, nada menos -habitual suyo en varias películas-, sobre novela de  Joe Connelly) y elegir actores y casting. Ese punto de ido, de neuroriquillo, de pasado de vueltas creo que le va bien al personaje. Hay algo de autenticidad en ello, de no necesitar actuar. Es cierto que tiene un Oscar, pero no es un buen actor y cuando le vi en el reparto pensé, guauuuu, ¿cómo puede ser que Scorsese, que tan bien elige a sus actores cuenta con él para esta cinta? Me sorprende, mucho además...

§ 3.405. Tristeza de amor (Eduardo Mallorquí, 1986)

  Recuerdo algunas noches cuando se emitía la serie y me quedaba a ver algún capítulo. La música es preciosa, la canción en realidad.  Vista...