martes, 9 de diciembre de 2014

OPHÜLS, Max. Almas desnudas (1949)

Buena película, muy buena. Extraordinariamente bien rodada, con un metraje razonable y unos actores sublimes, sobre todo Joan Bennett, que borda el papel que interpreta, y con un guapísimo, y jovencísimo James Mason.
Es una historia sencilla, el ocultamiento de un cadáver, del novio de la hija, que fallece accidentalmente pero que la madre sospecha que lo pudo matar la propia hija... un chantajista conoce la historia y la extorsiona con una cartas que la propia hija escribió al finado.
Este chantajista comienza a enamorarse de la madre, de manera sutil pero firme. Ve en ella la clase de vida que podría haber llevado de lo dedicarse al crimen, la organización, la clase, esa calma que tienen las mujeres maduras, serenas, en la plenitud de la vida, esa belleza cordial, amigable, esa seguridad en sí mismas.
Es capaz, no sólo de renunciar a su parte del dinero con su socio, sino a matarle cuando éste intenta chantajear por sí mismo a la mujer, tienen un accidente de tráfico y decide autoinculparse a sí mismo del homicidio del novio de la hija, para salvar cualquier rastro que pudiera existir del accidente, para borrar cualquier duda de sospecha.
La emoción que experimente Joan Bennett en todo momento es de una intensidad sublime, transmite muy bien la angustia por su hija y lo hace sin estridencias, sin violencia, con pequeños gestos, sutiles pero firmes.
El director me parece muy interesante, encuadrado en un tipo de cine muy característico pero muy reconocible. Hay que cultivarlo más.

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