domingo, 26 de enero de 2020

§ 1.801. El caso de Lucy Harbin (William Castle, 1964)

Me ha gustado mucho. Por la temática y por el tratamiento. Tema sugestivo, sugerente, atrayente y siempre novedoso. Siempre igual y siempre bien contado pero siempre novedoso. Con una Joan Crawford soberbia, espectacular, grandiosa, y una Diane Baker que siempre la recordaré como la mujer de "El premio", dulce, simpática, y muy femenina, una mujer prototípica de loís años setenta.
También intervenía George Kennedy en un papel de hombre simple pero con una fondo de maldad, pero que sabes que va a acabar mal.

sábado, 25 de enero de 2020

§ 1.800. Peligro... Línea 7000 (Howard Hawks, 1965)

No me parece tan mala como dicen. Viniendo de quien viene no podía ser mala, pero las críticas no la ponen nada bien. 
No es una obra sublime, pero se puede ver y entretiene.

domingo, 12 de enero de 2020

sábado, 11 de enero de 2020

§ 1.797. Amor entre sombras (William Castle, 1964)

Entretenida película de un mago del género. Pocos medios, buen guión, cosas que contar y un desarrollo impecable. Dls actores impecables del cine clásico: Robert Taylor, y Barbara Stanwyck, que aunque había sido matrimonio ya estaban divorciado cuando se rodó la película. Fue la última película de ella, uno de los mitos más grandes del Hollywood.
Me recuerda, ligeramente, a Voces de Muerte, de Litvak, aunque aquella era mucho mejor.
Los sueños siempre han dado mucho juego al cine, lo onírico, lo que queremos que suceda, lo que nos atormenta.
La muerte del marido, la boda, la imposibilidad de despertar del sueño, los recuerdos que parecen reales...
Me ha gustado mucho. Muy interesante, la música imprescindible (de Vic Mizzy, con toques oníricos evidentes), el guión y todo lo que lo rodea -diálogos, cambios de plano, personajes, tramas secundarias- muy logrado, condensado todo en un metraje muy civilizado.

§ 1.796. El idiota (Akira Kurosawa, 1951)

Historia preciosa, llena de ternura y emoción, que expresa las bondades básicas de la vida y del amor desde los ojos de un idiota.
Kurosawa adapta  la novela homónima de Dostoievski a un escenario japonés.
Kameda es un condenado a muerte por crímenes de guerra que en el último momento se salva de ser fusilado, aunque la conmoción le provoca durante cierto tiempo fuertes ataques epilépticos, produciéndose en él una transformación que algunos consideran idiotez, pero que, en realidad, no es más que una vuelta a la sencillez y al bondad, el descubrimiento de una enorme capacidad de amar.
En un viaje en tren conoce a la joven Taeko a través de una fotografía. Mujer turbia de pasado oscuro, probablemente una prostituta es de una belleza arrebatadora, de la que están enamorados varios hombres, sobre todo porque se ofrecen 800.000 yenes como dota para quien se case con ella.
Taeko queda prendada de la sencillez y naturalidad de Kameda, de la bondad pura del ser simple. No es sencillez lo que manifiesta su carácter, es simpleza, bobaliconería. Llora ante las emociones más primarias, denota emoción en situaciones primarias y no comprende en mundo y las situaciones que le rodean. Ama a Taeko, a pesar de que se ha ido con Akama, hombre que ha pujado por ella un millón de yenes. Pero descubre que está enamorado de Taeko lo que provoca sensaciones encontradas en todos, especialmente en Akama, que se convierte en un homicida frustrado, pues no consigue su propósito. 
En la segunda parte todo comienza de nuevo, vuelve a presentarse al personaje después de un ataque epiléptico. Vuelve a centrarse el idiota en las hijas de la familia que le acogió al principio. Pero aparece de nuevo la mujer fatale enamorada del idiota.
Al final de la primera parte se aprecia el recurso a abrir y cerrar una puerta como forma de presentar una escena es claramente un antecedente de Centauros. Hay una escena muy potente, el patinaje en la noche de los personajes disfrazados de la muerte, como si fuera un carnaval, con antorchas en la mano.
Película larga, con una música obsesiva circular que abruma un poco y no deja demasiado espacio para el silencio. Dividida en dos partes, de 90 y 75 minutos respectivamente. 
Al parecer era una obra mucho más larga, de casi cuatro hora, que le obligaron a cortar para darle un juego comercial. Aun así son dos horas y cuarenta y cinco minutos, una barbaridad para una película de 1951 en blanco y negro.

§ 1.795. El príncipe valiente (Henry Hathaway, 1954)


Muy buena película. Con un reparto magistral: Robert Wagner como el Príncipe Valiente, James Mason como el experto caballero curtido en varias batallas que está de vuelta de todo, Janet Leigh en una película distinta a Psicosis, o a Sed de Mal, Debra Paget sin la serpiente de la Tumba India, y el grandísimo actor Sterling Hayden, capaz de interpretar a un muerto y ser creíble.
Una historia limpia, blanca, sin malicia, entretenida, con sentimientos puros, una auténtica historia de aventuras. A diferencia de Los Vikingos, de Fleischer es más limpia, menor ruda, más infantil. Y se diferencia de El Halcón y la Flecha de Tournier porque no centra tanto en las relaciones amorosas (no manifestadas explícitamente) y en las peleas, algo cómodas y muy esteriotipadas. En realidad constituye un medio camino entre ambas.

§ 3.902. Entre el amor y el juego (Sam Raimi, 1999)

  Tercera vez, quizá cuarta, que la veo. Siempre me ha gustado mucho.