sábado, 26 de septiembre de 2020

§ 2.028. Tres lanceros bengalíes (Henry Hathaway, 1934)

    Película excepcional de un Director estupendo, ahora muy olvidado, pero para mi un auténtico artesano del cine.
    Con un gran Gary Cooper, en su época anterior a su esplendor más absoluto.
    Padre militar de alta graduación que está al mando de un destacamento de frontera al que le llega su hijo, un pipiolo inexperto y con muchas ganas de agradar.
    Otro militar recién llegado y un encantador Cooper como mando intermedio se hace cargo de las enseñanzas de ambos.
    Me ha parecido espléndida. Es la primera película que veo tras el confinamiento de septiembre por el desprendimiento de retina, todavía con la visión un poco dañada.

viernes, 17 de julio de 2020

§ 2.027. El beso moral (Robert Aldrich, 1955)

Es un cine negro distinto, oscuro, algo bizarro, grotesco y absurdo en algunos momentos.
La primera vez que la vi me pareció majestuosa, impresionante, pero no la recordaba tan trhiller, con tanta intriga y tanto desarrollo. Aldrich esconde el propósito de la película, el objeto buscado, haciendo la película más interesante. 



jueves, 16 de julio de 2020

§ 2.026. Grupo salvaje (Sam Peckinpah, 1969)

    Es la quinta o sexta vez que la veo,  y me sigue pareciendo estupenda, una de las mejores películas, para mi, del Oeste. Mejor dicho, de un oeste crepuscular, distinto, peculiar, de autor.
    Tiene algo peculiar, más profundo de lo que parece, inteligente y sensible.

miércoles, 15 de julio de 2020

§ 2.025. Perros de paja (Sam Peckinpah, 1971)

    La vi por primer vez hace años, quizá más de quince, y me pareció estupenda.         Ahora me ha parecido mejor si cabe. Una violencia sorda, callada, oculta, que no se aprecia a primera vista.
    La escena de la violación es tremenda, brutal. Realmente hay que estar muy seguro de ser un gran cineasta para rodar una escena así y ponerla en pantalla en 1971.
    Parece como si fuera una respuesta a aquellos que le acusaban de perturbar al espectador con escenas de excesiva violencia. Un "no quieres café, toma dos tazas".
    La respuesta de él no es la esperada. Y por eso es perturbadora, porque en determinadas condiciones toda persona puede convertirse en un animal, en alguien capaz de hacer cualquier cosa. Es mejor no llegar a ese punto, no tener que ver por nosotros mismos si en determinadas circunstancias podremos comportarnos de una manera similar.
    Me gusta Peckinpah, me parece un muy buen director. No es el que más me gusta, pero creo que la renovación de la violencia como motor de desarrollo de una historia cinematográfica le debe mucho.

§ 2.024. El baile de los vampiros (Roman Polanski, 1967)

    No sé muy bien si es una parodia o una sátira. No me gusta especialmente, pero es común con Polansky. Sólo El escritor (2010) y El pianista (2002) me han parecido obras redondas, cerradas, para recodar. En estos días he visto El cuchillo en el agua (1962) y El quimérico inquilino (1976) por primera vez y Chinatown (1974) por tercera o cuarta y, la verdad, no me ha gustado mucho ninguna de las tres. Esta va por el mismo camino.
    Sinceramente, no me parece una buena película. Pretende ser una parodia de las películas de Serie B de Vampiros. No sé si lo consigue, no sé qué tendrían que decir las personas a las que les gusta este tipo de cintas, pero a mi no me gustan las parodias. No le veo la gracia. No me agrada, no le veo sentido a la parodia, no me hacen gracia sus gag, sus trucos. No me gusta, nada de nada.

martes, 14 de julio de 2020

§ 2.023. El último atardecer (Robert Aldrich, 1961)

    Bonito Western, de los que podemos considerar peculiares. Un fugitivo, una mujer casada con un borracho, un Sheriff poco civilizado que persigue al fugitivo no se sabe muy bien por qué.
    Rock Hudson en el papel de Sheriff, Kirk Douglas en el de fugitivo, Dorothy Malone es la mujer, y Joseph Cotten es el marido borracho.
    La verdad es que Rock le aguanta el pulso a Kird y a Joseph, de manera bastante decente. Además esta es la siguiente película a Espartaco, con lo que ello supone de atención mediática. En el cartel inicia, en los títulos de créditos figura primero.
    Me gusta Aldrich, dirige con una cadencia muy determinante. En esta no sabes nada de las razones por las que vuelve el fugitivo, por las que le persigue el Sheriff y por las que el marido borracho de la mujer guapa hacía versos hace años que cambiaba por Whisky.
    Cada uno tiene sus razones
    La película está muy bien hecha, Aldrich es un gran director. Quizá algo olvidado, pero gran director. Tiene un montón de buenas películas.

