domingo, 20 de diciembre de 2020

§ 2.182. Cazador blanco, corazón negro (Clint Eastwood, 1990)

    La vi hace muchos años, y me gustó mucho. Ahora la veo en Movistar y me ha gustado más si cabe. No sé por qué tiene esa fama de mala película. Bien es cierto que, al parecer, fue un fracaso comercial gigantesco, pero supongo que, al final, después de muchos años y su gran carrera, la cinta habrá tenido retorno económico.
    El reparto es muy bueno: Clint Eastwood es el director (John Huston), Jeff Fahey el guionista (Peter Viertel), George Dzundza es el productor (que es Sam Spiegel), Alun Armstrong, Marisa Berenson (muy conocida por "Muerte en Venecia" de Luchino Visconti y "Barry Lyndon" de Stanley Kubrick), Timothy Spall, Charlotte Cornwell, Boy Mathias Chuma, Mel Martin, Clive Mantle.
    Es toda una enseñanza sobre cómo vivir dentro del mundo creativo. Las obsesiones del director de La Reina de África, John Huston por cazar un elefante narradas en un libro por su guionista, Peter Viertel, marido de la guapísima Deborah Kerr.
    No sé realmente si es un fiel retrato de aquel rodaje, probablemente no  del todo. Sí es una película del guión que hizo Peter Viertel para la película. No creo que a Eastwood le preocupase mucho esta cuestión. Quiero decir, el hacía una película escenificada, ambientada, en África y guionizada alrededor de las tensiones que se producen en un rodaje de cine. Si el propósito de Huston era verdaderamente cazar un elefante o si este planteamiento es una exageración del director o de este guión no lo sé realmente.
    Sí es cierto que a Eastwood le importa un carajo lo que se diga de él. Atreverse en 1990, antes de sus mayores éxitos, a rodar una cinta sobre un mito del cine como Huston, bien a favor bien en contra, quiero decir de manera elogiosa o criticándole, revela, desde luego, una forma de ver el cine y la vida muy interesante.
    "Acabaremos el guión y nos iremos de safari" le dice el director al guionista. Tal y como se expone en la película Huston no tenía el menor interés en rodar una película. Sólo quería cazar. Punto. Este punto está muy bien narrado, no deja lugar a dudas. No recuerdo de la biografía de Huston que leí si efectivamente era tan así como se cuenta en esta cinta.
    La película respira un profundo racismo de los blancos que viven allí, especialmente el director del hotel, con el que Huston tiene una pelea un tanto ridíciula. En los comentarios de los participantes de las películas, y en la forma de tratar a los aborígenes se respira racismo.
    Si el rodaje de La Reina de África fue como lo narra Eastwood lo desconozco. Tampoco puedo valorar si la película es fiel al libro de memorias de Viertel. La duda que me surge es si el proceso creativo que lleva a una obra de arte absoluta como lo es la película de 1951 tiene que estar rodeado de tanta  farfolla, de tanto capricho y de tanta ensoñación. Es decir, ¿la obra de arte es fruto del método o de la inspiración? Porque es evidente que lo que busca Huston con su obsesión es despertar ese motor creativo, esa fuente primaria de inspiración que le permita encender la mecha de su cerebro.
    Soy una persona mediocre y por tanto valoro el esfuerzo y envidio el talento. Me encantaría ser talentoso en algo, pero, desde luego, no perdiendo el método, que efectivamente sí tengo. Con talento eres un director de cine magnífico. Welles sería el ejemplo estupendo. Luego hay directores con método, supongo que miles. Y otros que reúnen las dos virtudes, resultando lo intemporal y lo epopéyico: Lang, Bergman, Fellini. Creo que en cine no se puede sobrevivir sólo con talento. Es un arte, un oficio, incompatible con la falta de método, de necesaria atención a las pequeñas cosas, a los detalles.

