domingo, 23 de octubre de 2022

§ 2.805. El bruto (Luis Buñuel, 1953)

 

Un tema muy social de la etapa mexicana de Buñuel, un director abiertamente comprometido con lo social, incluso políticamente.
El guión es magnífico, dominando el tiempo con maestría. La acción transcurre de forma suave pero inexorable, pero no sobre ni un minuto. Todo tiene una coherencia interna, y cada escena sirve para explicar la siguiente y servir de corolario de la anterior.
La dureza del tema no se ve suavizada en su tratamiento, antes al contrario, cada vez es más fuerte. Las escenas en el matadero sólo auguran la dureza de lo que va a ocurrir.
Pedro Armendáriz está espléndido, como siempre. Y Katy Jurado está tan perversamente guapa como en sus mejores tiempos.
La debilidad humana, la cohesión del grupo, la solidaridad, la avaricia y la maldad se muestran con toda su crudeza, con todo su salvajismo. 
Interesante película de un director del que tengo que ver más cosas. Apenas he visto 8 películas de las treinta y tantos largas que rodó en su vida.

§ 2.804. El extraño amor de Martha Ivers (Lewis Milestone, 1946)

 

Hace muchísimos años que la vi. Y me pareció prodigiosa. Ahora, quizá veinte años después, me sigue pareciendo magnífica.
Una vida complicada, un amor confuso, una sensación de vacío y de resentimiento. Una difícil existencia que crea una personalidad marmórea, de hielo, de acero, verdaderamente potente.
Un retrato potente guionizado por Robert Rossen, casi nada, estupendo guionista y magnífico director.
Un reparto absolutamente maravilloso: Barbara Stanwyck con esa complejidad suya tan características, el pelirrojo y muy joven Van Heflin, tan bueno como siempre, la bellísima Lizabeth Scott, el bueno de Kirk Douglas en su debut cinematográfico, y la siempre inconfundible Judith Anderson en un papel muy corto pero muy potente, como casi siempre son sus papeles: fuertes y encarnizados.

sábado, 22 de octubre de 2022

§ 2.803. El largo viernes santo (John Mackenzie, 1980)

 

Una de tantas. Mafia británica, negocios sucios y tensión 'matonil'. No me parece una gran película, pero entretiene. Cuesta llegar a entender de qué va y cual es la trama, pero una vez descubierto sabes que te va a entretener.
La pareja de actores es más que interesante: un Bob Hoskins algo mayor y una guapísima Helen Mirren en un papel de madura joven esposa del gánster. También aparece un Pierce Brosnan en la que sería una de sus primeras películas, sino la primera.
Una estética muy inglesa, una música un tanto barroca que se inmiscuye demasiado en el relato, componen un relato de venganza en el que no queda nada mal Bob Hoskins, actor versátil, de carácter y aunque quizá más dotado para la comedia que para el drama en esta cinta no lo hace nada mal.
Hay algo que no funciona, la necesidad de encontrar explicaciones convincentes en relación con quién está atentando contra el mafioso. Es evidente que esta circunstancia es indiferente, porque en realidad da igual quién sea. Y el mafioso pierde demasiado tiempo en ese menester. Pero es evidente que los que están orquestando la venganza contra el mafioso son los americanos. O al menos eso da a entender en cada momento.
Pero la historia avanza con firmeza en una thriller creciente que se va descafeinando poco a poco.

§ 2.802. La semilla del diablo (Roman Polansky, 1968)

Una película mítica, que no creo haberla visto más que una vez. No me gustó demasiado. En general no me gustan las películas de miedo, pero esta tiene algo que la hace especial. Probablemente fue la cinta que puso a Polansky en lo más alto de los directores, pedestal del que ya no se ha bajado. 
Estoy terminando con Polansky, del que me quedan solo tres por ver, y estoy aprovechando para volver a ver algunas suyas más míticas. No es un director que me apasione. Es más me gustan más su obras 'menores' que las más 'típicas'.
El guión es muy inteligente, la idea primigenia también y el desarrollo y la tensión emocional que provoca va en aumento a lo largo de la cinta.
El papel de Mia Farrow es magnifico, y ella lo borda, la verdad. John Cassavetes también está muy bien aunque su rol es más discreto.
La producción corre a cargo de William Castle, todo un referente en el género de terror. De él he visto: El americano (1955), Conspiración en Houston (1956), Macabro (1958), Los 13 fantasmas (1960), Homicidio (1961), El barón sardónico (1961), Amor entre sombras (1964), y El caso de Lucy Harbin (1964).

viernes, 21 de octubre de 2022

§ 2.801. El hombre del Norte (Robert Eggers, 2022)

 

