lunes, 7 de diciembre de 2020

§ 2.151. Banda aparte (Jean-Luc Godard, 1964)

    Tres jóvenes franceses se conocen en una clase de inglés, uniéndose en una amistad peculiar. No es tensión sexual lo que media entre ellos, ni un proyecto común, sino una especie de futuro colectivo, como un acontecer común que le une sin que ellos lo sepan. Parecen predestinados a un común destino que ni ellos mismos conocen, ni saben cuál es, ni vislumbran de qué va. Simplemente ha llegado un momento en sus jóvenes vidas en el que hay que hacer algo.
    Anna Karina, Claude Brasseur, Sami Frey son sus protagonistas. Desesperanza, juventud, futuro, sentimientos... Divisan una casa al lado de un río, y planean un golpe. La chica trabaja allí, pues es su tía la dueña, y es ella la que patrocina el asalto. Sabe que tiene dinero escondido y su obtención, su robo, patrocinaría una nueva forma de vivir, una esperanza. El asalto es, en definitiva, un medio para una nueva vida, una nueva esperanza. Dos cosas llaman la atención, lo fácil que es robar el dinero, que se encuentra en un armario sin llave o protección alguna y los pocos muebles que tiene la casa. No es razonable 
    La otra película que he visto suya, Al final de la escapada (1960) me decepcionó profundamente. Toda la Nouvelle vague me cansa, me aburre. Los 400 golpes que he visto hace nada me pareció insufrible, insoportable. Sobre todo porque no me dicen nada, no sé qué me quieren decir. Tampoco es pura estética, porque las imágenes no son bonitas por sí mismas. Tampoco es un discurso ideológico, o político, y tampoco un documental. Tampoco es una forma de rodar, no es cine 'dogma'... Es lo que es, perfectamente reconocible, y perfectamente identificable.
    Es un género distinto, propio, muy característico al verlo pero que no consigo ser capaz de apreciar. Es evidente que es un problema de apreciación propia, de mi, no de la calidad del cine, que es muy valorado y apreciado. Es muy propio de Francia y tiene seguidores y admiradores por doquier, imitadores e influencer, antes y ahora. No ha pasado de moda aunque probablemente ya no se rueden tantas películas de este género.
    No es lentitud lo que ocurre, es otra cosa, es una forma de rodar sin efectividad, sin emociones singularmente efectistas. Si fuese pintura se diría que es un cuadro naturalista, y si fuese una novela sería del XIX o principios del XX. Es como la vida, acaecen cosas que ocurren en la vida real, y son narradas sin más, para que el espectador se forme su conclusión, o mejor aun, extraiga sus enseñanzas. No es el recreo visual de Andrei Tarkovsky, ni por supuesto su pretensión filosófica. Es otra cosa. Tienes que comprenderla para que te pueda gustar, y yo no la comprendo.

domingo, 6 de diciembre de 2020

§ 2.150. Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017)

    Me ha sorprendido. Pensaba que iba a ser un truño, algo fallido, imposible de acercarse a la original. Y me he llevado una grata sorpresa, no sólo se acerca, sino que algunos momentos son sublimes, por comparación a la de 1982.
    La reflexión sobre la identidad, sobre la originalidad, sobre lo que es vivir, sobre el yo sigue vigente en esta segunda parte, excelente a mi modo de ver.
    La música no es la de Vangelis, pero es interesante, compuesta por Hans Zimmer, uno de los grandes actualmente. La estética de las ciudades derruidas y abandonadas, la ropa que utilizan, los bares y las calles. los neones luminosos, todo recuerda bastante bien a la original película, convirtiéndose en una digna sucesora.
    El actor principal no está quizá bien elegido. Aunque hay que reconocer que Ryan Gosling lo tenía difícil, porque el papel del cazador de replicantes fue creador por Harrison Ford, él le da la fisonomía que tiene, por eso todos los demás son tributarios de aquel modelo. Quizá alguien más varonil, más duro, menos amable, con facciones rudas.
    El cazador de replicantes no sabe si fue un niño verdadero o no, si nació de unos replicantes o si nació ya mayor, como es en la actualidad. Ana de Armas es el holograma que le acompaña, mujer débil, fina y con una feminidad sutil, pequeña.
    Del directo vi Sicario (2015) y la recuerdo como una ensalada de tiros, golpes y acción "a lo bestia", pero no especialmente buena.