§ 2.181. El Hobbit: La desolación de Smaug (Peter Jackson, 2013)

    Continúan las aventuras y batallas. Como obra conjunta me parece una cosa maravillosa. Evidentemente tiene que gustarte este tipo de cine, aunque no sea lo que más me agrada.
        Empezamos la segunda parte, esperemos a ver qué nos depara esta parte. Pero tiene toda la pinta de ser tan buena como la primera.
    Se explica muy bien al principio cuál es el sentido de la epopeya, la búsqueda de una joya que una a los ejércitos bajo el líder que se llama escudo de roble.
    Para ello tienen que entrar en la montaña y esperar al dragón que lleva dormido sesenta años.
    Imaginación prodigiosa, cine al servicio de la aventura fantástica. Jackson me parece un director especial, singular. Pero desde luego tiene su hueco en la historia del cine.

sábado, 19 de diciembre de 2020

§ 2.180. El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962)

    Crítica mordaz y brutal a la alta burguesía que es incapaz de salir de sí misma y que, en el fondo, se comportan como cualquier persona. En un momento de presión se comparan exactamente igual.
    En encerrados en una casa sin poder salir después de una fiesta los asistentes comienzan a mostrarse como realmente son. Entiende Buñuel que los humanos nos comportamos igual ante las mismas circunstancias, con independencia de la clase social de la que procedan, 'alta' o 'baja'. La resistencia a salir de la habitación de los asistentes a la cena no tiene explicación. Es una parábola sobre la imposibilidad de la clase burguesa a salir de sí mismo. Aunque se encuentran perdidos en sí mismos, viviendo situaciones endogámicas, cerradas y claustrofóbicas son incapaces de escapar de su propio destino, de su propio círculo, de su ambiente cerrado.
    Las mujeres comienzan a gritar, los hombres empiezan a picarse los unos contra otros. Nadie se explica por que´no son capaces de salir de la habitación. 
    Es interesante apreciar que los sirvientes se fueron antes de que empezara la cena, como si algo les empujara a ello. El único que se queda, Julio, explica que se fueron una hora antes de empezar la cena sin ninguna razón aparente para ello. Se fueron obligados por las circunstancias, pero sin ser capaces de explicar o razones a qué se debía dicho comportamiento. Las ratas, dice un burgués, que abandonan el barco sin saber por qué.
    El hombre que estaba enfermo finalmente muere en la segunda noche en la que están encerrados. La animalidad se comienza a mostrar con toda su crudeza cuando revientan una tubería para poder beber agua, o cuando Julio le enseña a una mujer a comer papel, porque se hace de los árboles.
   La colectividad burguesa no es capaz de organizarse para adoptar un plan para salir de la casa. Nadie toma el mando de las operaciones, nadie propone nada. Por otro lado en la calle la policía tampoco es capaz de entrar en la casa. No se explica qué ocurre o cómo se puede explicar la incapacidad de unos para salir o otros para entrar en la casa. Probablemente eso es la burguesía, un sistema social poco permeable que dificulta entrar en él pero también salir de él. Uno es burgués aunque no tenga nada que comer, no tiene que ver con la situación económica, sino con la extracción social.
    La presencia de las drogas también es una cuestión relativamente importante. El dueño de la casa tiene una cajita con morfina y otras drogas. El joven las ansía.