§ 2.022. - El silencio (Ingmar Bergman, 1963)

    Dos mujeres van en un tren con un niño, atravesando un país que no es el propio, probablemente en guerra, pues por la ventana el menor ve las sombras de otros trenes que pasan en los que se dibuja la silueta de tanques.   
    Se detienen en un hotel a descansar porque una de ellas (Ingrid Thulin) se encuentra enferma. La otra mujer (Gunnel Lindblom) se echa la siesta con el niño después de tomar un baño. Mientras la enferma fuma y bebe alcohol mientras oye la radio.
    El país no es Alemania, porque ella le pregunta al recepcionista de planta si habla alemán cuando le llama para pedirle más alcohol. La ciudad se llama Timoka (dice la madre creer cuando se lo pregunta el niño a la mitad de la película).
    Nada se sabe a los veinte minutos ni sobre el motivo del viaje ni sobre la relación de las mujeres entre sí, ni de éstas con el niño. El niño parece ser hijo de la mujer no enferma. Ocupan dos habitaciones conjuntas unidas por una puerta comunicante. La mujer enferma después de beber de nuevo se echa en la cama y se masturba.
    El niño juega por los pasillos del hotel, que parece muy grande y en el que no parece haber mucho movimiento de clientes, más allá de una compañía de circo formada por enanos. También se ven cuadros enormes en las paredes del hotel que parecen representar escenas bíblicas.
    La mujer que parece la madres del niño decide salir a la calle. La otra tiene una especie de colapso nervioso cuando se lo comunica y pide ayuda al recepcionista del hotel pare que la ayude a meterse en la cama y pasar la borrachera, porque ha bebido con el estómago vacío. 
    Siguen sin conocerse los motivo de viaje de las dos mujeres.
    El niño dice a la mujer enferma que si puede ir a ver a la abuela cuando lleguen. Parece que las mujeres son hermanas y van a llevar al niño para que pase un tiempo en casa de la abuela. Pregunta el niño si va a ir papá a verle, y la mujer le dice que no sabe, que cree que sí, pero que no lo puede averiguar. El niño se refiere a la mujer que ha salido a la calle como "mamá". La señora ha salido claramente a ligar, a alternar. Va a una cafetería, luego a una especie de teatro donde ve a los enanos representar su papel, su representación. 
    En el teatro presencia cómo una pareja hace el amor y abandona el teatro. Es pleno día. Pasea por la calle y vuelve a la cafetería de antes, mirando al camarero con deseo. El niño mientras tanto juega con el recepcionista del hotel, que le enseña unas fotos con añoranza y finalmente se las entrega. La madre regresa a casa y se lo encuentra en un pasillo del hotel. Se mete en la habitación y se asea en el baño. Tiene el vestido manchado en las parte de atrás. La hermana entre en la habitación con una mirada lúbrica.
     Tienen una rara conversación en la que le dice la madre a la hermana "pensar que hasta hace no tanto te tenía miedo".
      El niño pregunta cuándo van a volver a casa, y la madre le dice que mañana. Le pregunta el niño si la tía Esther va a ir con ellos. La madre le dice que no sabe. La madre se llama Ana.
    La madre dice que va a salir de nuevo a la calle. Ya es de noche. El niño abandona la habitación y entre ellas hablan. Esther le pide más detalles y ella le dos dos versiones: que ha hecho el amor en el teatro y que lo ha hecho en una iglesia. Ninguna de las dos se ha visto en la película, pero ambas pueden ser creíbles. Por eso tiene manchado el vestido. Sale finalmente y ve al camarero de la cafetería en el pasillo del hotel. Entras los dos besándose en la habitación y practicas sexo. El niño está fuera oyendo a los amantes.
    El niño mira por la ventana y ve un tanque, un carro militar. Se encuentra en la habitación de la tía, porque en la de la hermana está ella haciendo el amor con el camarero de la cafetería. El niño intenta distraer a la tía con marionetas que hablan un idioma raro porque una de ellas está enfadada con la otra. 
    "Qué bonito es el que no podemos entendernos" le dice Ana al camarero después de hacer el amor. Y le añade "Ojalá que Ester estuviera muerta".
    Ester es traductora, pero no conoce el idioma que hablan en el país en el que están, que no puede estar muy lejos pues llegan a su país al día siguiente. El niño le dice a Ester que ha visto a Ana en la habitación besándose con un hombre.
    Esther entra en el cuarto de Ana y esta provoca que le vea besarse con el hombre. Esther parece sufrir una decepción, un proceso de celos y de cólera contenida. Ana disfruta con la situación. La conversación entre ellas dos es dura. Ana acusa de Ester de detestarla de sentirse superior. Eshter la acusa de sentir odio hacia Ana. Y de alguna manera insinúa una relación impropia con el padre común de ambas. Ana ya no siente deseo por el hombre, le ha utilizado para darle celos a Esther, para hacerla daño.
    Los enanos vuelven de su representación vestidos con los trajes que han utilizado. Po la forma de hablar parecen españoles. 
   Cada una de ellas se encuentra en una habitación diferente del hotel, comunicadas entre sí. Parece un relato sobre la incomunicación, la distancia. 
    Es una extraña reflexión sobre el deseo y el sexo. Parece que la hermana enferma está enamorada de la sana, de la madre del niño, pero no lo explicita de ninguna manera, no lo exterioriza. Hay, desde luego, una atracción sexual de Esther hacia Ana, quizá correspondida tiempo atrás, pero que ahora no tiene juego, no funciona, algo se ha roto en su relación. 
    Arte y ensayo. Teatro experimental llevado a la pantalla. Muy Bergman, muy intelectual. Sumamente atrayente. Esta sí la reconozco yo como de Berman, si circulan por ella sus obsesiones y sus lamentos, sus temas: el sexo, el deseo, la incomunicación, la pareja, la fidelidad, las relaciones familiares.
    Es probable que en la relación que tuvieron las hermanas entre sí en el pasado hubiera algo de sexo. Sobre todo porque veinte minutos antes le comentaba Ana a Ester que en una ocasión la obligó a comentara con detalles un escarceo amoroso que tuvo con un chico. 

§ 3.898. Tu nombre envenena mis sueños (Pilar Miró, 1996)

Muy bien rodada. Gran guión (que procede de una novela de Jesús Leguina), excelente ambientación y diseño de producción, actores en su punto...