Gran película, muy bien rodada, entretenida, lleva de fantasía, de emoción, de cine. Dos interpretaciones soberbias, realmente magníficas, llenas de matices, sobre todo la de Ingrid Bergman, gran mujer del cine. Tul más en su papel tópico, más en su clásica pose que en vez de actuar parece que es así.
La historia es muy interesante, una especie pigmalión moderno, probablemente basada en hechos reales, o imaginariamente reales, posibles, plausibles. No es de extrañar que la gente quisiera creer, sobre todo en el occidente europeo. Los Romanov fueron la última gran estirpe europea, los últimos de una élite singularmente privilegiada y su muerte tan lacerante quedará siempre como una iconografía del horror.
Creer que alguien sobrevive a una matanza Bolchevique en plena guerra civil por el poder de un país 50 veces España, con 10 millones de kilómetros cuadrados, más que posibilidad es fe. Es imposible sobrevivir a eso.
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