miércoles, 14 de diciembre de 2022

§ 2.869. Domingo negro (John Frankenheimer, 1977)

 

Las propuestas de Frankenheimer son siempre muy atractivas y su puesta en escena inicial juega un papel determinante en la historia. Y maneja siempre dos claves. En primer lugar, no muestra toda la historia inicialmente, va mostrando algunos retazos por aquí y por allá para que la cabeza del espectador trabaje en la composición de la historia. Un personaje, un lugar, una conversación, una bomba. Y, en segundo lugar, filma todo esto con planos muy cortos, a gran velocidad, sin concesiones, sin respiro. 
Luego, una vez mostrada la historia, los personajes, la trama y los roles de cada uno de los participantes empieza a rodar de forma más larga, con planos más estables, con diálogos más trascendentes y profundos. No es que se trate de dos directores diferentes, pero sí me parecen dos puntos de vista radicalmente antitéticos. 
En otras películas de él no he notado esa bipolaridad, en las antiguas especialmente. Sin embargo el otro día vi Ronin y me parece que tiene un gran parecido con esta cinta, no en la trama, claro, pero sí en la forma de rodar, en como se suceden los planos, en la manera de presentar, narrar y concluir la historia.
El reparto es interesante, con Robert Shaw como el militar y Bruce Dern como el loco carioco que organiza la masacre. La chica es Marthe Keller, una clásica belleza de los años setenta.
Hay dos cosas que lastran la película de forma seria. En primer lugar la escasa verosimilitud de la historia. No hay ninguna posibilidad de que la historia funcione. Tiene que tener mucha fe en ella. Y no funciona porque sea inviable o imposible, centenares de cintas cuentas cuentos imposibles, es inviable porque no aporta ningún elemento de verosimilitud. En la narración todo es casualidad, circunstancial o episódico. No me muestra un secundario que enganche la historia, una escena retrospectiva, una explicación secundaria. 
La segunda circunstancia que la entorpece, al menos vista desde hoy, 45 años después de ser estrenada, es su desmesurado metraje. Realmente tienes que 'sentarte' a verla. Dos horas y diecisiete minutos es una auténtica barbaridad. Para rodar más de 120 minutos tiene que ser un gran director. En esta cinta a su mitad se produce un punto mesetario del que no consigue salir más que con escenas de acción.
No ha envejecido del todo mal, pero no me parece una grandísima película. Se puede ver, entretiene y hay que verla, pero nada más.

§ 2.868. Estación 3 ultrasecreto (John Sturges, 1965)

Después de La Gran Evasión (1963) era realmente muy difícil tener otro éxito cómo aquel. Y esto no es, evidentemente. No está nada mal esta película, es interesante, a medio camino entre la ciencias ficción y el thriller, temática muy de la época, por otra parte.
No camina por una senda equivocada, pero va perdiendo interés a medida que avanza. No es de esas cintas que se recuerdan, y probablemente tampoco es de esas que se vuelvan a ver. La teoría del excéntrico que es capaz de poner el mundo a sus pies porque tiene una fórmula secreta que puede acabar con la humanidad queda mejor en las cintas de 007 que en los thriller. Es tono despreocupado, desenfadado, fuera de la rigurosidad de un guión y una interpretaciones ortodoxas (aunque, sin ninguna duda, todo está perfectamente preparado) no casan bien con este tipo de cintas que tiene un propósito dramático y un fondo de verosimilitud.
Un reparto muy peculiar. George Maharis es el protagonista, un actor que también hacía discos pop. Richard Basehart, y Anne Francis, chica que intervino en alguna película de la época de ciencia ficción. Y, por último, Dana Andrews, que supongo que le da caché a la película, prestigio y empaque.
La cinta se deja ver, sin más. No tiene nada a dónde agarrarse para elevarse. Una cinta algo plana, sin demasiada vida. No la ha tratado bien el paso del tiempo.

martes, 13 de diciembre de 2022

§ 2.867. El diablo de las aguas turbias (Samuel Fuller, 1954)

Ejemplo clarísimo de por qué hay que ver las películas varias veces a lo largo de la vida. Ahora que estoy repasando toda la obra de Fuller descubro esta joya escondida. Para empezar la recordaba interesante, pero en blanco y negro. Además la tenía por una película abiertamente de guerra, no tan 'política' y de trama de espías.
La propuesta es algo simple, un científico tiene que llegar un submarino al Ártico para descubrir si efectivamente los rusos han instalado allí armas nucleares. Una simpleza, pero que como película de aventuras funciona perfectamente.
El gran Richard Widmark, tan serio y formal como siempre. Bella Darvi es la chica. Una polaca de vida disoluta que se casó varias veces y se suicidó con 42 años tras unos años de desparreme, alcohol, y matrimonios y amantes sucesivos (era abiertamente bisexual y hacía ostentación de ello) a una velocidad de vértigo.
Victor Francen completa el panorama principal.

