Película de auténtico culto. Es una obra de arte. En mayúsculas. En primer lugar, por lo obvio, la capacidad de no desvelar nada hasta el final de la cinta. En segundo lugar, por la forma de rodar, en algunos casos muy característica, como los planos tan cerca de la cara y esa forma tan descarnada de planes las escenas violentas. No es gore, ni mucho menos, pero sí es durísimo cómo lo hace, presentada como algo natural del ser humano, con lo que hay que convivir, como la proyección de los humanos en algunos momentos, en algunas situaciones.
El guión es una obra de arte en sí misma, absolutamente medido, templado y pautado al minuto.
Excelente película, una obra de arte.
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