Una película rara, distinta. No creo que su director la considerarse muy lograda. Es muy larga, demasiado y no es capaz de centrar la trama de manera gráfica. Es inverosímil, pero sobre todo no tiene una definición de lo que nos quiere decir. Te enteras, porque no te lo cuenta el director, que ha habido una guerra nuclear que ha arrasado el mundo, excepto Australia, al que la ola de calor mortal, radiactivo, llegará en unos meses, según sople el viento por el hemisferio norte. Un submarino norteamericano atraca en Australia y el capitán del navío se enamora de una guapa mujer (el animal más bello del mundo) con inmoderada adicción a la bebida. Se mezclan historias de personajes secundarios, científicos y militares australianos... Y luego, en medio de todo esto, el submarino recibe un mensaje en morse que es ilegible, al parecer desde San Diego. Y allí van, para comprender que los ruidos típicos los provoca una botella de coca cola posada en el pulsador y atada a una persiana que al moverse por el viento provoca que el aparato emita sonidos, ilegibles.
Cuando vuelven a australia ya ha llegado allí la ola radioactiva, y el final de la humanidad es inminente.
Bueno, pues complicado de entender. Buen Peck, muy bien, y Ava, pero no salvan una trama un tanto desquiciada y una metraje exagerado. Pretende una reflexión moral u ética sobre el comportamiento humano cuando sabe que va a morir, pero seguidamente las personas se comportan normalmente, van a las carreras de coches, toman el aperitivo...
No me parece especialmente brillante.
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