lunes, 12 de diciembre de 2022

§ 2.866. Yuma (Samuel Fuller, 1957)

 
Es la segunda vez que la veo completa, pero seguro que he visto algunos trozos sueltos an algunas ocasiones. Me gusta más la segunda parte, lo indio y no lo confederado. Apuntada la tengo como vista en 2013, el lunes 9 de septiembre. Lo que decía allí puedo mantenerlo perfectamente ahora mismo. Un Western diferente, los indios buenos, los azules no tanto. Los Yankis son los acosadores, los que deben perder, los que pierden. Un film muy respetuoso con el pueblo indio, que muestra (algunas de) sus costumbres y no lo hace con revanchismo o caracterizando los aspecto más crueles, sucios o poco edificantes. Si alguien tenía que hacer una película así este era Fuller, hombre peculiar, que hace películas de guerra sin violencias, y del Oeste sin indios malos.
Interesante Rod Steiger, como siempre, un actor vitalista y de método, de carácter y muy racial. Una Sara Montiel tan limitada como guapa, en una de sus pocas películas en EE.UU. a la sombra de su marido, el gran Anthony Mann. El duro de Brian Keith ayuda a completar los protagonistas principales. También aparece Charles Bronson, un hombre que trabajó de lo lindo.

§ 2.865. Blackjack (Don Siegel, 1982)

La última película de Don Siegel, que es mucho decir. Toda una carrera de éxitos y grandes cintas. En esta cosa se despide con una comedia, o una comedia negra, si se prefiere. No es una trama alocada pero tiene su gracia. Carece de la fuerza de otras cintas y la trama es un poco simple, sin requiebros o golpes de efecto. Pero se deja ver. Ciertamente más por ser de él que por su valor intrínseco.
Está protagonizada por Bette Midler, muy reconocible en su papel, Rip Torn y Ken Wahl. Durante el rodaje Don sufrió un infarto y se encargó Sam Peckinpah de dirigir algunas escenas, pero sin acreditar.
Se puede ver, sin más.

domingo, 11 de diciembre de 2022

§ 2.864. Una luz en el Hampa (Samuel Fuller, 1964)

 

Creo que es la segunda vez que la veo, al menos es la segunda vez que hay una reseña de la cinta. La última vez que la vi fue en 2015, ya con el blog en marcha. Recuerdo algunos trozos, partes, escenas, y el tono general de la cinta. Y la recuerdo como una película excelente. El peso del pasado, la independencia por tener una vida propia, las dificultades que ello conlleva, y todas las demás circunstancias. 
No alcanzo a ver un sello propio en las cintas de Fuller. No, desde luego en las temáticas, no en los planteamientos, no en la forma de rodar, no en nada que sea reconocible por un aficionado del montón como yo. Ahora pretendo volver a ver todas las suyas otra vez. Es un director que siempre me ha gustado, mucho además. La biografía que tengo de él en cartera me motiva a este segundo visionado completo.
Constance Towers está impresionante, llena el papel con total solvencia. Anthony Eisley también funciona muy bien, tiene algo de actor británico de método. Me recuerda a Lawrence Harvey, en el pelo, en la altura y en el porte. Sin embargo el futuro marido de ella, Michael Dante, no funciona del todo bien. Es algo amanerado, y parece un poco sobrepasado por el papel. No tiene la emotividad y la cercanía necesaria, aunque, dada la evolución que experimenta el personajes quizá su elección fuese la pretendida precisamente por esa distancia, por esa forma de no acercarse a las cosas, o acercarse superficialmente.
Todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad, excepto, al parecer, a quienes la sociedad decide no concedérsela. Y los  criterios o parámetros por lo que se concede o no se concede no se saben bien cuáles son, cuándo están vigentes y cuando no. Nada tiene que ver con los errores cometidos con os aciertos actuales. Son reglas sin demasiada lógica.
La cinta es toda una peliculaza, directa, seca, fuerte y sobria.De las que se recuerdan. Me ha encantado.

§ 2.863. ¡ Qué verde era mi valle ! (John Ford, 1941)

 Impresionante. La tercera o quizá cuarta vez que la veo.

§ 3.916. Beltenebros (Pilar Miró, 1991)

La vi hace muchísimos años, en Cabueñes, en Asturias, en un campamento juvenil que organizaba el Injuve (el Instituto Nacional de la Juventu...