sábado, 11 de enero de 2020

§ 1.796. El idiota (Akira Kurosawa, 1951)

Historia preciosa, llena de ternura y emoción, que expresa las bondades básicas de la vida y del amor desde los ojos de un idiota.
Kurosawa adapta  la novela homónima de Dostoievski a un escenario japonés.
Kameda es un condenado a muerte por crímenes de guerra que en el último momento se salva de ser fusilado, aunque la conmoción le provoca durante cierto tiempo fuertes ataques epilépticos, produciéndose en él una transformación que algunos consideran idiotez, pero que, en realidad, no es más que una vuelta a la sencillez y al bondad, el descubrimiento de una enorme capacidad de amar.
En un viaje en tren conoce a la joven Taeko a través de una fotografía. Mujer turbia de pasado oscuro, probablemente una prostituta es de una belleza arrebatadora, de la que están enamorados varios hombres, sobre todo porque se ofrecen 800.000 yenes como dota para quien se case con ella.
Taeko queda prendada de la sencillez y naturalidad de Kameda, de la bondad pura del ser simple. No es sencillez lo que manifiesta su carácter, es simpleza, bobaliconería. Llora ante las emociones más primarias, denota emoción en situaciones primarias y no comprende en mundo y las situaciones que le rodean. Ama a Taeko, a pesar de que se ha ido con Akama, hombre que ha pujado por ella un millón de yenes. Pero descubre que está enamorado de Taeko lo que provoca sensaciones encontradas en todos, especialmente en Akama, que se convierte en un homicida frustrado, pues no consigue su propósito. 
En la segunda parte todo comienza de nuevo, vuelve a presentarse al personaje después de un ataque epiléptico. Vuelve a centrarse el idiota en las hijas de la familia que le acogió al principio. Pero aparece de nuevo la mujer fatale enamorada del idiota.
Al final de la primera parte se aprecia el recurso a abrir y cerrar una puerta como forma de presentar una escena es claramente un antecedente de Centauros. Hay una escena muy potente, el patinaje en la noche de los personajes disfrazados de la muerte, como si fuera un carnaval, con antorchas en la mano.
Película larga, con una música obsesiva circular que abruma un poco y no deja demasiado espacio para el silencio. Dividida en dos partes, de 90 y 75 minutos respectivamente. 
Al parecer era una obra mucho más larga, de casi cuatro hora, que le obligaron a cortar para darle un juego comercial. Aun así son dos horas y cuarenta y cinco minutos, una barbaridad para una película de 1951 en blanco y negro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

§ 3.390. Sacco y Vanzetti (Guiliano Montaldo, 1971)

  Una muy buena película, con una crítica dura al sistema político americano, su aversión a los sindicatos libres de trabajadores y a todo l...