Un Whester es esto. La canonicidad del Oeste, los valores que le impregnan, lo que debe ser una película de vaqueros, de ladrones, de pistolas es esto. Ni más, ni menos. Desde luego entre Hawks, Ford, Wellman y Hathaway se encuentras las mejores películas del género. No tiene, desde luego, ningún recorrido original en su diálogo, ni en la trama, ni siquiera en la temática, es parecidísima a Rio Bravo, que a mi me gusta más, quizá porque Anderson siempre me ha parecido una mujer muy guapa.
Pero esta película está perfectamente construida, muy lograda, muy bien articulada. Me la la impresión, aunque perfectamente puedo estar equivocado que el director pretendía un metraje más largo. En el último cuarto, en veinte o veinticinco minutos, suceden demasiadas cosas, hay una aceleración impropia del ritmo que tiene la propia cinta. Me da que pensar. Probablemente el director estaba pensando en una película de ciento cincuenta minutos, y tuvieron que acomodarla a un metraje más comercial. Es una intuición, pero me parece que fundada.
Estamos, en definitiva, ante una película absolutamente imprescindible para los amantes del Oeste como género cinematográfico en particular, y para los entendidos del cine en general.
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