miércoles, 16 de enero de 2019

§ 1.530. Sólo una bandera (William Dieterle y John Farrow, 1951)


Interesante película de un judío exiliado de Alemania ante el avance el nazismo y un director australiano. Seguramente uno la empezó y otro la terminó en un mismo estudio bajo la misma producción. Es lo más probable, en aquella época en que se rodaban varias películas al mismo tiempo, imposible de ver en la actualidad.
Wester un tanto atípico. Sureños disfrazados de Yankis que militarizan a indios para convertirlos en una especie de fuerza de choque en los territorios del medio oeste americano justo al final de la guerra de secesión.
El protagonista es el inexpresivo Alan Ladd, al que da réplica femenina Lizabeth Scott enamorada de Arthur Kennedy. Los dos hombres son sureños, ella americana. 
Una mina de oro hace que los intereses de todos se proyecten sobre la necesidad de dejar vivo a un hombre que se ha roto una pierna...
Algo enrevesada, no explica bien cual es el propósito de la misión militar, único punto un poco oscuro en toda la trama.
Se deja ver, buena música y la tensión propia de no sabe cómo acaba.
Tanto Dieterle como Farrow pertenece a esos directores de "Clase media-alta" que forjaron las industria, que rodaron decenas de cintas y todas ellas razonablemente buenas.
Una película muy de su época, bien rodada y que se deja ver.

martes, 15 de enero de 2019

§ 1.529. R.P.M. Revoluciones por minuto (Stanley Kramer, 1970)

Ambientada en una Universidad Americana narra las vicisitudes de un profesor (de sociología) progresista al que le obliga la junta directiva a asumir un rol de mediador con unos alumnos que se han sublevado y exigen el cambio de algunas actitudes del sistema universitario. Muy de la época. Particularmente me llega, pero eso no tiene mucho mérito, es mi trabajo y me ocupa muchas horas al año.
Los debates entre los profesores son muy superficiales, nada creíbles.
Tres puntos de los doce no parecen que puedan ser admitidos por el claustro de profesores. La capacidad de que los universitarios participen en la separación y contratación de profesores. La posibilidad de que intervengan en la toma de decisiones con respecto a los títulos académicos.
Paco, que es adorado por los alumnos, comienza la negociación consiguiendo nueve propuestas de las doce. Peor los alumnos no se fían y él empieza a dudar de sus capacidades para llevar el asunto a buen puerto. Sobre todo porque los alumnos desconfían de él.
Quién encarna al profesor es Anthony Quinn, que intenta dar al personaje una intensidad razonable, aunque falta de empaque, no consigue conectar con la realidad de quién pretende ser. No es veraz. La chica con la que convive, que es veinticinco años menor es la guapísima Ann-Margret en versión pelirroja.
Al comienzo de la cinta ella le dice a él que va a probar un sustitutivo del sexo mucho más potente: el poder. Él que siempre había reunido de tenerlo aprecia cómo sus teorías sociológicas sobre el comportamiento humano fracasa en su intento de convencer a los alumnos en que cese la huelga de estudiantes.

lunes, 14 de enero de 2019

§ 1.528. El último homicidio (Ralph Nelson, 1965)

Interesante película que recuerda ligeramente la atmósfera  viciada que Losey. Una opresión permanente, un escenario claustrofóbico, una trama circular, viciosa, fúnebre, que estimula las pasiones más bajas del ser humano.
Un último atraco, el mejor de su vida, la vuelta a las costumbres que le llevaron a tener una vida en prisión y la falta de oportunidad actuales. Un planteamiento científico, académico con respecto al atraco. La creencia de que es posible conseguirlo, sin dudar ni pensar en lo que pueda pasar.
Un policía maníaco que le persigue más allá de sus obligaciones policiales. Un hermano enloquecido que abusa de la necesidad de su hermano.
Una buena película de cine negra de un autor del que sólo había visto La conspiración (1975) y no me pareció especialmente buena. Esta es mejor, sin duda. Buen guión y un blanco y negro clásico que ayuda al desarrollo de la trama. La música de Lalo Schifrin en su epopeya de los años setenta. A veces muy intrusión, pero no es este el caso.
Alain Delon es el protagonista, en el cenit de su carrera. Guapo, sereno, maduro y todavía no demasiado castigado por la vida. La chica es Ann-Margret muy conocida por haber intervenido, ese mismo año, en El Rey del Juego. El policía maníaco es  Van Heflin, tan sólido como siempre. Y el hermano es Jack Palance, en uno de esos papeles de malos hechos para ti.