§ 2.149. El defensor público (J. Walter Ruben, 1931)

    Un banco ha quebrado y han hecho responsable a un miembro de la junta directiva. El 'ajustador' roba a uno de ellos unos documentos, por lo que los demás sospechan que ese justiciero puede ir a por ellos ahora. Lógicamente la chica que le gusta es la hija del banquero que paga 'el pato'.
    Richard Dix es el protagonista, gran estrella del cine mudo que transitó al sonoro con cierto éxito. Pelo engominado hacia atrás, brillante y lacio, entrado en kilos y con un porte señorial pero no engolado. Dirige una especie de oficina de ajustes de cuentas por el bien común, una especie de superheroe moderno, sin más poderes extraordinarios que su inteligencia y su dedicación.
    La chica es Shirley Grey, que rodó 45 películas del 30 al 35, una auténtica barbaridad.
    Purnell Pratt, y Boris Karloff antes de ser conocido por sus papeles de momia componen el equipo que ayuda al ajustador a realizar sus acciones, una especie de Batman clásico.
    El director es para mi un absoluto desconocido. Un director de los muchos de aquella época, activo desde 1926 hasta 1942, años en los que rodó 35 películas. Esta es la única suya que conozco. No creo que sea de los directores que tengan muchas más editadas actualmente en DVD o Blue-Ray.
    Tiene noventa años, que ya es decir, y se ve perfectamente, con un guión magnífico, una puesta en escena espléndida y un resultado óptimo. Ya le gustaría a muchas películas actuales estar tan bien sincronizadas como ésta...

§ 2.148. El criminal (Joseph Losey, 1960)

    Una de presos, de cárceles de atracos, de Losey, un director peculiar, con grandísimas películas.
Stanley Baker es el protagonista en un papel estelar.       Actor que rechazó ser 007 en la primera película, pues, al parecer, no quería atarse con un contrato de tres pelíoculas, intervino en Los cañones de Navarone (J. Lee Thomson), en Accidente (también de Losey), y en Zulú (Cy Endfield).
 Un preso mantiene una disputa con otro, probablemente porque le traicionó en algún asunto fuera de la prisión. Va a salir en breve y decide no vengarse en prisión, pues está vigilado. Lo hace otro por él, otro preso. Le golpe en su celda fuertemente. Él finge que se ha caído por las escaleras, y el preso que se excarcela parece ser el responsable último del asunto.
   Los tres años que ha pasado en prisión ha estado preparando un golpe definitivo, una grande de verdad. Ejecuta el golpe y esconde el dinero.
  La banda sonora es un buen Jazz, compuesta por John Dankworth, para mi desconocido autor. Agobiante, rápida, extenuante, cuando más peligrosa la situación más alocada es la melodía.

sábado, 5 de diciembre de 2020

§ 2.147. Joker (Todd Phillips, 2019)

   Interesante película hecha a la imagen y semejanza de su actor: Joaquin Phoenix, excesivo, melancólico, egocéntrico, neurótico, enfermo, psicótico, brutalmente desequilibrado...
  La chica es Zazie Beetz, desconocida para mi. También interviene Robert De Niro como cómico de televisión, al principio y sólo un par de minutos, y luego a media película.
    Indudablemente la película tiene algo, no sé qué es, pero es buena. El ritmo y el guión son estupendos, la filmicidad de la ciudad, su suciedad, su barroquismo arbitrario, su metro sucio y degenerado. Todo eso lo consigue bien el director. Pero donde la película se muestra como extraordinaria es la alegoría de la risa como enfermedad. La muerte y la risa como una sola cosas. La enfermedad de la risa. El Joker está enfermo de risa. 
    El entronque de la cinta con Batman esta, según Rodrigo, muy bien realizado. El padre del Joker es Thomas Wayne, también es del Batman. En realidad puede verse como una película separada de la saga, aparte, sin conexion específica con ella.
    Me ha gustado mucho, mucho de verdad. Es buena, muy buena. Director para mi desconocido. Es su segunda película dramática, después de varias sobre juergas universitarias y resacón en las vegas, cómicas todas ellas. Buenas según mi hijo, aunque lo dudo.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

§ 2.146. Buenos días, noche (Marco Bellocchio, 2003)

