Ahora que hace horas que las relaciones entre Cubra y Estados Unidos parecen haberse normalizado, ahora que todo lo pasado en octubre de 1962 queda tan lejano, parece buen momento para revisitar esta cinta, que siempre me ha parecido magnífica las tres veces que la visto entera, y las varias que me la he encontrado en la televisión, por partes, más o menos largas.
Francisco Rubio Sánchez no olvidará fácilmente del día en que dichas relaciones diplomáticas volvieron a su cauce, falleció es mismo día su padre. Qué en paz descanse.
Es probablemente la mejor interpretación de presidentes norteamericano que he visto, no sólo porque físicamente se parece, que también, sino, sobre todo, por la expresión y facilidad de movimientos que acompañan su caminar, la forma de sentarse en la silla y demás gestos corporales. Si me dicen cómo era Kennedy siempre diría que es como aquí lo representa el actor, grácil, de atenta mirada, suave de movimientos, acechante pero no amenazante, dispuesto a moverse con rapidez y energía pero sin necesidad de hacerlo evidente...
La trama muy conocida es entrelazada sin referencias a cuestiones personales, algunas muy escasas escenas, que parecen estar pensadas para relanzar la tensión. Los diálogos son de intensidad creciente, sin que sobre alguno. Y los secundarios que acompañan, los trajes, gafas, coches y atrezzo es de extraordinaria eficiencia.
Lo que mas me he llamado siempre la atención de esta cinta es el papel que jugaron en esa crisis los servicios secretos y, sobre todo el ejército. Se insinúa, bueno, insinuar no, se afirma abiertamente que los militares querían una rápida intervención militar, de arrase total, salvaje... lo que quizá hubiera supuesto algo más que una mera contestación militar por parte de Rusia.
Excelente película, sin lugar a dudas. De las mejores de estos años, al menos para mi.
Francisco Rubio Sánchez no olvidará fácilmente del día en que dichas relaciones diplomáticas volvieron a su cauce, falleció es mismo día su padre. Qué en paz descanse.
Es probablemente la mejor interpretación de presidentes norteamericano que he visto, no sólo porque físicamente se parece, que también, sino, sobre todo, por la expresión y facilidad de movimientos que acompañan su caminar, la forma de sentarse en la silla y demás gestos corporales. Si me dicen cómo era Kennedy siempre diría que es como aquí lo representa el actor, grácil, de atenta mirada, suave de movimientos, acechante pero no amenazante, dispuesto a moverse con rapidez y energía pero sin necesidad de hacerlo evidente...
La trama muy conocida es entrelazada sin referencias a cuestiones personales, algunas muy escasas escenas, que parecen estar pensadas para relanzar la tensión. Los diálogos son de intensidad creciente, sin que sobre alguno. Y los secundarios que acompañan, los trajes, gafas, coches y atrezzo es de extraordinaria eficiencia.
Lo que mas me he llamado siempre la atención de esta cinta es el papel que jugaron en esa crisis los servicios secretos y, sobre todo el ejército. Se insinúa, bueno, insinuar no, se afirma abiertamente que los militares querían una rápida intervención militar, de arrase total, salvaje... lo que quizá hubiera supuesto algo más que una mera contestación militar por parte de Rusia.
Excelente película, sin lugar a dudas. De las mejores de estos años, al menos para mi.
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