    La grosería, la violencia, la suciedad, dice uno de los protagonistas, es lo que siempre he detestado, y ahora convivo con ellas con naturalidad. Se vuelve al sitio del que siempre se ha pretendido huir.
    Los corderos aparecen, como metáfora que recuerda que el campo tiende a invadir la ciudad cuando ésta se despuebla. Son cocinados y se empiezan a destrozar los muebles para hacer fuego dentro de la casa. 
    Fuera, mientras tanto, diferentes personalidad pretenden entrar en la casa. Los políticos, el clero, los niños. Son incapaces de entrar en la casa.
    Algunas mujeres comienzan a hacer sortilegios con patas de gallo, a analizar las señales de las plumas de las aves, con el propósito de explicar qué ocurre. Otros hombre gritan reclamos masónicos para que sean ayudados. Fórmula ambas para explicar qué ocurre y pedir ayuda para salir de sí mismos. Cánticos religiosos se escuchan, como si se ratee de un miserere. Sueños terribles circuncidan los débiles sueños de los burgueses. Siempre violentos, siempre sorpresivos e incoherentes. La placidez de su existencia se ha tornada en brutalismo, depravación y violencia.
       En un armario aparecen dos muertos. Y los corderos son sustituidos por un oso, un oso pequeño que se pasea por la habitación adyacente. 
    Pasan los días, pasan las horas, pasa el tiempo y nada cambia. No son capaces de salir ni los de fuera entrar. Desde fuera se aprecia que se ha colocado una bandera amarilla, porque ha sido declarada en cuarentena la casa. Los criados y sirvientes han aparecido de nuevo. Llegan a la puerta de la casa sin saber por qué. Nadie les ha llamado. Paralelamente algunos asistentes luchan entre sí, no se sabe por que. El dueño de la casa parece imponer cordura a la situación.
    No sé qué representan los animales en las escenas. La brutalidad del ser humano, su animalidad, sus instintos más primarios, no lo sé. Tampoco entiendo qué significa la mano autónoma que aparece arrastrándose por el suelo y la mujer aplasta con un objeto, probablemente un cuenco. Alucinaciones, desvaríos, etc. El surrealismo de su amigo Salvador Dalí tendía mucho que decir en estas escenas.
    Aunque no he entendido la totalidad de las cuestiones me ha parecido muy interesante, como siempre que la he visto. Probablemente no exista una sola explicación, no creo que su creador pretendiera elaborar un discurso con lectura única.    
    A lo mejor para salir de sí mismos, los asistentes tiene que colocarse exactamente en la misma posición que se encontraban cuando empezó la velada. Parece que esa es la fórmula para conseguir dar por terminada a la situación. El tiempo y el espacio se detuvieron cuando la adulación y el halago fue puesto en marcha. Sólo en ese momento son capaces de abandonar la habitación. Se ponen en marcha todos a la vez cuando entienden que todo debe seguir, continuar. Abren la puerta y caminan hacia afuera, sin poder explicar qué ha pasado o por qué han permanecido dentro tanto tiempo sin poder salir.
    Seguro que puede extraerse una lectura marxista de todo esto, de la preeminencia de la lucha de clases y demás.
    La película termina con una misa en una iglesia con todos los asistentes a la cena perfectamente vestidos y arreglados. Véte tú a saber qué quiere decir Buñuel, ateo confesó, valga la contradicción.
    Los asistentes a la misa no son capaces de salir de la iglesia. Se produce la misma imposibilidad de abandonar un lugar... Cuando salen a estampidas son reprimidos por el ejercito y las ovejas entran en la iglesia.

