sábado, 22 de octubre de 2022

§ 2.803. El largo viernes santo (John Mackenzie, 1980)

 

Una de tantas. Mafia británica, negocios sucios y tensión 'matonil'. No me parece una gran película, pero entretiene. Cuesta llegar a entender de qué va y cual es la trama, pero una vez descubierto sabes que te va a entretener.
La pareja de actores es más que interesante: un Bob Hoskins algo mayor y una guapísima Helen Mirren en un papel de madura joven esposa del gánster. También aparece un Pierce Brosnan en la que sería una de sus primeras películas, sino la primera.
Una estética muy inglesa, una música un tanto barroca que se inmiscuye demasiado en el relato, componen un relato de venganza en el que no queda nada mal Bob Hoskins, actor versátil, de carácter y aunque quizá más dotado para la comedia que para el drama en esta cinta no lo hace nada mal.
Hay algo que no funciona, la necesidad de encontrar explicaciones convincentes en relación con quién está atentando contra el mafioso. Es evidente que esta circunstancia es indiferente, porque en realidad da igual quién sea. Y el mafioso pierde demasiado tiempo en ese menester. Pero es evidente que los que están orquestando la venganza contra el mafioso son los americanos. O al menos eso da a entender en cada momento.
Pero la historia avanza con firmeza en una thriller creciente que se va descafeinando poco a poco.

§ 2.802. La semilla del diablo (Roman Polansky, 1968)

Una película mítica, que no creo haberla visto más que una vez. No me gustó demasiado. En general no me gustan las películas de miedo, pero esta tiene algo que la hace especial. Probablemente fue la cinta que puso a Polansky en lo más alto de los directores, pedestal del que ya no se ha bajado. 
Estoy terminando con Polansky, del que me quedan solo tres por ver, y estoy aprovechando para volver a ver algunas suyas más míticas. No es un director que me apasione. Es más me gustan más su obras 'menores' que las más 'típicas'.
El guión es muy inteligente, la idea primigenia también y el desarrollo y la tensión emocional que provoca va en aumento a lo largo de la cinta.
El papel de Mia Farrow es magnifico, y ella lo borda, la verdad. John Cassavetes también está muy bien aunque su rol es más discreto.
La producción corre a cargo de William Castle, todo un referente en el género de terror. De él he visto: El americano (1955), Conspiración en Houston (1956), Macabro (1958), Los 13 fantasmas (1960), Homicidio (1961), El barón sardónico (1961), Amor entre sombras (1964), y El caso de Lucy Harbin (1964).

viernes, 21 de octubre de 2022

§ 2.801. El hombre del Norte (Robert Eggers, 2022)

 

Siglo X. Países escandinavos. Mitos y leyendas, guerras de supervivencia y de conquista, de riqueza y por la comida.
Intensa, muy efectista, llena de requiebros, giros y efectos especiales, una música de cuerda algo estridente que evoca, naturalmente, la de aquella época, unos paisajes helados, un mar embravecido y el asombro de un niño para contar una historia de venganza.
No es, no lo pretende, una historia clásica, sino moderna, fuerte y agresiva, pretendidamente realista y algo alejada del clasicismo sobrio de las de aventuras del Hollywood clásico.
No me interesan demasiado las prácticas de bestialismo a las que se acostumbraban estas gentes en períodos de lucha, y de esto hay mucho en la cinta, pero lo entiende, o al menos lo soporto, como un mecanismo para contarme un trasfondo, una historia más o menos interesante, la evolución del niño rey, su obsesión por el poder, sus relaciones con otros seres. Pero aquí parece que el medio es el mensaje. 
Excelente nota requiere la fotografía y los paisajes, realmente espectaculares: fuego, hielo, volcanes, caballos, barcos...
Quema la mecha de los excelentes actores -Nicole Kidman, Ethan Hawke, y Willem Dafoe- al comienzo de la cinta, en su primeros veinte minutos, lo cual es una estrategia interesante.
El resultado es interesante, pero no es una obra redonda. Quizá para los muy 'cafeteros' pueda resultar gigante, pero dista mucho de emocionar o transmitir como tal.

jueves, 20 de octubre de 2022

§ 2.800. American Gigoló (Paul Schrader, 1980)

 

Un 'clasicazo' de los años 80 muy valorado por la crítica y probablemente bien recibido en su momento por el público.
Un guapo de libro, chulo de profesión, envuelto en una historia criminal. Guión más que interesante, del propio director, con un metraje civilizado, termina siendo un producto típico de los ochenta. Vista en perspectiva queda un poco viejuna, pero no se ve mal si tienen en consideración sus premisas.
Desde luego el director no evitaba los temas escabrosos y difíciles. Porque ahora es relativamente fácil rodar este tipo de películas, pero antes no era tan sencillo. 
No se aprecia una evolución en el personaje, aunque es lo que pretende el director, desde la simpleza de vida que lleva hacia otro sitio. Tendría que haber sido el camino lógico, pero no hay una gran evolución en el personaje.
Algo tiene que cambiar en su visión de la vida y, sin embargo, parece que sigue en el mismo sitio. Una evolución más severa, más real y menos impostada hubiera resultado más creíble. Sin embargo la cinta se regodea en los aspectos más insulsos de la historia. 
Eso sí, el guión tiene verdadero mérito. Construye la historia perfectamente. El realidad el director antes de iniciarse en estas lides fue guionista, y de los más brillantes.
Richard Gere funciona más o menos bien, se elevó al estrellado en esos años con cintas como esta y otras parecidas. Lauren Hutton también está en su papel, sin más.
Hector Elizondo, naturalmente, borda su papel, como no podía ser de otra forma. La nota de color la pone el bueno de Bill Duke, que aporta la nota discordante.

