Es similar a Matar a un Ruiseñor, la película de Mulligan sobre la novela de Harper Lee, tan de moda ahora porque se acaba de publicar otra obra suya. La trama es parecida, aunque esta novela y película es mucho más oscura. Sí se centra en el juicio, de un pobre chicano que se ve envuelto en la muerte accidental de una niña blanca que estaba enferma del corazón y que probablemente muere por el esfuerzo de subir unas escaleras en una noche en una fiesta en la playa.
Aquí sobre todo está en juego algo más que el propio juicio. La cinta se centra en los aspectos oscuros que rodean la captación de dinero para el juicio por el partido comunista, algo que no gusta al abogado que defiende el chaval, que aunque trabaja con el 'recaudador' no es propiamente un miembro del partido, sino un profesor de leyes que necesita ejercer en algún caso para tener experiencia profesional.
No es que el director deje de atender a la trama principal, que es la del juicio y sus consecuencias, sino que hace que nos fijemos en otras cosas. Y la verdad, uno se hace una composición más completa de la realidad. Y no es especialmente agradable.
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