Mala, muy mala, malísima. Si no fuese por Michael Caine no la habría visto, obviamente. Una película para poder ser salvada por un actor tiene que tener algo, y esta no tiene nada. Violencia gore, absolutamente gratuita, escenas de drogadicción de infrahumanos, absolutamente degradantes, policías que no darían en pego ni siquiera en una comisaría de verdad, diálogos desquiciados, secundarios para tirar a la basura, trama inverosímil y un gran actor, muy bien pertrechado pero que por sí sólo no saca adelante la cinta.
Supongo que a la edad de Caine que la película sea buena o mala le da un poco igual, es un trabajo alimenticio, sin más, pero el pase hacia la inmortalidad artística también se apoya en no hacer el imbécil con este tipo de interpretaciones. Quien no tiene reparo alguno en prestarse a casi cualquier bodrio es Al Pacino, que en este es el rey. Pero de Caine no me lo esperaba. Y eso que en algún momento corre el tiempo rápidamente, parece que retoma el vuelo la película, pero es un espejismo. Es mala, muy mala.
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