miércoles, 19 de octubre de 2022

§ 2.799. Hardcore, un mundo oculto (Paul Schrader, 1979)

 

Una película previsible, en el sentido de que era lo que demandaba la época, finales de los 70, en los albores del porno industrial en la América bienpensante.
Es el tipo de película hecha a la medida del protagonista, un George C. Scott que no me ha llegado a gustar especialmente. Tiene un punto de serio y formal, acostumbrado a gobernar su casa y su familia con mano de hierro, con reglas sencillas, simples y comprensibles para todos pero que se ajustan a su modo de vida y de pensar. Es muy difícil, obviamente, transmitir los sentimientos religiosos en el trabajo actoral, y aunque probablemente sólo actores tan bregados en mil batallas puedan llegar a hacerlo medianamente bien, Scott no me transmite la sensación de hombre torturado por sus tensiones religiosas. Incluso cuando llora no lo hace especialmente creíble, no creo que fuese un hombre que llorase a menudo. Cuando se enfrenta al papel de buscador de su hija parece que se encuentra más a gusto, más entonado, mejor. 
El desarrollo es rápido y fulgurante, se presenta rápidamente y se desarrolla a toda velocidad sin ningún tipo de artificios. A veces sin música ni diálogos. 
La sordidez del ambiente no consigue captarla del todo, lo insinúa, parece sugerirlo y seguramente para la época era muy avanzada, provocadora, sucia, pero pasados los años, más de cuarenta, ha quedado algo fuera de lugar, viejuna, rancia, poco verosímil, incluso algo mojigata por momentos.
Se deja ver, tiene su gracia, es interesante, pero no es una cinta que tenga más de un recorrido.

martes, 18 de octubre de 2022

§ 2.798. Un dios salvaje (Roman Polanski, 2011)

 

Interesante propuesta de Polanski, que no suele dejar indiferente a nadie. Cuatro actores magnífico abordando un problema familiar provocado por los niños. La tensión que provoca el seguimiento del problema está magníficamente tratado. Seguramente lo mejor en esos casos es huir en dirección contraria lo más rápidamente posible. Seguir manteniendo el conflicto no hace más que prolongar su resolución. 
Kate Winslet y Christoph Waltz son unos padres, y Jodie Foster, y John C. Reilly los padres del otro niño. Me ha gustado mucho Waltz, y también Foster. Son los dos mejores sin lugar a dudas.
De una situación cotidiana saca una película estupenda. Realmente la situación descrita puede ser más común de lo que parece y no está tan alejada de la realidad como pudiera parecer a primera vista.

§ 2.797. Rostros (John Cassavetes, 1968)

 

Experimento fílmico más que película convencional. Interesante por lo que es, por cómo se rodó, por quién lo hizo y por su impacto en la historia del cine, que es, al parecer, mucha.
No pretende contar una historia de una manera tradicional. Los planos son siempre muy cercanos, a veces directamente enfrente de la cara de los protagonistas. Además, como he leído, no hubiera sido capaz de apreciarlo, las escenas comienzan una vez que la acción ya ha comenzado. Lo peculiar es que la ación no empieza con la toma de la cámara, sino que el plano 'se incorpora' a la acción que ya está discurriendo. Eso le da una nota de rapidez a la acción, un vértigo, una velocidad notable.
La temática no tiene nada de particular, retrato de una sociedad decadente, matrimonios desechos, infidelidades, alcohol a raudales, tabaco, vicios de todo tipo que componen una collage caleidoscópico que muestra solamente algunas piezas de la realidad que muestra, para que el espectador componga por sí mismo las piezas que faltan.
Problemas adultos de gente con bastante poca fibra moral. No me ha agradado especialmente. Se puede ver. De hecho veré más películas de Cassavetes, pero el cine independiente no es de los que más me gustan. De hecho me aburre bastante. Soy más de cine convencional, por no  decir clásico.
Me ha gustado mucho, eso sí, el papel de John Marley, perfectamente reconocible como el productor de cine de El Padrino (1972), prácticamente con el mismo pelo y edad.
Muy guapa, fina, sensual y brillante está Gena Rowlands, gran dama del cine.
El director es el también actor John Cassavetes, precursor del cine independiente y referente en el género, precisamente por películas como esta, experimentales, prácticamente artesanales, rodadas con pocos medios, distribuida en un circuito pequeño pero que gustó a la crítica, pero no sé si verdaderamente por su calidad o más bien por ser una contestación al sistema clásico y organizado de hacer películas. Una contraposición perfectamente interesante, por otra parte. No se olvide que la explotación del cine independiente también es un negocio en sí mismo.
Al gran público le gusta todo. Esa es mi opinión. Una película sí tiene algo que decir siempre tiene un público al que dirigirse. Y esta, sin duda, lo tiene. Tiene un discurso, tiene un mensaje, pretende exponer problemas reales de gente real.
No me ha agradado demasiado, pero  reconozco su valía.

$ 3.932. Blade Runner (Ridley Scott, 1982)