domingo, 13 de enero de 2019

§ 1.527. Celda 211 (Daniel Monzón, 2009)

Pues para la fama que tiene no me ha gustado. No creo que sea merecida, es una película demasiado inverosímil.
Sí es cierto que tiene mucho ritmo y gran tensión emocional, pero no me ha llegado a conmover. Luis Tosar realmente lo hace de miedo, lo borda, da miedo verle. Es realmente impresionante. Grandísimo actor.
El actor que hace de funcionario de prisiones, Alberto Ammann no llega a estar a la altura. Creo que es su debut cinematográfico, en un papel extraordinariamente difícil. Antonio Resines en un papel muy sobrado para él, que de una u otra forma ha hecho varias veces en diferentes intensidades. Carlos Bardem, pues de relleno...
La película está muy bien dirigida, y aunque no me ha gustado, he de reconocer que efectivamente es razonable. Quizá me pesa mucho el cliché de la películas de presos americanas, que mantienen un discurso muy monopolístico sobre este tipo de películas.
La veo un poco larga, dos horas son muchas para mantenerse alerta y atento, noventa minutos es el metraje razonable.

§ 1.526. Los hombres que caminan sobre la cola del tigre (Akira Kurosawa, 1945)

Recomiendo vivamente la lectura de las críticas que me preceden, mucho más interesante que la mía, en Filmaffinity.
Como bien dicen es, claramente, una obra de teatro tradicional, rodada en muy pocos escenarios con muy pocos actores.
Gran visualizad de la cinta. Setenta años después y se ve perfectamente.
Viaje interior a través del camino de huida de uno mismo. Falsos monjes que huyen de un combate contra hermanos. Misticismo guerrero, tradiciones perpetuadas por contraposición al espíritu occidental. El ingenio para pasar la barrera es el verdadero protagonista de la película. Todo parece indicar que va a producirse una gran batalla, un combate, una escabechan, y, sin embargo, nada de eso ocurre. La mejor batalla es aquella que no se da, la que se gana sin desenvainar la espada.
No he apreciado que lloviese o que hubiese un escenario climatológico peculiar, circunstancias tan tradicionales en la obra de Kurosawa.

§ 1.525. La nueva leyenda del gran judo (Akira Kurosawa, 1945)

He leído todas las crónicas que me preceden, y son todas excelentes y recomiendo su lectura antes que la mía, que es una mera anécdota sobre lo bien trabadas que están las demás.
Menos intensa que la anterior entrega. Algo propagandística y más "convencional" en lo que se puede emplear este término con Kurosawa, que no es fácil.
Sugata Sanshirô es interpretado por Denjirô Ôkôchi, actor japonés pero con rasgos muy occidentales. Su primer actor fetiche.
La copia que tengo se ve bien, pero con un blanco y negro muy deteriorado. Son de esas cintas que deberían restaurarse. Seguro que en el mercado hay mejores copias que la mía.
En esta película de Kurosawa no llueve. Y creo que es la primera de las suyas en la que no llueve. Pensé que era un rasgo distintivo de su cine, pero no. Es cierto que nieva, pero no es lo mismo. O quizá sí.
El combate en la nieve es precioso, muy bien expuesto, tremendamente veraz, muy fílmico, con una gran escenografía. La música acompaña pero no interfiera, no cobra protagonismo como en otras películas. Es algo sutil y como intenso, un acompañamiento.

§ 1.524. Harry el ejecutor (James Fargo, Robert Daley, 1976)


Entretenida. Sin más. La serie va cayendo, poco a poco pero inexorablemente.
Machismo, terrorismo, mujer, violencia policial, todo absolutamente  poco convencional y fuera de lugar. Magnífico retrato de un tipo de policía que, en realidad, ya no existe; quizá nunca existió. A Vox y Ortega Smith, para el resto de la gente, quizá les gustaría, pero creo que es una simplificación fuera de lugar. Él mantiene el pulso de la cinta, pero no es el tipo duro de las anteriores entregas de la serie. Es otra cosa. Entretiene, pero, a diferencia de al primer película de la serie, no da qué pensar. Es plana, mucho más plana.

§ 3.916. Beltenebros (Pilar Miró, 1991)

La vi hace muchísimos años, en Cabueñes, en Asturias, en un campamento juvenil que organizaba el Injuve (el Instituto Nacional de la Juventu...