miércoles, 30 de abril de 2025

§ 3.798. Un ángel pasó por Brooklyn (Ladislao Vajda, 1957)

 

La tengo por un clásico del cine español. Es la película anterior a El cebo (1958), una verdadera obra maestra. 
Ésta también tiene hechuras de gran obra. Unos pocos elementos realistas, con otros sobrenaturales componen una historia tierna, sensible y con mucha moraleja. Parece un cuento de Samaniego o similar.
Aunque tiene tintes de comedia, lo más interesantes es el relato dramático que plantea. El manido papel del abogado abusador de sus conocimientos, inspirando miedo en la comunidad es una delicadeza. El trabajo de Peter Ustinov en esta línea es sensacional. Lo tiene todo. Delicadeza, sensibilidad, con matices de humanidad y, si se quiere, con matices absurdos y fantásticos. Y cuando cualquier cosa que le pasa o ocurre lo eran
El hecho de que sea el ataque a un niño el determinante de su conversión en "perro" tiene su gracia. Parece, en este sentido, un cuento de Kafka, de esos de animales tan característicos suyos.
Y se rodea de secundarios de altura del cine español. Pepe Isbert y Pablo Calvo, el eterno niño de Marcelino Pan y Vino.

§ 3.797. Chicas con gancho (Robert Aldrich, 1981)

 
Última película de un grande. De un grande de verdad. De un gigante. Pero, como bien saben quienes leen este blog (muy pocos usuarios) tengo una teoría sobre las últimas películas de los grandes directores de cine. No suelen ser buenas.  Los estudios creen en ellos, recuerdan éxitos pasados y esperan que puedan reverdecer los laureles amarilleados por el paso del tiempo.
El tema es difícil, duro, y muy alejado de las dinámicas tradicionales de Aldrich. No creo que tenga un don para la comedia. Me gusta más el Aldrich serio, con temáticas fuertes, dramas y cintas de acción. 
La problemática de un promotor de lucha libre femenina por salir de los circuitos marginales no parece el terreno abonado para una gran historia.
Es demasiado larga, tiene casi dos horas de metraje, algo desmesurado para un director ya en sus últimos trabajos. 
Un Detroit (o cualquier otra ciudad industrias del medio oeste americano) decaído, un clima frío, una estructura empresarial deprimente es el contexto de unas relaciones poco afectivas entre los protagonistas.
Me imagino que tuvo que ser un soberano fracaso en taquilla. No parece que llegue bien a la médula del asunto, no emociona, ni tiene pulso alguno. Creo que es la peor película que he visto de Aldrich.
Peter Falk es el promotor, y las dos chicas son: Vicki Frederick y Laurene Landon. Él funciona, porque es un gran actor. Y las dos chicas parecen bellezas de la época, actrices efímeras. Frederick sólo hizo 6 películas. Landon sí tuvo una carrera más larga: hizo 23 cintas, todas producciones menores y de directores menores. No he visto ninguna, pero las calificaciones, temáticas y estilo parecen malas de solemnidad.

§ 3.796. El pirata de Capri (Edgar G. Ulmer, 1949)

 
Capa y espada típica. Con clase. Con estilo. Con determinación. Con una (pretendida) voz propia que no se consigue del todo. Me gusta mucho Ulmer. Le tengo por un Director con mala suerte. Tiene cosas realmente interesantes, algunas maestras, pero siempre imprime carácter, es serio, fino y delicado. Pero esta cinta no me llega como otras suyas.
Aquí se embarca en una historia complicada, no sólo por la trama, ya de sí compleja, sino por el propio escenario, la época y lo que ello conlleva: ropas, barcos, espadas, utillaje, escenografía, etc., y el juego de intereses cruzados que se expone, no siempre de manera clara para el espectador.
El resultado es interesante, pero algo acartonado.
Se hace un esfuerzo por mostrarnos un doble juego de intereses y engaños, pero no es muy convincente y por momentos el resultado es confuso. Buena escenografía, buenos decorados, actores y diseño de producción, pero es una película algo plana, demasiado lineal y fácil de olvidar. La esperaba más impactante, más grandiosa, más impresionante. Al final queda como una producción menor, para dobles sesiones de los sábados, antes de la mejor de las que ofrecen ese día.
El reparto es el siguiente: Louis Hayward es el  Count Amalfi, y el Captain Sirocco; Binnie Barnes la Reina Carolina; Alan Curtis el Commodore Van Diel; Massimo Serato es Von Holstein; Mariella Lotti es la condesa Mercedes; Mikhail Rasumny es el pirata Pepino; Virginia Belmont es Annette; y Franca Marzi es Carla.

martes, 29 de abril de 2025

§ 3.795. Los mongoles (André De Toth y Leopoldo Savona, 1961)

