viernes, 12 de junio de 2015

GOULDING, Edmund. El filo de la navaja (1946)

Sobre la novela del mismo título de W Somerset Maugham, uno de mis escritores favoritos, nos presenta este sólido director su visión particular sobre la novela. Y lo hace construyendo una muy sólida película, tremendamente intensa y muy gráfica. Aunque yo recordaba la novela mucho más mundana, mucho más frívola, no tan emocionalmente desgarradora.
Los aspectos lúdicos están más tratados en la novela, el regodeo en lo frívolo es mucho mayor; en la película se incide más en la búsqueda interior del protagonista, en ese camino que no se sabe a dónde le lleva pero que no puede dejar de emprender.
Tyrone Power excelente, como siempre, muy sólido, muy contenido, muy en un papel que le va como anillo al dedo. Gene Tierney en un papel que quizá no le fuera mucho, hacer de mala no está en su fisonomía, no parece que sea un papel para ella, pero da la talla. Es que esa cara de porcelana, esas faldas de tubo hasta por debajo de la rodilla, ese movimiento tan sutil, esa capacidad de cimbrear el cuerpo con esa suavidad...
Cuando ves a Clifton Weeb no puedes no acordarte de Laura... es su mismo papel reproducido una y otra vez, esa especie de dando elitista, formado en la cultura de la exclusividad, práctico y cínico como ninguno...
Desde luego la película, y el libro (aunque en menor medida, según lo recuerdo) plantea un debate muy interesante para un hombre moderno. Las preguntas esenciales de la vida, a las que, de una manera u otra todos los seres humanos intentan dar explicación cabal: qué hacemos en esta vida, para qué estamos aquí, qué camino hemos de seguir, cuál es el objeto de la vida, con qué instrumentos conformamos nuestro futuro, están presentes en la búsqueda interior del protagonista. Conocerse a uno mismo es la mayor prueba de sabiduría, y, como dice el propio escritor al final de la película, sólo unos pocos hombres consiguen profundizar en uno mismo hasta hacer de la bondad el motor de su vida.

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