Siglo X. Países escandinavos. Mitos y leyendas, guerras de supervivencia y de conquista, de riqueza y por la comida.
Intensa, muy efectista, llena de requiebros, giros y efectos especiales, una música de cuerda algo estridente que evoca, naturalmente, la de aquella época, unos paisajes helados, un mar embravecido y el asombro de un niño para contar una historia de venganza.
No es, no lo pretende, una historia clásica, sino moderna, fuerte y agresiva, pretendidamente realista y algo alejada del clasicismo sobrio de las de aventuras del Hollywood clásico.
No me interesan demasiado las prácticas de bestialismo a las que se acostumbraban estas gentes en períodos de lucha, y de esto hay mucho en la cinta, pero lo entiende, o al menos lo soporto, como un mecanismo para contarme un trasfondo, una historia más o menos interesante, la evolución del niño rey, su obsesión por el poder, sus relaciones con otros seres. Pero aquí parece que el medio es el mensaje. 
Excelente nota requiere la fotografía y los paisajes, realmente espectaculares: fuego, hielo, volcanes, caballos, barcos...
Quema la mecha de los excelentes actores -Nicole Kidman, Ethan Hawke, y Willem Dafoe- al comienzo de la cinta, en su primeros veinte minutos, lo cual es una estrategia interesante.
El resultado es interesante, pero no es una obra redonda. Quizá para los muy 'cafeteros' pueda resultar gigante, pero dista mucho de emocionar o transmitir como tal.

jueves, 20 de octubre de 2022

§ 2.800. American Gigoló (Paul Schrader, 1980)

 

Un 'clasicazo' de los años 80 muy valorado por la crítica y probablemente bien recibido en su momento por el público.
Un guapo de libro, chulo de profesión, envuelto en una historia criminal. Guión más que interesante, del propio director, con un metraje civilizado, termina siendo un producto típico de los ochenta. Vista en perspectiva queda un poco viejuna, pero no se ve mal si tienen en consideración sus premisas.
Desde luego el director no evitaba los temas escabrosos y difíciles. Porque ahora es relativamente fácil rodar este tipo de películas, pero antes no era tan sencillo. 
No se aprecia una evolución en el personaje, aunque es lo que pretende el director, desde la simpleza de vida que lleva hacia otro sitio. Tendría que haber sido el camino lógico, pero no hay una gran evolución en el personaje.
Algo tiene que cambiar en su visión de la vida y, sin embargo, parece que sigue en el mismo sitio. Una evolución más severa, más real y menos impostada hubiera resultado más creíble. Sin embargo la cinta se regodea en los aspectos más insulsos de la historia. 
Eso sí, el guión tiene verdadero mérito. Construye la historia perfectamente. El realidad el director antes de iniciarse en estas lides fue guionista, y de los más brillantes.
Richard Gere funciona más o menos bien, se elevó al estrellado en esos años con cintas como esta y otras parecidas. Lauren Hutton también está en su papel, sin más.
Hector Elizondo, naturalmente, borda su papel, como no podía ser de otra forma. La nota de color la pone el bueno de Bill Duke, que aporta la nota discordante.

miércoles, 19 de octubre de 2022

§ 2.799. Hardcore, un mundo oculto (Paul Schrader, 1979)

 

Una película previsible, en el sentido de que era lo que demandaba la época, finales de los 70, en los albores del porno industrial en la América bienpensante.
Es el tipo de película hecha a la medida del protagonista, un George C. Scott que no me ha llegado a gustar especialmente. Tiene un punto de serio y formal, acostumbrado a gobernar su casa y su familia con mano de hierro, con reglas sencillas, simples y comprensibles para todos pero que se ajustan a su modo de vida y de pensar. Es muy difícil, obviamente, transmitir los sentimientos religiosos en el trabajo actoral, y aunque probablemente sólo actores tan bregados en mil batallas puedan llegar a hacerlo medianamente bien, Scott no me transmite la sensación de hombre torturado por sus tensiones religiosas. Incluso cuando llora no lo hace especialmente creíble, no creo que fuese un hombre que llorase a menudo. Cuando se enfrenta al papel de buscador de su hija parece que se encuentra más a gusto, más entonado, mejor. 
El desarrollo es rápido y fulgurante, se presenta rápidamente y se desarrolla a toda velocidad sin ningún tipo de artificios. A veces sin música ni diálogos. 
La sordidez del ambiente no consigue captarla del todo, lo insinúa, parece sugerirlo y seguramente para la época era muy avanzada, provocadora, sucia, pero pasados los años, más de cuarenta, ha quedado algo fuera de lugar, viejuna, rancia, poco verosímil, incluso algo mojigata por momentos.
Se deja ver, tiene su gracia, es interesante, pero no es una cinta que tenga más de un recorrido.

§ 3.916. Beltenebros (Pilar Miró, 1991)

La vi hace muchísimos años, en Cabueñes, en Asturias, en un campamento juvenil que organizaba el Injuve (el Instituto Nacional de la Juventu...