viernes, 18 de diciembre de 2020

§ 2.179. El Hobbit: Un viaje inesperado (Peter Jackson, 2012)

    Vamos a ver de qué va esto. Son seis películas, toda una saga con muchísimos minutos, a razón, más o menos de 180 por película, para un total de más de 1000 minutos de un mundo peculiar, una obra fantástica.
    Veremos. No es, en principio, el cine que más me gusta.
    No sé qué decir. Obviamente es una obra magnífica, una cosa magistral, preciosista, un sueño hecho realidad, una epopeya, una imaginación prodigiosa, un relato elevado a la categoría de cine de aventuras estupendo.
    Rodrigo y yo tenemos la pretensión de ver todas las películas, las seis como si fuera una serie. Una detrás de otra. Hoy terminamos la primera y empezamos la segunda, y así encadenamos unas y otras hasta el final.

§ 2.178. La silla del testigo (George Nichols Jr, 1938)

    85 años nada más tiene la película. Y sigue pudiéndose ver, perfectamente.
    Suicidio para encubrir un homicidio, falta de testigos, malversación de dinero, gran compañía, secretaria abnegada...
    Guión prodigioso, buen resultado...

§ 2.177. Un instante, una vida (Sydney Pollack, 1977)

    Una película intermedia de Pollack. No es de las más conocidas y se encuentra entre dos suyas excelentes: Los tres días del Cóndor (1975) y El jinete eléctrico (1979).
    Un corredor de Fórmula 1 decide no continuar compitiendo con su coche hasta que el equipo no le diga qué le pasó al de su compañero de equipo para producir un fatal accidente. La muerte de su compañero de equipo le ha afectado, así cómo la tetraplejia de otro competidor. No sólo a nivel competitivo, sino también físico y sobre todo mental. Los años pasan, se encuentra en Europa no en su casa -EE.UU.- no tiene contacto con su familia, madre principalmente, su hermano le visita en París para intentar cerrar con él un problema legal referido a las tierras de sus padres y no le hace mucho caso... vive con una amiga en París.
    Conoce a una mujer cuando va a visitar al amigo que se ha roto el cuello en la carrera en que murió su compañero de escudería. Viaja con ella desde el hotel hacia la Milán, pero pasean por la costa italiana y francesa, conduciendo, por la carretera del mar. Se enamoran, como es natural. Es el argumento de la película. Ella es complicada, y él pretende descifrarla, sabe de ella, quién es, por qué se muestra distante y fría, pero a la vez vitalicia y reservada. Está enferma. Esa es la razón por la que se comporta así, o quizá no y sea simplemente una careta, un disfraz, una forma de ocultarse. La película es lenta, no parece llevar a ninguna parte. Deslavazada, con esa calma propia de las películas lentas y pausadas... no parece el ritmo adecuado para la temática. Desde Al no parece el actor propicio para este papel. No le veo como corredor de Fórmula 1.
     No ha envejecido bien la cinta. No mantiene la tensión y los ademanes, la tensión y su desarrollo han quedado anticuados. La música no acompaña y las escenas de coches son menos de las que debiera en una temática como esta. En todo caso se deja ver, más, también, por acabar con todo lo suyo que porque efectivamente sea una gran cinta, que no lo es.
    Al Pacino es el piloto, y Marthe Keller la seguidora. Él me es sumamente conocido, claro. Ella no tanto. Ha trabajado en muchas películas europeas, y la recuerdo por Fedora (Billy Wilder, 1978).
    La filmografía completa de Pollack es esta: Una vida vale más (1965), Propiedad condenada (1966), Camino de la venganza (1968), La fortaleza (1969), Danzad, danzad malditos (1969), Las aventuras de Jeremiah Johnson (1972), Tal como éramos (1973), Yakuza (1974), Los tres días del Cóndor (1975), Un instante, una vida (1977), El jinete eléctrico (1979), Ausencia de malicia (1981), Tootsie (1982), Memorias de África (1985), Habana (1990), La tapadera (1993), Sabrina (y sus amores) (1995), Caprichos del destino (1999), y La intérprete (2005).
    También es el codirector de El nadador (1968) con Frank Perry y de unos cuentos documentales.
    Diecinueve películas. Algunas estupendas, otras no tanto, pero una carrera magnífica, llena de éxitos de público y crítica, premios y reconocimientos. Un gran cineasta.

§ 2.176. La torre de los ambiciosos (Robert Wise, 1954)

    Película en la que tengo grandes expectativas. Un director estupendo y un reparto impresionante: William Holden, June Allyson, Barbara Stanwyck, Fredric March, Walter Pidgeon, Nina Foch, Shelley Winters...
    El guionista es Ernest Lehman, uno de los más grandes escritores de cine, con éxitos inconmensurables.
    Una factura impecable, con un blanco y negro visualmente perfecto, un sonido perfecto, un guión de fábula, una película magnífica. Me gusta este cine, es, de hecho, el que más me gusta.
    La ambición de los que rodean a un hombre poderoso. Unos pretenden heredar su puesto como Presidente de la compañía, otros mercadean con sus propias acciones para especular en el mercado de la bolsa, y una mujer pretende deshacerse de las acciones que posee de la compañía porque el dueño no le hace caso. 
    Es viernes por la tare, el dueño de una compañía ha sido atropellado y se ha muerto en plena calle. Había convocado una reunión con sus directivos sin orden del día. Nadie de los convocados, todos vicepresidente de la compañía, sabe que ha fallecido. Sólo lo sabe un directivo, no convocado a la reunión, que ha presenciado el atropello desde el balcón. Este directivo llama a la mujer que pretende vender sus acciones porque no le hace caso el presidente.
    Una vez que se conoce el fallecimiento, todos se cargan de razones para desear la presidencia. Unos más que otros. Unos aluden a su competencia técnica y profesional, otros a los años de servicios, los de allá a la cercanía personal con el fallecido. Todos tienen razones para aspirar a ello.
    Todo parece decantarse a favor de un oscuro Vicepresidente, eficaz pero desalmado. El ingeniero, el que parece más familiar y más apegado al interés de la fábrica y a los trabajadores, no parece albergar propósitos presidenciales. Y sin embargo parece que puede ser una alternativa. Pero en cuanto aspira a la presidencia pierde su encanto.

§ 3.881. La leyenda de los ocho samuráis (Kinji Fukasaki, 1983)

Fukasaki es el director de la segunda unidad de la películas "Tora! Tora! Tora!" de 1970 cuyo principal director fue Richard Fleis...