    El secuestro y asesinato de Aldo Moro, primer ministro italiano, en 1978 siempre estuvo rodeado de polémica, tanto en su actuación como en la de las fuerzas del orden.
    No es la primera película que veo sobre este tema, pero sí es cierto que es la primera que lo trata monográficamente, desde dentro, desde los secuestradores y el secuestrado. Tiene algo de falso documental, y aprovecha las noticias de la televisión, probablemente reales, para hacer avanzar los días del secuestro.
    Es evidente que el tratamiento de la cuestión es claramente político, pero no hay tanta carga ideológica como pudiera parecer. Se da por supuesto lo que cada uno piensa y siente, cómo actúa y por qué. Y ahí la película se queda un poco corta. Gente dice Moro frente a clases dice el terrorista, hablando del motor de la historia. La carga ideológica se desarrolla a través de las conversaciones que mantienen el líder terrorista con Moro, sobre banalidades del poder y de la política. No creo que pretende el director un desarrollo ideológico, ni nada por el estilo. Se sirve de cómo podría haber sido para hacer caminar la película, que pierde interés a medida que se acerca a la hora de duración. 
     No consigue lo que quiere. Ni es capaz de narrar con dominio la angustia de los secuestradores o del secuestrado, ni como documento histórico o fidedigno consigue elaborar un guión de cómo fue el secuestro. Comparándola con Operación Ogro es mucho peor película. Curiosamente las dos de directores italianos, ambos militantes de izquierda comprometidos. 
    Parece mentira que el 1975 ETA pudiera matar a un Presidente del Gobierno y que en 1978 Las Brigadas Rojas pudieran hacer lo mismo con el premier italiano. Ahora sería impensable. El nivel de control y dominio de las personas, la sociedad de la información y el dominio que se tiene de las comunicaciones hace impensable algo así. En un breve periodo de tiempo la policía y los servicios de inteligencia darían con los terroristas mucho más rápido de lo que parece. No habría posibilidad alguna de escapar de su control y dominio.

§ 2.145. Un espíritu burlón (David Lean, 1945)

    Una de las primeras de David Lean, todo un poderoso del cine, un clásico actual, un gran artesano de superproducciones. 
Conocido por sus grandes obras a Cinemascope, tres en particular: El puente sobre el río Kwai (1957), Lawrence de Arabia (1962) y Doctor Zhivago (1965).
    Un tema a medio camino entre la comedia sarcástica y la ironía británica. Una médium realiza una sesión de espiritismo en casa de un matrimonio cuyos cónyuges ya estuvieron casados con anterioridad en el pasado. La pareja y el matrimonio que ha sido invitado a participar en el invento contactan con la primera mujer del marido, fallecida hace cinco años. Pero la mujer muerta decide quedarse a vivir en casa del matrimonio, provocando una tensión entre ella y la mujer actual. La canción catalizadora de la presencia de la mujer es la canción "siempre" que pone constantemente la médium para facilitar el viaje del espectro a la realidad actual. Elvira, su mujer, se ha presentado y no pretende irse con facilidad. Es precioso cómo está dibujada de color verde oscuro, translúcido, del mismo color que el vestido de su actual mujer pero difuminada, para que no haya confusión entre su mujer actual y la fallecida.
    Comedia británica de las consideradas 'inteligentes', diálogos muy elaborados, guión muy trabajado y actuaciones muy meticulosas. Los actores son Rex Harrison, espléndido en su papel, como siempre. Un actor de método absolutamente magnífico. Uno de los grandes de verdad.
    Constance Cummings es su mujer actual. Kay Hammond es Elvira. Margaret Rutherford es la médium que ha realizado la sesión de espiritismo.
  Es la representación de una obra de teatro, del dramaturgo británico Noël Coward, estrenada en 1941 y representada decenas de veces, también en España. Una obra muy representada, propicia a equívocos y malas interpretaciones. Divertida y sardónica, humorística e inteligente. Desde luego una gran obra, propicia para ser llevada al cine. 
    Buena película, aunque no me imaginaba que pudiera ser de Lean, no le imaginaba con un humor tan fino, tan delicado. Quiero decir que la visión que se tiene de David Lean es de un señor serio, acostumbrado a grandes producciones, escenarios grandilocuentes, muchos extras, (comedidos) efectos especiales y música de cámara. Nada de eso hay aquí. Es una comedio pequeña, irónica y con peculiar sentido del humor. Además, nada tiene que ver con lo que hizo después: Amigos apasionados (1949), y Madeleine (1950), dos películas absolutamente magníficas, cada una en su papel, aunque ambas parecidas.
    Es un director que me gusta, y mucho. Tiene esa genialidad de los grandes cineastas. Todas sus películas me gustan. Todas tienen algo. Tengo que terminar con Lean, me quedan pocas para ver todas las suyas.