Una de aventuras, una especie de "peplum" ambientado en otra época. Héroes, villanos, amores, batallas, etc. Todos los elementos típicos y tópicos que han hecho del cine de aventuras un género precioso. No es exactamente un "capa y espada", pero tiene esos mimbres. 
Exotismo, palacios, doncellas danzantes, misterios ocultos, tesoros, grandeza, gloria. Elementos conformadores de una épica bien trazada y bien narrada.
Jack Palance y Anita Ekberg son sus principales reclamos artísticos. Un actor muy peculiar y una actriz muy del gusto de la época, de las de belleza "rotunda", absoluta, diáfana, incuestionable. No sé qué pinta de "mongola", pero bueno, cosas del cine, de la taquilla y de la mercadotecnia. A él sí le pega el papel de jefe mongol.
Junto con De Toth firma la película un director italiano: Leopoldo Savona, del que no he visto nada. Le supongo un clásico del cine en el maremagnum del cine clásico italiano de los años sesenta y setenta, sus décadas de esplendor, sobre todo a nivel de taquilla, porque a nivel artístico cualquier época del cine italiano es excelente. Sin más.

§ 3,794. La mano de un hombre muerto (Jesus Franco, 1962)

 

Este Franco sí. Claro que sí. Y el de Gritos en la noche (1962); Rififi en la ciudad (1963); El secreto del Dr. Orloff (1964); Residencia para espías (1966); Miss Muerte (1966); Cartas boca arriba (1966); y Necronomicon (1968), y Paroxismus (AKA Venus in Furs) (1969)... más o menos hasta Marqués de Sade: Justine (1969) la carrera de Franco era mu decente, prometedora y brillante.
Pero a partir de ahí empieza a rodar como loco, como un poseso y, a mi juicio, la calidad de su trabajo se resiente.
Aunque es una historia conocida, está bien rodada, tiene interés, se deja ver y forma parte de la obra apreciable de Franco, un director singular.
Un poco lo de siempre, pero la diferencia está en los detalles. El guión es decente, los actores funcionan desde la tranquilidad de saberse el guión, los escenarios están bien recogidos, los muebles, la ropa, los espacios abiertos (pocos) hacen que se deje ver. No es de las mejores de él, pero se deja ver. Y, sobre todo, se intuye un trabajo previo valoradle y una dedicación que falta en otras obras suyas. La música bien elegida, y un blanco y negro nítido hacen el resto. Un trabajo decente.

martes, 22 de abril de 2025

§ 3.793. Orgullo contra orgullo (Robert Parrish, 1955)

Un melodrama clásico, con raíces sureñas, amores difíciles, texanos brutos y señoritas sencillas y sensibles.
Drama de tintes sureños: ciudades que cambian con la llegada del petróleo, ciudadanos de miserables costumbres que se enriquecen de manera sobrevenida a velocidad de vértigo, racismo, machismo, todos los defectos del sur, de la época, de la sociedad, enfrentados a una nueva realidad. El escenario ideal para una reflexión sobre las relaciones humanas, la seducción, el poder de las personas sobre otras y la cualidad del dinero, de la riqueza, de las necesidades humanas, del amor. 
Un buen reparto: Jane Wyman; Charlton Heston; Claire Trevor; y Thelma Ritter.
Estrellas, especialmente las tres primeras, que por sí mismas podrían protagonizar una gran superproducción. Si no he visto mal los créditos, Wyman figuraba antes que Heston. 
Me ha gustado. Es interesante, tiene fondo, una lectura más allá de lo que a primera vista se apreciar, y grandes actuaciones. 
Podría haberla filmado cualquier grande que se dedicase a las novelas de Tennessee William. La novela es de Margaret Cousins, una autora muy reconocida en su época.

§ 3.792. El repartidor de hielo (John Frankenheimer, 1973)

Larga, larga, larga de verdad. Dos horas y veinte minutos. Una barbaridad. Sobre todo para los años setenta y con una temática que no da para mucho. No soy un experto, pero me parece que a esta película le tuvo que ir mal en taquilla. No sé hasta qué punto el público, la taquilla, estaba interesada en estar dentro del cine durante dos horas y media en una cinta que no es de aventuras, que no es mítica, que no es un peplum, que no es de mafiosos...
Es una obra de teatro filmada. Diálogos brillantes, qué duda cabe, actores capaces de llenar por sí mismos cualquier pantalla, cualquier película y un director de los más solvente. Pero oiga, esta constelación de estrellas no funciona como película. Y el elenco es salvaje: Lee Marvin; Fredric March; Robert Ryan y Jeff Bridges son los principales actores, entre otros varios secundario brillantes. 
Tiene que gustarte mucho el teatro para saber apreciar la obra. Al borde del sopor. 
La mirada introspectiva que pretende hacia el fracaso y la derrota es tan cruda, tan aberrante, tan marginal que necesariamente tiene que tomarse como algo poco común. Los mensajes de este tipo que calan suelen ser más sutiles. 
Está basada en una obra de teatro de Eugene O'Neill, premio Nobel de literatura en 1936. Caracterizado por un teatro realista, social, poco idealizado, crudo y salvaje.
No me ha gustado mucho. En realidad, no me ha gustado nada.